Análisis

Egipto: un partido para el ‘raís’

La gran coalición progubernamental baraja la posibilidad de transformarse en un partido político o de crear uno nuevo que pueda desarrollar plenamente su apoyo al presidente Al Sisi

El presidente Al Sisi (centro), junto a sus homólogos griego, Prokopis Pavlopoulos (derecha), y chipriota, Nicos Anastasiades (izquierda), mientras posan con niños, el 30 de abril en Alejandría.EGYPTIAN PRESIDENCY / HANDOUT H (EFE)

Unas semanas antes de las últimas elecciones presidenciales celebradas en Egipto a finales del pasado mes de marzo, más de 400 diputados del Parlamento se unieron bajo el paraguas de la coalición Apoyo de Egipto (Daam Misr), de la que forman parte siete de los grandes partidos, incluidos el Futuro de la Nación, el partido de la Conferencia Egipcia y los Republicanos Liberales (y una gran cantidad de diputados independientes que constituyen hoy la mayoría del Parlamento), y cuyo fin último era a...

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Unas semanas antes de las últimas elecciones presidenciales celebradas en Egipto a finales del pasado mes de marzo, más de 400 diputados del Parlamento se unieron bajo el paraguas de la coalición Apoyo de Egipto (Daam Misr), de la que forman parte siete de los grandes partidos, incluidos el Futuro de la Nación, el partido de la Conferencia Egipcia y los Republicanos Liberales (y una gran cantidad de diputados independientes que constituyen hoy la mayoría del Parlamento), y cuyo fin último era apoyar y arropar al presidente Abdelfatá al Sisi, el único presidente egipcio sin partido, en su segunda convocatoria electoral.

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Como es bien sabido, Al Sisi ganó las últimas elecciones presidenciales con más del 97% de los votos. Aun así, hay quien considera que la alianza no hizo bien su trabajo que, fundamentalmente, consistía en animar e instar a los votantes a que acudieran a los colegios electorales: la participación (41,05%) fue de las más bajas registradas.

Pero tener el apoyo incondicional de más de 400 diputados (de una cámara de 596) no es suficiente. La gran coalición baraja ahora la posibilidad de transformarse en un partido político o de crear uno nuevo – o dos – que pueda desarrollar plenamente su apoyo al presidente, facilitando las votaciones en la cámara, y ayudarle a recuperar cierta simpatía popular. No hay que olvidar que las elecciones municipales, previstas para el próximo año tras casi diez años sin comicios locales, constituyen un test de popularidad y estos fieles diputados están dispuestos a ganarlas. El nuevo partido daría cobertura política al presidente Al Sisi, quien ha gobernado los últimos cuatro años apoyándose únicamente en un pretendido renombre que se resiente.

Para ello tendrán que superar ciertos obstáculos legales, pero esto no parece preocuparles. Según el artículo número 6 del reglamento parlamentario, los miembros del Congreso deben mantener a lo largo de la legislatura la misma afiliación que tenían en el momento de ser elegidos; en caso de entrar a formar parte de otra agrupación política, el acta de diputado podría ser cancelada siempre que dos tercios de la cámara voten a favor. Pero la coalición goza de una amplia mayoría en el parlamento, por lo que será imposible que dos tercios de los diputados voten en contra de sus deseos. Tal y como ha declarado uno de los miembros del grupo: “Nosotros hacemos la ley y en nuestra mano está cambiarla”.

Fuentes de la alianza aseguran que las enmiendas legales necesarias se plantearán a lo largo de la legislatura y el proceso de transformación se iniciará “cuando sea inevitable”, previsiblemente, justo después de que el presidente jure su cargo a principios del próximo mes de junio. Al tiempo que los rumores sobre el nuevo partido se extienden por el país, numerosos diputados – principalmente de Al Wafd, la formación más antigua del país – asisten con asiduidad a los mítines y reuniones de la coalición, en lo que se ha interpretado como un apoyo tácito (deseo de integración) al nuevo proyecto.

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Según miembros del Parlamento que han hecho declaraciones a los medios egipcios, la alianza quiere llegar a la calle, abrir sedes en distintas ciudades y provincias, emprender proyectos de desarrollo en varias regiones… para ello, la existencia de una entidad política fuerte es necesaria. Una vez cumplida la misión de la coalición (la victoria de Al Sisi), la agrupación no quiere desaparecer, desea mantenerse en sus escaños bajo un nuevo paraguas, un partido que, además, “enriquecería la vida política del país”. Poco importa, a fin de cuentas, si la alianza se convierte en otro partido; si crean un grupo nuevo separado de la agrupación parlamentaria (que podría ser liderado por el movimiento civil “Por Egipto”- Min ayl Misr- o por cualquiera de las agrupaciones que han hecho campaña a su favor); o si crean dos formaciones, adjudicando a cada una un papel y una posición concretos (una suerte de sistema bipartidista como el norteamericano, con un partido Demócrata y uno Republicano, ambos apoyando al presidente y al Estado).

Gamal Abdel Nasser creó la Unión Nacional (más adelante la Unión Árabe Socialista) y estableció en Egipto un régimen de partido único. Anuar al Sadat lo dividió en tres –situando al Liberal Constitucional a la derecha y al Tagammu a la izquierda- manteniendo el Partido Nacional en el centro, que perduraría (con el adjetivo “democrático” añadido) hasta los días de Mubarak. La revolución popular de 2011 se encargó de desmantelarlo – aunque muchos de sus miembros siguen haciendo política… Ahora Abdelfatá al Sisi se ha percatado de que necesita un esqueleto político, un régimen estructurado, y tendrá su propio partido. El presidente Al Sisi ya es – o pretende ser - un auténtico raís.

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