Moshe Zimmermann, historiador israelí: “El nacionalismo judío tiende a considerar todo lo que no pertenece a su nación como el enemigo”
El exdirector del centro de historia alemana de la Universidad Hebrea de Jerusalén cree que el “pogromo” del 7 de octubre obliga a “cuestionar toda la idea del sionismo”
La historia familiar de Moshe Zimmermann confluye con su especialización académica. Nació en Jerusalén hace 80 años porque sus padres huyeron del nazismo en 1938 desde Hamburgo hasta el protectorado británico de Palestina. Durante 50 años ha escrito decenas de libros y artículos sobre historia social alemana, historia de los judíos en Alemania, nacionalismo y antisemitismo. Profesor emérito de Historia Moderna en la Universidad Hebrea de Jerusalén, dirigió el Centro Richard Koebner de Historia Alemana y recibió el Premio Humboldt para investigadores internacionales.
En el camino, no se ...
La historia familiar de Moshe Zimmermann confluye con su especialización académica. Nació en Jerusalén hace 80 años porque sus padres huyeron del nazismo en 1938 desde Hamburgo hasta el protectorado británico de Palestina. Durante 50 años ha escrito decenas de libros y artículos sobre historia social alemana, historia de los judíos en Alemania, nacionalismo y antisemitismo. Profesor emérito de Historia Moderna en la Universidad Hebrea de Jerusalén, dirigió el Centro Richard Koebner de Historia Alemana y recibió el Premio Humboldt para investigadores internacionales.
En el camino, no se le han caído los anillos por profundizar en cine o deporte, como se puede ver en la nutrida biblioteca de su casa de Kiryat Ono, al este de Tel Aviv. Tampoco por bajar de la torre de marfil académica y analizar a contracorriente el presente de su país, hasta el punto de hacer paralelismos con el nazismo. Tocó una fibra sensible, y le granjearon tres denuncias por difamación que acabaron sin condena. Cree que el “pogromo” perpetrado por Hamás el 7 de octubre obliga a “cuestionar toda la idea del sionismo” y que compararlo con el Holocausto es una gran muestra de debilidad.
Pregunta. De camino, escuchaba en la radio a [el primer ministro israelí, Benjamín] Netanyahu decir que Israel está combatiendo a neonazis. ¿Por qué lo que sucede desde el 7 de octubre se enmarca en el Holocausto?
Respuesta. El enemigo absoluto e histórico de los judíos eran los nazis, por lo que si quieres deslegitimar a tu enemigo lo mejor es compararlo con ellos. Se ha convertido en un instinto en Israel, principalmente entre sus políticos. Tiene una parte de verdad. En un día, más de mil judíos fueron masacrados. Un pogromo. Así que uno se agarra instintivamente a esa comparación. Pero es también la fuente de una gran debilidad. Si la peor catástrofe de la historia judía desde 1945 ocurre en Israel, hay que admitir que algo falla en toda la idea del sionismo, que fue creado para salvar a los judíos de una diáspora que duraba 2.000 años. Y la pregunta es: ¿qué hizo el sionismo el 7 de octubre para salvar a los judíos?
P. Pero fue un día, no los seis millones exterminados en el Holocausto, que no podría suceder hoy en Israel. ¿Cómo cuestiona eso toda la idea del sionismo?
R. No quiero decir que sea el fin de la idea del sionismo, pero fracasó en un momento crucial. Si se da semejante defecto tienes que cuestionar toda la idea del sionismo. Si como judío eres discriminado, buscas la forma de no serlo. Es lo que pasó en Europa desde finales del siglo XVIII. Creíamos que la autoemancipación, en tu propio Estado, como nación, no como religión, era una solución. Hasta que se ve que la vida judía está en peligro incluso en un Estado judío que puede defenderse. Creó un nuevo problema en Oriente Próximo. Hay que preguntarse si se tuvo en cuenta de antemano o no.
P. ¿Y se tuvo?
R. Si se tuvo, ¿fue la forma correcta de seguir adelante, a expensas de los palestinos? Al principio la idea era típicamente europea. Europa es el centro del mundo y sus habitantes pueden colonizar o emigrar a todos lados. Así se creó EE UU o Sudáfrica. Así funcionaba el colonialismo en el siglo XIX, los judíos no eran ajenos a eso. La idea no era crear un imperio, sino salvar judíos de la persecución. De ese enfoque emergió un conflicto. El nacionalismo judío desarrolló la tendencia a considerar todo lo que no pertenece a su nación como el otro; aún más, como el enemigo. La población árabe de Palestina también aprendió de los europeos a desarrollar una conciencia nacional. Pronto teníamos dos identidades nacionales viviendo en el mismo lugar y en conflicto.
P. Quienes fueron a Palestina salvaron la vida...
R. La mayoría creía que Europa les brindaría seguridad. Es el principal argumento a favor del sionismo tras 1945. Esto plantea un problema. Si [el mariscal nazi] Rommel hubiera ocupado Palestina, habría tratado a la población judía como a la de Europa. El contraargumento es que, si ya hubieran tenido un Estado, habría sido diferente. Tomemos el destino de Polonia o Checoslovaquia bajo ocupación nazi… Un Estado no es garantía. Que quienes, como mi familia, fueran a Palestina se salvasen fue, en gran parte, suerte.
P. Esto remite a lo que pasa hoy: tener un Estado y un ejército no garantiza afrontar todas las amenazas.
R. Es una ilusión creada por el estado de ánimo de que todo lo que nos pasó fue porque no teníamos soberanía. Y una paradoja sin salida. Los judíos que experimentan antisemitismo en el extranjero están dispuestos a mudarse a Israel, pero no es un refugio seguro. Al final, Israel es hoy el principal objetivo del antisemitismo y los judíos fuera de Israel no se han librado del antisemitismo. ¿Estaba predestinado o fue un error?
P. ¿Qué opina?
R. Si desde el principio se hubiese tendido a crear un Estado-nación en Palestina basado en la cooperación con los árabes en igualdad de condiciones, se habría podido sentar la base de una existencia judía sin antisemitismo: no habría motivación para que los no judíos se apegasen a ideas antisemitas. Lo que vivimos hoy es un antisemitismo en aumento debido a la existencia de Israel.
“Mi opinión es que vengarse de Hamás a costa de los gazatíes es injustificado e irracional, pero no un genocidio”
P. El contraargumento es que el antisemitismo simplemente adopta diferentes formas.
R. El antisemitismo se basa en estereotipos. Pero necesita una plataforma para articularse. ¿Qué habría pasado con el antisemitismo si Israel no existiera? No digo que Israel sea la causa de este, pero brinda a los antisemitas la oportunidad de convertir un antisemitismo latente en abierto. Y dado que Israel se comporta como lo hace, lo favorece.
P. ¿Cuál es la frontera entre una crítica legítima a Israel y una antisemita?
R. La motivación. Si atribuyes el comportamiento de un judío al hecho de ser judío, argumentas sobre la base del antisemitismo. Si criticas a Israel por gobernar Cisjordania y lo dirías de cualquier otra nación que ocupa territorio y subyuga a sus habitantes, no es antisemitismo. O si pides un boicot. No es antisemita per se. Los políticos israelíes definen automáticamente toda crítica como antisemita, lo que tendrá un efecto bumerán, porque entonces se puede decir que cualquier crítica a Israel no es antisemitismo por definición, aunque se usen estereotipos.
P. La definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto incluye comparar políticas de Israel y de los nazis, como usted ha hecho…
R. Comparar es algo que hacemos los historiadores para comprender. Lo hice con la idea de advertir a la sociedad israelí de que hay elementos de la política o del comportamiento israelí comparables a elementos del nacionalsocialismo.
P. ¿Dónde estamos entonces ahora respecto a estos elementos y lo que pasa en Gaza?
R. Todo el mundo utiliza la palabra genocidio. La comparación es legítima, pero espero que [el Tribunal de] La Haya preste atención a las diferencias. El genocidio planeado por los nazis se basaba en un plan para liquidar a todo un grupo de personas. No se puede probar que eso suceda en Israel. Mi opinión es que vengarse de Hamás a costa de los gazatíes es injustificado e irracional, pero no un genocidio.
P. Usted justo investiga ahora el momento en que las naciones “se volvieron locas”, como pasó en el nazismo. ¿Cómo sucede eso?
R. Solo en retrospectiva descubres cuán profundo fue el abismo cruzado. Para muchos, el 31 de enero de 1933 [el día posterior al nombramiento de Hitler como canciller] no fue diferente del 29 de enero. “Tenemos un nuevo Gobierno cada seis meses, ahora Hitler…”. Seis meses después descubrieron que no les esperaba otro canciller.
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