Las millonarias carteras de los ministros de Macron

De los 32 ministros y secretarios de Estado con rango de ministro de Macron, 11 tienen un patrimonio superior al millón de euros, y tres de ellos lo superan ampliamente

De izquierda a derecha, las ministras de Defensa, Florence Parly; de Trabajo, Muriel Pénicaud, y Cultura, Françoise Nyssen BERTRAND GUAY (AFP)

Un tercio de los miembros del Gobierno de Emmanuel Macron tiene un patrimonio millonario. Así se desprende de la declaración de bienes que presentaron al ser nombrados y que la Alta Autoridad para la Transparencia de la Vida Pública (HATVP, por sus siglas en francés), el organismo independiente que vela desde 2014 en Francia por la "integridad y ejemplaridad" de los responsables públicos, ha hecho público este sábado.

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Un tercio de los miembros del Gobierno de Emmanuel Macron tiene un patrimonio millonario. Así se desprende de la declaración de bienes que presentaron al ser nombrados y que la Alta Autoridad para la Transparencia de la Vida Pública (HATVP, por sus siglas en francés), el organismo independiente que vela desde 2014 en Francia por la "integridad y ejemplaridad" de los responsables públicos, ha hecho público este sábado.

De los 32 ministros y secretarios de Estado con rango de ministro de Macron, 11 tienen un patrimonio superior al millón de euros, y tres de ellos lo superan ampliamente, en parte gracias a sus propiedades inmobiliarias. La ministra más rica es la de Trabajo, Muriel Pénicaud, que ha declarado más de 7,5 millones de euros. No es sorpresa que encabece la lista de los ricos de Macron, ya que era conocido que la ministra, procedente de la sociedad civil, llegó a su nuevo puesto tras ocupar importantes cargos —directora de recursos humanos en la empresa Danone— que le dieron pingües beneficios.

El segundo lugar lo ocupa el ministro de Transición Ecológica, Nicolas Hulot, con 7,2 millones de euros de patrimonio. El reconocido activista medioambiental fue uno de los fichajes estrella de Macron, puesto que ya había sido cortejado —en vano— por los presidentes precedentes, François Hollande y Nicolas Sarkozy. Pero más que el patrimonio de Hulot, también conocido exanimador de televisión, que se debe en buena parte a una empresa que comercializa productos como champús y geles de ducha con denominación de origen Ushuaia, lo que ha llamado la atención de la prensa francesa es el detalle de algunos de los bienes de uno de los ecologistas más reconocidos del país, concretamente, su parque automovilístico.

En lo que fue interpretado como toda una declaración de intenciones, Hulot llegó a su primera reunión en el Elíseo como ministro de Transición Ecológica en un coche eléctrico. Pero el ecologista no cumple necesariamente en privado los rigores ecológicos que preconiza en público. Según su declaración, Hulot posee nueve vehículos motorizados, entre ellos seis coches —incluido un BMW de 33.000 euros y un Volkswagen de 50.000— y una moto, un barco a motor y una motocicleta, esta sí, eléctrica.

Es, ironiza Le Parisien, el “ministro mejor equipado” del Gobierno. Y el diario parisino añade un detalle que puede traerle algún quebradero de cabeza en el futuro a Hulot: cuatro de los vehículos motorizados tienen más de 20 años y, por tanto, no respetan las últimas normas antipolución de Francia que él se esmera en que sean cumplidas.

Los ministros más ricos del Gobierno de Macron proceden todos de la sociedad civil. Y casi todos son mujeres. La responsable de Cultura y número tres de la lista con un patrimonio de 5,1 millones de euros, Françoise Nyssen, dirigía una reputada editorial hasta que la llamó el presidente. Florence Parly, ministra de Defensa y número cinco de la lista de ministros ricos con 2,1 millones de euros (le precede la de Salud, Agnès Buzyn, con 2,5 millones) ocupó en el pasado altos cargos en la sociedad ferroviaria nacional, la SNCF, y Air France.

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La prensa francesa considera que la revelación patrimonial de sus ministros no va a ayudar precisamente a que Macron consiga quitarse la etiqueta de “presidente de los ricos” que le ha adjudicado la oposición por su política económica, sobre todo por medidas como la fuerte reducción del impuesto sobre la fortuna (ISF), algo que beneficia a los más pudientes.

La declaración de patrimonio de Macron —obligatoria como para todos los candidatos presidenciales— provocó sorpresa tras su publicación en marzo de este año, por lo reducido de sus ingresos netos declarados, menos de 300.000 euros. Una cifra muy baja para quien, antes de entrar en política de la mano de François Hollande, trabajó en la prestigiosa banca Rothschild, donde obtuvo más de cuatro millones de ingresos brutos. El entonces candidato se defendió argumentando que había pagado altos impuestos sobre esa cantidad y que también dedicó una buena parte de su fortuna a renovar la casa familiar de su esposa, Brigitte. Al estar a su nombre esa residencia, no cuenta como patrimonio del hoy presidente, de ahí lo bajo de su fortuna, que fue avalada por la HATVP.

Los que menos tienen

Le Monde recuerda que el patrimonio medio de los hogares franceses es de 158.000 euros brutos anuales y que solo el 10% de la población supera el medio millón de euros, cifra que rebasa holgadamente más de la mitad del gabinete ministerial. Cinco de los ministros entran incluso en el exclusivo club del 1% de los franceses con un patrimonio superior a 1,95 millones de euros.

Paradójicamente, los ministros encargados de aplicar la política económica de Macron son los que registran un patrimonio menor, incluso muy por debajo de la media nacional. Es el caso del responsable de Acción y Cuentas Públicas, Gérald Darmanin, que posee menos de 50.000 euros. Con poco más de 400.000 euros, el titular de Economía, Bruno Le Maire, tampoco se encuentra en el club de los privilegiados de Francia.

La HATVP fue establecida por Hollande después del escándalo que causó Jérôme Cahuzac, el hombre al que seleccionó como ministro de Hacienda y que acabó condenado por fraude fiscal. La primera ley que impulsó Macron al llegar al Elíseo fue la de la moralización de la vida pública para hacer más transparentes aún las cuentas de los funcionarios electos, a los que ahora se les prohíbe, entre otros, acumular mandatos, realizar tareas de consultor o emplear a familiares, como era el caso entre muchos parlamentarios.

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