Centroamérica y la Unión Europea firman un acuerdo de asociación

La iniciativa recibe críticas por las grandes diferencias económicas entre ambas regiones

Algunos de los asistentes a la cumbre.RODRIGO ARANGUA (AFP)

Centroamérica y la Unión Europea firmaron este viernes en Tegucigalpa, Honduras, un acuerdo de asociación económica que abre los mercados de ambos lados del Atlántico a los productos de las dos regiones. El acuerdo, criticado por organizaciones sociales por las asimetrías económicas entre la UE y Centroamérica, fue celebrado por todos los presidentes centroamericanos, que decidieron dejar sus diferencias de lado y se congregaron en la capital hondureña para poner fin a un largo proceso de negociación que comenzó en 2006.

“Sólo unidos como una nación se pueden solventar los retos que sig...

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Centroamérica y la Unión Europea firmaron este viernes en Tegucigalpa, Honduras, un acuerdo de asociación económica que abre los mercados de ambos lados del Atlántico a los productos de las dos regiones. El acuerdo, criticado por organizaciones sociales por las asimetrías económicas entre la UE y Centroamérica, fue celebrado por todos los presidentes centroamericanos, que decidieron dejar sus diferencias de lado y se congregaron en la capital hondureña para poner fin a un largo proceso de negociación que comenzó en 2006.

“Sólo unidos como una nación se pueden solventar los retos que significa el mundo de hoy”, dijo, exultante, el presidente Hondureño, Porfirio Lobo. En la ratificación de la alianza estuvieron presentes los presidentes de Costa Rica, Laura Chinchilla; de Guatemala, Otto Pérez; de Panamá, Ricardo Martinelli; de Nicaragua, Daniel Ortega; de El Salvador, Mauricio Funes y Porfirio Lobo, que traspasó la presidencia pro témpore del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) a Ortega. Por la UE participó el comisario de Comercio, Karel De Gucht. También estuvo presente el presidente del Senado español, Pío García-Escuder.

El acuerdo, catalogado como histórico por los mandatarios centroamericanos, implica un gran reto para Centroamérica, una región con 45 millones de habitantes cuyas economías registran grandes diferencias entre ellas: Honduras y Nicaragua tienen la mayor tasa de pobreza, superando el 40% en ambos países. En El Salvador, un país de apenas 21 mil kilómetros cuadrados (un poco menor que la Comunidad Valenciana), ocho grupos empresariales acaparan el 60% de la riqueza del país, mientras en Guatemala el 15% de la población vive en pobreza extrema, afectando principalmente a los pueblos indígenas, que representan al 40% de la población guatemalteca.

Algunas organizaciones de la sociedad civil critican el acuerdo, porque en él, aseguran, Centroamérica juega en desventaja. El centro de la polémica ha girado en torno a los temas relacionados con el acceso a los mercados. “Centroamérica obtuvo exiguas cuotas de acceso en productos agrícolas tales como azúcar, textiles, carne, arroz y mínimas concesiones arancelarias en banano, ron, café, entre otros; mientras que la UE logró abrir completamente los mercados centroamericanos para una amplia gama de productos agrícolas e industriales de su interés como lácteos, vehículos, medicamentos, maquinarias, etc.”, afirma un comunicado de la Iniciativa Mesoamericana de Comercio, Integración y Desarrollo.

El acuerdo, agrega la organización, “se produce en un momento en que Europa, y particularmente España, se debaten en una crisis económica y social sin precedentes, situación en la que se refuerzan sus prácticas proteccionistas y amplían las intervenciones estatales en diversas áreas de la economía y la sociedad, lo que agrega aún más dudas sobre los reales beneficios supuestamente alcanzados para la región centroamericana”.

Los países centroamericanos, además, le han demostrado al mundo que tienen una gran capacidad de desestabilizarse políticamente. En Honduras, el país donde se firmó el acuerdo de asociación, hace tres años el expresidente Manuel Zelaya fue expulsado del poder a punta de pistola y enviado en pijama hasta Costa Rica. En Nicaragua, partidos de oposición, organizaciones sociales y observadores electorales acusan a Daniel Ortega de organizar tres fraudes electorales que le han dado la hegemonía política a su partido, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, y la reelección a él en un oscuro proceso electoral organizado en noviembre del año pasado y violando la Constitución nicaragüense que prohíbe la reelección continuada. En El Salvador, un conflicto de poderes entre la Asamblea Legislativa y la Sala Constitucional del Tribunal Supremo amenaza con reventar la institucionalidad del país.

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La violencia también es un mal centroamericano. Guatemala, Honduras y El Salvador están entre los países más violentos del mundo, con tasas de homicidio catalogadas como epidemia. Sólo en Honduras se registraron 82 homicidios por cada cien mil habitantes en 2011. El asesinato de periodistas (en tres años han sido asesinados 20 reporteros en ese país) y de campesinos, principalmente en el inestable departamento de Olancho, mantiene en alerta a organizaciones de derechos humanos.

Fuentes diplomáticas europeas esperan que el acuerdo firmado en Tegucigalpa ayude a estabilizar a la región y a consolidar la gobernabilidad en países que aún no superan los traumas de las guerras civiles de los años ochenta del pasado siglo. “El acuerdo es algo más que un acuerdo comercial, tiene un pilar político y un pilar de ayuda al desarrollo, tiene unos objetivos, entre los que está el apoyo a la gobernanza democrática, el respeto a los derechos humanos y a las instituciones del Estado de Derecho, es un estímulo para avanzar en esos caminos”, dijo una fuente diplomática.

El otro gran reto de la región es la integración de sus países, un proceso que comenzó en 1951 pero hasta la fecha no ha podido consolidarse. América Central cuenta con organismos regionales como el Banco Centroamericano de Integración Económica, el Parlamento Centroamericano, y la Corte Centroamericana de Justicia. Las dos últimas instituciones, sin embargo, son vistas como decorativas por los mismos gobiernos de la región. Costa Rica es el país que menos entusiasmo ha demostrado en el proceso de integración, negándose a ratificar algunos tratados vinculantes. Una de las condiciones para firmar el acuerdo de asociación con la UE era el avance en la formación de una Unión Aduanera regional, que hasta la fecha no se ha logrado consolidar.

“Confiamos en que el acuerdo de asociación suponga un impulso al proceso de integración en el nivel centroamericano y, de hecho, en la fase de negociación ha servido para que avanzase de manera importante la cuestión de la Unión Aduanera. El avanzar en materia de Unión Aduanera era un prerrequisito del acuerdo, de modo que ya precisamente para poderse negociar el acuerdo hizo falta que aquí se dieran pasos importantes en la dirección de perfeccionar la Unión Aduanera. El acuerdo de asociación supondrá un impulso a este tipo de iniciativas”, dijo una fuente diplomática.

El éxito de la integración, sin embargo, aún está por verse. De hecho, el viernes la mayoría de países aceptó el ingreso de Panamá dentro del llamado Sistema de Integración Económica Centroamericana (SIECA), menos Nicaragua, cuyo gobierno presentó objeciones que no fueron reveladas durante la cumbre de Tegucigalpa.

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