“Nunca aceptaremos un golpe de Estado en Venezuela”
El país sudamericano presenta este lunes en La Haya su memoria por la demanda del río Silala que disputa con Bolivia
En medio de un proceso electoral para elegir el 19 de noviembre a un nuevo presidente y renovar el Congreso, la Administración de Michelle Bachelet trabaja a contrarreloj para completar el programa de Gobierno en los ocho meses que quedan por delante para entregar el poder, en marzo de 2018. Para el ministro de Relaciones Exteriores chileno, Heraldo Muñoz, la que pasó fue una semana intensa: recibió al presidente Mauricio Macri en Chile, viajó a Perú para retomar las reuniones entre cancilleres y ministros de Defensa de ambos países y estuvo en Colombia para una nueva cumbre de la Alianza del Pacífico. “Anunciamos el inicio de negociaciones comerciales para concretar la nueva figura de estados asociados al bloque, partiendo con Canadá, Nueva Zelandia, Australia y Singapur”, señala el ministro.
La agenda de Muñoz, sin embargo, contempla pasajes menos amables. Este lunes Chile da un paso importante en el proceso que lo enfrenta a Bolivia por el río altiplánico Silala: entrega la memoria del caso en la Corte Internacional de Justicia en La Haya, a un año de haber presentado la demanda que busca la confirmación técnica de que se trata de un río de aguas internacionales. El conflicto entre ambos países –que no tienen relaciones diplomáticas desde 1962– es uno de los más duros de la región. En 2014, Bolivia demandó a Chile ante la corte por una salida soberana al Pacífico, en otro juicio que se mantiene abierto.
P. ¿Cuáles son los argumentos de Chile para haber demandado por el Silala?
R. El Silala es un río internacional y lo ha sido durante miles de años según la evidencia científica. Nuestro país ha utilizado esas aguas por más de un siglo. En 2016, el Gobierno de Bolivia amenazó con demandar a Chile en La Haya, sosteniendo que es dueño del 100% del Silala y que esas aguas habrían sido canalizadas artificialmente por nuestro país. Esta afirmación es falsa: el Silala cruza la frontera producto de una pendiente natural y la ley de gravedad.
El discurso de Evo Morales no es creíble
P. ¿Los argumentos son jurídicos o científicos?
R. Los argumentos chilenos son jurídicos y científicos. En el caso de ríos internacionales –los que cruzan de manera natural las fronteras de los países–, el derecho internacional consuetudinario dice que sus aguas pueden ser usadas de manera razonable y equitativa por los estados ribereños. Chile, en este caso, está aguas abajo, pues el río nace en Bolivia. Y vamos a presentarle a la corte la evidencia recopilada por expertos internacionales que dice que el Silala ha pasado por esa zona de manera natural por los últimos 8.400 años.
P. ¿No fue sobre todo una muestra de fuerza de Chile? Evo Morales había anunciado que recurriría a la justicia internacional por la utilización histórica de las aguas del Silala, pero Chile se le adelantó.
R. La demanda por el Silala es una muestra de que Chile está preparado para defender sus derechos.
P. ¿Cuál es la importancia de presentar la memoria en el caso Silala? ¿Cuáles son sus principales fundamentos?
R. De acuerdo a las normas de la corte, la memoria se mantiene en reserva hasta la etapa oral del juicio. Sin entrar en detalles sobre el texto, algo importante es que Bolivia se contradice, pues ha reconocido durante cien años que el Silala es un río internacional. El río Silala está dibujado en el mapa del Tratado de 1904, que fijó nuestras fronteras a perpetuidad. Más adelante, hay declaraciones oficiales de la Cancillería boliviana, diciendo por ejemplo que Chile “es dueño” de la sección del Silala que está en territorio chileno. Y que “no existe ningún desvío de aguas”. En 1996, el presidente de la Comisión de Soberanía y Límites de la Cancillería boliviana dijo que “la corriente cristalina obedece a la pendiente que, por gravitación, baja al curso inferior del territorio chileno”. El giro boliviano obedece a lo que ya parece una costumbre del Gobierno de Evo Morales: inventar un doble discurso para hostilizar a Chile.
P. ¿Quién usa en Chile las aguas del Silala que Bolivia no ocupa?
R. Esas aguas han sido y son importantes para nosotros. Hoy son usadas, por ejemplo, por Codelco, empresa pública clave para Chile y su desarrollo, una de las mayores productoras de cobre del mundo.
P. El presidente Morales sigue denunciando a Chile por distintos motivos en diversos foros internacionales. En la Cumbre de los Océanos, por ejemplo, se refirió al “enclaustramiento” que sufre Bolivia al no tener salida al Pacífico.
R. Ya estamos acostumbrados a que el presidente Morales intente aprovecharse de foros internacionales, utilizándolos como tribunas para hostilizar a Chile. Pero sus denuncias se han transformado en una rutina que no convence a nadie. El discurso de Morales no es creíble, por una razón pública y evidente: tiene un doble discurso. Por ejemplo, denuncia que el Consejo de Seguridad de la ONU es “imperialista” e “invasor” y que debe desaparecer, pero después postula entusiastamente a este mismo consejo que ha atacado por años y se congratula de haberlo presidido. Luego va a la OEA a hablar contra Chile, a la misma OEA que ha calificado como “ministerio de colonias”. Y nadie lo apoya. Ninguna delegación toma la palabra para respaldar sus ataques.
P. ¿No le hace daño a Chile esta ofensiva de Morales que, al menos en lo mediático, parece tener determinado éxito?
R. La ofensiva mediática del Presidente Morales no tiene éxito porque no tiene credibilidad. El Gobierno de Bolivia pide diálogo a Chile, pero a renglón seguido insulta públicamente a nuestras autoridades e instituciones. ¿Es creíble eso? La soledad política del Gobierno de Morales se refleja en el hecho insólito de que fue el único Gobierno del mundo en apoyar la decisión del Supremo Tribunal de Justicia de Venezuela que disolvió la Asamblea Nacional venezolana, antes incluso que el propio Presidente Maduro le pidiera a ese Tribunal Supremo de Justicia que revirtiera esa medida. La confianza es un atributo clave para poder avanzar y cooperar. Se construye día a día, sobre la base de una relación de respeto mutuo.
P. ¿Usted cree que se puede confiar en el presidente boliviano?
R. Nos gustaría una relación distinta con Bolivia. De hecho, existe una integración silenciosa con Bolivia que Evo Morales quisiera desconocer.
P. Chile celebrará en noviembre próximo sus elecciones presidenciales. ¿El conflicto con Bolivia ha sido un tema de campaña? ¿Importa a los chilenos?
R. La verdad es que no. Existe una posición ampliamente mayoritaria en la opinión pública chilena de rechazo a la permanente ofensiva del Gobierno de Evo Morales y de respaldo a la defensa de los intereses nacionales. No hay dos lecturas en esto.
El ministro Heraldo Muñoz señala que en el escenario regional se observan “luces y sombras”. Dice que varios Gobiernos que han asumido recientemente han mostrado un espíritu de diálogo y entendimiento que deja contento al Gobierno chileno y que no observa una derechización del continente: “El triunfo electoral de Lenin Moreno en Ecuador demuestra que no hay péndulos en una determinada dirección. Hay sin embargo, una extendida insatisfacción ciudadana en la región, y en el mundo en general, que afecta a los Gobiernos incumbentes”.
Sobre el conflicto de Venezuela –que califica como el de mayor preocupación regional–, indica que Chile seguirá empeñado “en contribuir a una solución pacífica y negociada”. Cuando se contabilizan al menos unas 76 personas muertas, 3300 detenciones y cientos de heridos en las últimas manifestaciones, Muñoz señala que su país se opone “a toda manifestación de violencia y represión”: “Nunca podríamos aceptar un golpe de Estado, sea de cualquier signo. Si bien la profunda crisis que vive Venezuela debe ser resuelta por los propios venezolanos, la comunidad internacional no puede ser indiferente a lo que está pasando allí. La idea de un grupo de facilitación o grupo de países amigos que sea aceptable por ambas partes sigue sobre la mesa”. En ese sentido, señala el ministro, Chile valora el planteamiento hecho por el Vaticano respecto de que cualquier vía debe cimentarse sobre el cumplimiento de ciertas condiciones mínimas: liberación de los detenidos, respeto a la Asamblea Nacional, un calendario electoral preciso.
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