Pompeo supera el primer bache en el Congreso pese a la polémica

El Comité de Exteriores del Senado apoya su nominación como nuevo secretario de Estado gracias al cambio de tercio del republicano Rand Paul

Mike Pompeo en Washington, en una imagen de archivo.JIM WATSON (AFP)

El Congreso dio este lunes el primer espaldarazo a Mike Pompeo, el halcón conservador escogido por Donald Trump como nuevo secretario de Estado, después de mucha polémica. El Comité de Relaciones Exteriores del Senado votó a favor de su nominación, lo que estuvo en cuestión hasta el último momento porque le rechazaba frontalmente la oposición demócrata y el republicano de Kentucky Rand Paul, un verso suelto entre los conservadores que ha puesto en más de un aprieto a su partido. Paul, que finalmente dio su brazo a torcer, permitió los votos suficientes y evitó el fracaso en el comité.

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El Congreso dio este lunes el primer espaldarazo a Mike Pompeo, el halcón conservador escogido por Donald Trump como nuevo secretario de Estado, después de mucha polémica. El Comité de Relaciones Exteriores del Senado votó a favor de su nominación, lo que estuvo en cuestión hasta el último momento porque le rechazaba frontalmente la oposición demócrata y el republicano de Kentucky Rand Paul, un verso suelto entre los conservadores que ha puesto en más de un aprieto a su partido. Paul, que finalmente dio su brazo a torcer, permitió los votos suficientes y evitó el fracaso en el comité.

Este rechazo no le hubiese impedido salir airoso de la confirmación final en el pleno de la Cámara alta, pero le hubiera convertido en el primer jefe de la diplomacia de EE UU desde 1945 que llegaba al cargo sin la recomendación previa de dicho comité. Al final, ha tenido 12 votos a favor y nueve en contra.

Pompeo, hasta ahora jefe de la CIA, provoca muchos recelos entre los legisladores demócratas por su marcado ideario conservador. Es miembro del grupo ultraconservador Tea Party, ha sido ambiguo respecto al uso de la tortura, defiende la línea dura con Irán y ha pedido la pena de muerte para Edward Snowden, el exanalista de seguridad que denunció el espionaje electrónico masivo de Estados Unidos y se encuentra refugiado en Rusia. Para Rand Paul, los males de Pompeo tienen que ver con su apoyo a la guerra de Irak, a la que Trump se opuso en su día, y en general con una actitud belicista que no cuadra con el perfil libertario del senador de Kentucky.

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Hace unos días, cuando empezaron a surgir las primeras resistencias de los legisladores contra el candidato de Trump para secretario de Estado, se filtró la noticia de que este se había reunido en secreto Kim Jong-un, en Pyongyang, una cita histórica y preparatoria del encuentro que se prepara entre el presidente de EE UU y el líder de Corea del Norte. No se producía un encuentro a tan alto nivel como el de Pompeo desde que en 2000 la secretaria de Estado demócrata Madeleine Albright estuvo con Kim Jong-il, padre del actual dictador y jefe del régimen entre 1942 y 2011. Pero la relevancia de esta cita no ha servido para allanar el camino del nominado.

En el Senado no parece difícil que Pompeo logre los votos suficientes (este lunes se sabía ya de dos demócratas que le respaldan), pero las dificultades en el Comité molestaron a Trump. “Cuesta creer que los obstruccionistas puedan votar en contra de Mike Pompeo como secretario de Estado”, criticó en su cuenta de Twitter horas antes de la votación, “los demócratas no están apoyando a cientos de buena gente, incluido el embajador de Alemania. Están alargando al máximos los plazos de aprobación para todos, no había pasado jamás. ¡Necesitamos más republicanos [en las cámaras legislativas]!”, añadió.

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Pompeo, de 54 años, ha sido escogido por Trump para relevar a Rex Tillerson, el ex primer ejecutivo del gigante petrolero Exxon Mobil, con quien el presidente nunca llegó a entenderse ni en fondo ni en formas. El hasta ahora jefe de la CIA, en cambio, comparte la línea dura del mandatario respecto al pacto nuclear con Irán y al conflicto de Corea del Norte. En su audiencia en el Senado, el pasado 12 de abril, le llovieron las críticas. El futuro jefe de la Diplomacia estadounidenses trató de endulzar su imagen de halcón radical. “La guerra es siempre el último resorte. Prefiero cumplir los objetivos en política exterior del presidente mediante la diplomacia que mandando a hombres y mujeres jóvenes a la guerra”, señaló.

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