Maduro desafía las críticas del chavismo y sigue adelante con la Constituyente
El presidente de Venezuela asegura ahora que la nueva Constitución será votada en referéndum
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, está dispuesto a avanzar de cualquier forma con su proyecto de escribir una nueva Constitución, a pesar de la resistencia que la convocatoria ha generado entre exministros y funcionarios que han acompañado el proceso bolivariano. La última oferta, anunciada la noche del jueves en un Consejo de Ministros televisado, es someter a votación la propuesta de Carta Magna que presente la Asamblea Nacional Constituyente. “Que sea el pueblo el que diga si está o no de acuerdo. Y saldrán los mismos de siempre a llamar a votar no. Los derrotaremos”, ha asegurado.
El jefe del Estado venezolano parece estar tratando de reunificar a sus antiguos aliados en un momento muy crítico para el régimen chavista, cercado por las diarias protestas de la oposición, por el intenso cerco diplomático tendido por la comunidad internacional para que gobierne sin desconocer el Estado de derecho y por la imposibilidad de conseguir financiación externa para su agonizante modelo económico.
A la deserción, el fin de semana, de la ex defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez, se ha sumado lo que parece la definitiva ruptura de la fiscal general Luisa Ortega Díaz con el Gobierno. Este jueves Ortega Díaz interpuso un recurso ante el Tribunal Supremo de Justicia para que aclare el alcance de la sentencia de la Sala Constitucional que aseguró esta semana que no era necesario llamar a los venezolanos a referéndum para que decidieran si aceptaban la oferta de Maduro. En 1999 Hugo Chávez, en una circunstancia muy distinta, firmó un decreto el primer día de su Gobierno para convocar a una consulta para escribir una nueva Constitución.
Sin mencionar a la fiscal, Maduro lamentó que entre sus filas hayan surgido diferencias. “No es la primera vez ni la última que surgirán traidores. Su traición empieza con su vacilación a la necesidad de procesos transformadores”. Su decisión de seguir adelante luce como una apuesta arriesgada. El sucesor de Chávez está poniendo a prueba su liderazgo cuando su popularidad es muy baja para los estándares del chavismo y en medio del creciente hartazgo de todos los venezolanos por el estrepitoso fracaso de su Gobierno.
Los chavistas críticos han visto en el desconocimiento de las formas establecidas en la Constitución una traición al ideario de Chávez. Al resumir la opinión de quienes, descontentos con el Gobierno, les costaba, sin embargo, identificarse con la Mesa de la Unidad Democrática, parecen estar tomando fuerzas para convertirse en una fuerza política que hay que empezar a tomar en cuenta. Más allá de los polos que representan los antagonistas de siempre en la política venezolana, la deriva de Maduro ha insuflado a un movimiento que hasta la convocatoria de la Constituyente apenas despuntaba en el panorama local y no tenía referentes de peso.
Hay quienes piensan que esta oferta de Maduro podría tratarse de un aparente retroceso para evitar más deserciones. Tal como la concibe el Gobierno, la Asamblea Nacional Constituyente tendría la facultad de disolver a todos los demás poderes constituidos e incluso decidir si se vota o no el resultado de su trabajo. Tan alta es la apuesta del Gobierno que ya empezaron a postularse los principales dirigentes como delegados. Diosdado Cabello, hombre fuerte del chavismo, ha anunciado que dejará su cargo de diputado para postularse, al igual que la Primera Dama Cilia Flores. En ello les va la vida.
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