La carrera de un sicario de Escóbar en Youtube

Tras cumplir 23 años en prisión, el sangriento 'Popeye' lanza un canal contando su historia. ¿Qué límites deberían regir la reinserción?

Tras 23 años de condena, cuando salió de prisión a finales de agosto de 2014 Jhon Jairo Velásquez, alias Popeye, declaró a los medios que no tenía pensado, en ningún caso, volver a ser sicario. Lugarteniente del brutal y todopoderoso narcotraficante colombiano Pablo Escobar en el cartel de Medellín en los ochenta y noventa, Popeye pertenecía al círculo de confianza del sanguinario Patrón. Confesó ...

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Tras 23 años de condena, cuando salió de prisión a finales de agosto de 2014 Jhon Jairo Velásquez, alias Popeye, declaró a los medios que no tenía pensado, en ningún caso, volver a ser sicario. Lugarteniente del brutal y todopoderoso narcotraficante colombiano Pablo Escobar en el cartel de Medellín en los ochenta y noventa, Popeye pertenecía al círculo de confianza del sanguinario Patrón. Confesó haber participado en cerca de 3.000 asesinatos. Y aunque el único crimen por el que fue condenado fue el asesinato en 1989 del candidato a la presidencia Luis Carlos Galán, el matón ha reconocido que, durante los 12 años que pasó a las órdenes del cartel, estuvo directamente involucrado en matanzas como el atentado contra el vuelo de Avianca en el que murieron más de un centenar de personas.

Ahora ha cambiado el cañón de las pistolas por el foco de las cámaras. En enero lanzó el canal de YouTube Popeye Arrepentido, en el que en una serie de vídeos caseros desgrana su historia, contesta a las preguntas de sus más de 114.000 seguidores y matiza el violento anecdotario —recitado con un suave acento paisa— apuntando que Escobar “era un terrorista, un narcotraficante, un extorsionador, un asesino, pero era mi amigo”. Uno de los vídeos con más visitas es el que ha dedicado al político venezolano Diosdado Cabello, titulado De bandido a bandido.

Durante su tiempo en prisión, Velásquez trató de buscar el perdón de algunas de sus víctimas. Incluso, mantuvo una entrevista con el expresidente Andrés Pastrana, secuestrado por Popeye en 1988. También tuvo tiempo de completar varios cursos y de escribir un par de libros. Este año salió el segundo, Sobreviviendo a Pablo Escobar. Según el autor, todo forma parte de su resocialización y reintegración. Su propósito último, asegura, es “que la sociedad colombiana no vuelva a repetir lo que pasó”. De paso, se gana el sustento y alaba a algunos viejos amigos como el sicario Pinina —“un asesino como ninguno, organizaba muy bien los atentados”, y añade “tenía un buen corazón”—. La indignación de algunas de las víctimas ante la creciente popularidad de Popeye en las redes sociales parece condenada a ser algo estéril.

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La mitificación mediática, por medio de series y libros, de la trágica historia del narcotráfico en Medellín es denunciada recurrentemente en Colombia. El tirón de estas historias, sin embargo, es fuerte. Y Popeye dice estar ganándose ahora honestamente un sueldo, pero ¿a costa de cuántas vidas?

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