Buenos Aires inaugura una playa en aguas contaminadas del Río de la Plata

La reserva ecológica abre un espacio con arena natural a metros de la desembocadura del Riachuelo, el vertedero más tóxico de la ciudad

La nueva playa en la reserva ecológica.GCBA

La relación de los porteños con su río, uno de los más anchos del mundo, es de indiferencia. Al corredor costero que une La Boca con la zona norte de la ciudad se lo dividen un puñado de clubes privados, el aeropuerto metropolitano, la villa 31, el puerto de la ciudad y el barrio de Puerto Madero, el más exclusivo de Buenos Aires. De ahí proviene el concepto de urbe que da la espalda al agua. El gran pulmón público en medio de tanta propiedad privada es la reserva ecológica d...

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La relación de los porteños con su río, uno de los más anchos del mundo, es de indiferencia. Al corredor costero que une La Boca con la zona norte de la ciudad se lo dividen un puñado de clubes privados, el aeropuerto metropolitano, la villa 31, el puerto de la ciudad y el barrio de Puerto Madero, el más exclusivo de Buenos Aires. De ahí proviene el concepto de urbe que da la espalda al agua. El gran pulmón público en medio de tanta propiedad privada es la reserva ecológica de la Costanera Sur, un espacio de 350 hectáreas en el que conviven casi 400 especies animales y más de 600 vegetales, que muchas veces sufrió incendios intencionales y crecidas abismales. Y que ahora también cuenta con una playa.

El gobierno de la Ciudad inauguró el único espacio disponible en Buenos Aires con arena natural, bancos, mesas, juegos y cestos. Una playa, sí. Pero sin la posibilidad de meterse al agua. Por su condición de afluente natural de los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay, el fondo de esta gran sábana marrón se ha llenado de residuos industriales y humanos, al punto que el desagüe de Berazategui (a 28 kilómetros de la Plaza de Mayo) arroja a diario unos dos millones de metros cúbicos de desechos cloacales por lo que está prohibido bañarse. Las aguas del Riachuelo, en La Boca, otro de los afluentes, tienen un 50% de líquidos cloacales crudos en su composición. La zona donde fue emplazado el nuevo paseo tiene la mejor vista de la ciudad al río, justo enfrente de la salida de los canales internos de navegación hacia el rio adentro.

A pocos metros, el vertido

Las cinco ONG que integran el cuerpo colegiado para sanear el Riachuelo denunciaron a la autoridad competente, Acumar, de autorizar a diversas empresas a descargar sobre los ríos y sus afluentes siete sustancias que están prohibidas desde hace años. Se trata de los químicos aldrin, clordano, DDT, dieldrín, endosulfán, endrín, heptacloro, lindano y paration. Andrés Nápoli, representante de FARN, una de las organizaciones, dijo a Infobae. “Lo importante es ver cuántos contaminantes puede absorber el río para distribuir esas cuotas entre los agentes contaminantes. Acá se hace al revés, se les dice a las empresas cuánto pueden contaminar sin calcular la carga total de contaminantes del río”.

En tanto, el 29 de abril, un buque tanque chocó contra un remolcador que insólitamente estaba encargado de asistirlo en la maniobra de atraque al muelle de Dock Sud. El resultado fue un importante vertido de Fuel Oil a las ya castigadas aguas del Riachuelo (foto).

Alejandro tiene 49 años y es uno de los operarios municipales que removieron los escombros que yacían desde hace décadas en el lugar. “Sacamos a razón de cuatro camiones de piedra por día durante tres meses, y todavía falta, pero sólo los podes ver cuando al río se le ocurre bajar”, dice a EL PAÍS. El que también se muestra orgulloso es el ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad, Néstor Macchiavelli, quien inauguró el lugar luego de cortar cinta en el Paseo de la Rambla, un sitio histórico de Buenos Aires que también fue puesto en valor. “Hicimos un gran trabajo en la reserva Ecológica. Ganamos un espacio al río que hoy es una playa. Nuestra idea es trabajar con el menor impacto en el medio ambiente. Por eso es que reorganizamos el terreno que estaba sobre la playa para generar tres escolleras, sumamos plantas y árboles nativos”, agregó.

Para acceder a la reserva ecológica es necesario atravesar el lujo de Puerto Madero. A medida que uno se adentra todo se vuelve más espeso. Incluso el agua del Río de la Plata que comienza a bañar la pedregosa barranca a mitad de camino. Los sonidos de las aves en el cielo y los insectos y pequeños roedores en los pastizales que bordean el camino se vuelven más envolventes y los mosquitos, borrachos, se hacen un festín. Carla y Noelia son dos gendarmes que usan el paseo para entrenar una vez por semana. Lo eligen porque “es relajante y te saca de la ciudad, a mí me recuerda mucho a mi Salta natal”, según Carla. Coinciden en que la nueva playa “le va a sacar lo bueno de la reserva que es la tranquilidad, porque va a traer más gente y, por ende, basura; va a haber música fuerte y van a venir a tomar alcohol por más controles que haya. Es peligroso también para los animales que hay acá”. En principio, los coipos que, según Alejandro, se dejan ver por la tarde cuando entran a bañarse al río.

Las aguas del Río de la Plata explican su nombre con sólo mirarlas. El marrón eterno se vuelve argenta cuando el sol le pega de lleno en el zenit. Contenedores –parte constitutiva del skyline porteño- y los aviones que entran y salen del Aeroparque nos recuerdan que apenas estamos a dos kilómetros del cemento. “Cuando yo era pibe esto era Mar del Plata”, exagera Eduardo, un jubilado de 60 años que viene a correr a diario. “Yo llegué a bañarme cuando estaba permitido y todos los que lo vivimos añoramos un espacio así en Buenos Aires. A veces me voy a correr a Palermo porque venir acá me pone un poco triste”, confiesa.

La reserva ecológica nació casi de casualidad en el mismo espacio en el que funcionó el balneario municipal, entre 1918 y 1950, cuando el río estaba limpio y el baño permitido. A partir de 1978 se empezaron a volcar escombros provenientes de las miles de casas y edificios derrumbados para la construcción de las autopistas que conectan la ciudad con su extrarradio. La idea era ganar terreno al río y trasladar al relleno todos los edificios judiciales, un proyecto que quedó en la nada. Fue la naturaleza quien ganó y la vegetación avanzó sobre las toneladas de escombros. Un grupo de abogados ambientalistas hizo el resto, impulsando una ordenanza que en 1986 convirtió al espacio en la primera Area Natural Protegida de la Ciudad de Buenos Aires. Los porteños aprendieron a mirar sus aguas, resta concretar un saneamiento demasiado postergado.

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