El papa Francisco anuncia que tampoco viajará a Argentina en 2017
Gesto polémico del Sumo Pontífice, que no ha vuelto a su país desde que fue elegido
Nadie es profeta en su tierra, ni siquiera el Papa Francisco. Alabado por millones de personas en todo el mundo, la figura de Bergoglio genera una importante división en su país, donde tiene muchos fieles pero también detractores importantes por su tensión nunca resuelta con Mauricio Macri. En este contexto, el Papa ha hecho público un vídeo dirigido a todos los argentinos en el que les explica que no viajará a su país en 2016 ni en 2017, un año en el que sí irá a Colombia. Bergoglio ha estado ya en varios países latinoamericanos importantes (Brasil, México, Cuba, Bolivia, Ecuador, Paraguay) por lo que el retraso de su primer viaje a Argentina –no ha vuelto a su tierra desde que fue elegido- es un gesto político importante precisamente cuando el Gobierno de Macri trata de acercar posiciones y ha organizado una audiencia del presidente y Bergoglio en Roma el 15 de octubre.
“Está de más decir que yo hubiera querido ir a Argentina a beatificar a Mama Antula y a canonizar al cura Brochero, pero no pude hacerlo, no es posible”, señala el Papa en su mensaje. “Ustedes no saben cuánto me gustaría volver a verlos. Y tampoco podré hacerlo el año próximo porque ya están compromisos fijados para Asia, África, y el mundo es más grande que Argentina, y bueno, pero hay que dividirse, dejo en manos del Señor que él me indique la fecha”, insiste para recordar después que él no ha olvidado a su país: “Para mí el pueblo argentino es mi pueblo, ustedes son importantes, yo sigo siendo argentino, yo todavía viajo con pasaporte argentino. Estoy convencido que como pueblo son el mayor tesoro que tiene nuestra patria”.
La figura del Papa argentino es omnipresente en la política de su país. Ya cuando era arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio era un referente dentro del peronismo –todos los que le conocen coinciden en que pertenece a ese mundo- y ejercía casi como uno de los líderes de la oposición al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Después, cuando fue elegido Papa, la expresidenta intentó reconciliarse con él.
Cuando Macri ganó las elecciones, la situación dio un giro radical y Bergoglio pasó de líder de la oposición al kirchernismo a referente de la oposición al macrismo. “Lo estamos convirtiendo en una especie de líder moral del peronismo”, ironizaba hace poco en privado un gobernador peronista. Por el contrario, algunos sectores macristas se animan a criticar abiertamente al Papa por su injerencia en la política argentina y empieza a tener detractores fuertes.
Por eso la visita del Papa a su país no es una cuestión solamente religiosa y mucho menos neutral en política. Bergoglio no quiso ir a Argentina mientras estaba Fernández de Kirchner en el poder, y muchos lo interpretaron como un gesto de distancia hacia ella, con quien tuvo muchos conflictos. Ahora retrasa indefinidamente su viaje con Macri en la Casa Rosada y la interpretación inmediata es la misma: un gesto de distancia hacia el nuevo presidente.
Todo lo que hace o no hace el Papa se interpreta con criterios políticos en uno de los países más politizados del mundo. Por eso fue especialmente llamativo que recibiera a Macri, en la única audiencia que han tenido hasta ahora, solo 22 minutos y con un gesto muy duro que marcó la tensión que se vive entre ambos.
El entorno de Bergoglio señala que a él no le gusta la política de ajuste que está aplicando el presidente, y dentro del Gobierno macrista se hacen incluso bromas sobre esta distancia con el argentino más poderoso del planeta. Algunos creen que no es un problema para Macri, otros señalan que Bergoglio puede convertirse en un rival temible. Pero como suele suceder en Argentina, nada es blanco o negro y los gestos de distancia, que incluyen decisiones polémicas como recibir a una de las más duras enemigas del macrismo, la líder de Abuelas de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, se completan con otros de acercamiento, como una reciente entrevista de Bergoglio en La Nación en la que señalaba: “No tengo ningún problema con Macri. Es una persona noble”. Lo que parece seguro es que el Papa, que está al tanto de la realidad política argentina casi a diario, entiende que de momento no hay ambiente en su país para que haga la esperada visita.
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