José Tomás reaparece en La México con Bellotero
Máxima expectación en la plaza desde primera hora de la mañana
Desde antes de las nueve de la mañana una larga fila espera al ídolo. Los aficionados saben que el tendido general, la zona más alta de la plaza, será un auténtico caos en cuanto abran las puertas a las 14:30. La plaza más grande del mundo, casi un estadio, da aforo a 45.000 almas.
El ídolo del toreo José Tomás pisa de nuevo el albero en que tomó la alternativa. Romperá con Bellotero, de Los Encinos, herrado con el número 40. Ha dado en la báscula 522 kilos. Durante las labores de enchiqueramiento y sorteo se sumaron más de 2.000 espectadores.
Las reses pasaron sin problemas el reconocimiento a pesar del notable estado de nervios del ganadero Fernando de la Mora. Serán tres toros de su hierro y tres de Los Encinos. José Tomás lidiará al citado Bellotero de Los Encinos, rematado y lustroso, cárdeno, en primer lugar, Platero y Soberano, con los números 175 y 27 respectivamente, y 488 y 525 kilos, de Fernando de la Mora. A Joselito Adame, promesa del toreo mexicano a punto de consagrarse, le han tocado en suerte Seda Gris, de Fernando de la Mora, así como Pitayo y Patol, que cerrará plaza, de Los Encinos.
Miguel Martín, banderillero y exmatador de Cardiel de los Montes (Toledo), es el único español en la cuadrilla del diestro. Desde hace 12 días ha acompañado al matador por el campo mexicano.
Martín ocupa el puesto de Miguel Cubero, hasta hace poco el peón de confianza de José Tomás. Cubero se retiró en Aguascalientes el pasado mayo. Martín cumple con las labores de veedor, la persona que recorre el campo. “Es duro por las distancias, aquí en México es más largo, pero fácil porque ya estaba todo prácticamente por el apoderado y el propio José Tomás, que cuida todos los detalles”, explica el veterano taurino, al tiempo que reconoce la nostalgia que siente por el traje de luces.
Durante las labores de enchiqueramiento y sorteo se sumaron más de 2.000 espectadores, con una curiosidad local, hombre y mujeres ocupaban lugares distintos
La cuadrilla del torero de Galapagar la completan Raúl Alejandro Prado Mireles, Sergio Prado Mireles y Edmundo Navarro Villa. Como picadores van Carlos Ignacio Meléndez González, José de Jesús Prado Mireles, Juan Roberto Cobos Durán, Juan Pablo González Villagómez y Carlos Ricardo Domínguez Márquez. Como mozo de espadas va Juan Carlos Ornelas, vuelve, como ayuda del mozo, Francisco Jesús Arroyo Agueda, mucho más conocido como “Kiki”, su amigo de la infancia.
El apoderado de José Tomás en México -en España no tiene- es Jorge Ávila. Minutos antes de pasar al momento en que se enchiqueran los toros, expresaba la emoción del matador por volver al ruedo en que se hizo matador: “Está ilusionado desde el inicio. El encierro es de dos fierros de gran prestigio, tienen un promedio muy bueno”. Reconoce que no sabe cuándo será el próximo compromiso, tampoco si lo habrá: “Agradecemos mucho las llamadas de interés, pero de momento no hay nada. Todo dependerá de los que pase hoy y de cómo se sienta José Tomás”.
Desde España, el matador Tomás López no ha querido perderse la cita. Tampoco el rejoneador y ganadero Fermín Bohórquez. “Es un acontecimiento único, como aficionado y admirador tenía que estar”. Iván, hermano del jerezano, no se ha perdido una sola cita desde la reaparición del torero: “Iremos donde haga falta, es algo totalmente distinto. El cantante Andrés Calamaro desde el callejón, será uno de los que jalee al matador con categoría de mito.
En todo este ambiente favorable y de euforia con la vuelta de José Tomás a La México, el doctor Rafael Herrerías, empresario del coso, es la única voz disonante: “No creo que José Tomás sea el mejor torero del mundo. Hay cuatro mejores: Ponce, Juli, Talavante, Manzanares y más. Hago esto por la fiesta, por la expectación y relevancia, pero no por mi, no me sale rentable”. Ante la cara de sorpresa, incide: “Creo que se deja ver poco para que todos vayan, pero también para que no se vean los defectos”.
Mientras los toros pasaban de los corrales al chiquero, José Tomás se paseaba escondido detrás de las mismas Ray-Ban que popularizo Jack Nicholson, un jersey deportivo, chaleco negro, gorra de golf y un pañuelo blanco y negro al cuello en el lobby del hotel Crowne Plaza.
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