Queridos alienígenas, para entendernos viajen a la Edad Media

Individualistas, controladores y obsesionados con nuestro yo. El antropólogo Joseph Henrich estudia los orígenes de la mentalidad occidental en un libro del que ‘Ideas’ adelanta un extracto

La boda del emperador Maximiliano I y la duquesa María de Borgoña, celebrada en 1477, en una imagen de las 'Memorias de Philippe de Commynes'.DEA / G. DAGLI ORTI (De Agostini via Getty Images)

Quizá seas una rara o un raro, un WEIRD, una persona criada en una sociedad occidental (Western), con estudios (Educated), industrializada (Industrialized), adinerada (Rich) y democrática (Democratic). Si tal es el caso, es probable que seas bastante peculiar psicológicamente. A diferencia de la mayoría del mundo en la actualidad, y de la mayor parte de las personas que han vivido, nosotros, las personas WEIRD, somos muy individualistas, obsesionados con nuestro propio yo, orientados a tenerlo todo bajo control, reacios a conformarnos al resto y analíticos. ...

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Quizá seas una rara o un raro, un WEIRD, una persona criada en una sociedad occidental (Western), con estudios (Educated), industrializada (Industrialized), adinerada (Rich) y democrática (Democratic). Si tal es el caso, es probable que seas bastante peculiar psicológicamente. A diferencia de la mayoría del mundo en la actualidad, y de la mayor parte de las personas que han vivido, nosotros, las personas WEIRD, somos muy individualistas, obsesionados con nuestro propio yo, orientados a tenerlo todo bajo control, reacios a conformarnos al resto y analíticos. Estamos centrados en nosotros mismos, en nuestros atributos, logros y aspiraciones, antes que en nuestras relaciones y papeles sociales. Aspiramos a ser “nosotros” en todos los contextos y vemos las contradicciones en otros como hipocresía, antes que como flexibilidad. Al igual que ocurre con cualquiera, sentimos inclinación a seguir los pasos de nuestros iguales y de las figuras de autoridad, pero no estamos tan dispuestos a adaptarnos a otros cuando se trata de entrar en conflicto con nuestras creencias, observaciones y preferencias. Nos vemos como seres únicos, no como nudos de una red social que se extiende por el espacio y hacia atrás en el tiempo. Cuando desempeñamos una acción, nos gusta tener la sensación de control y de estar tomando nuestras propias decisiones. A la hora de hacer razonamientos, las personas WEIRD tendemos a buscar categorías y reglas universales con las que organizar el mundo, y proyectamos en la mente líneas rectas para comprender patrones y anticipar tendencias. Simplificamos fenómenos complejos, descomponiéndolos en sus elementos discretos y asignándoles a estos propiedades o categorías abstractas, ya sea suponiendo tipos de partículas, patógenos o formas de ser. A menudo obviamos las relaciones entre las partes o las similitudes entre fenómenos que no se ajustan de forma clara a las categorías que nos formamos. Por eso, sabemos mucho sobre cada árbol, pero a menudo no vemos el bosque.

Las personas WEIRD también somos particularmente pacientes y a menudo trabajadoras. Mediante una poderosa capacidad de autocontrol, podemos postergar la gratificación de las recompensas financieras, el placer y la seguridad a un momento futuro, a cambio de una cierta incomodidad e incertidumbre en el presente. De hecho, la gente WEIRD a veces encuentra placentero el trabajo duro y concibe la experiencia como purificadora. Paradójicamente, y a pesar de nuestro fuerte individualismo y nuestra obsesión con nosotros mismos, las personas WEIRD tendemos a ceñirnos a reglas o principios imparciales y podemos ser bastante fiables, honestas, ecuánimes y cooperativas con respecto a los forasteros o los desconocidos. Tanto es así que, en relación con la mayoría del resto de las poblaciones, los WEIRD mostramos, hasta cierto punto, menos favoritismo hacia nuestros amigos, familias, gente de la misma etnia y comunidades locales que otros grupos. Pensamos que el nepotismo está mal y fetichizamos principios abstractos por encima del contexto, la viabilidad, las relaciones y la conveniencia.

En lo emocional, es común que los WEIRD nos dejemos sacudir por la culpa, cuando no cumplimos con los criterios y aspiraciones que nos inspira la cultura pero que son en gran medida autoimpuestos. En la mayor parte de las sociedades que no son WEIRD, es la vergüenza, y no la culpa, la que impera sobre la vida de las personas. Los individuos se avergüenzan cuando ellos mismos, sus familiares o incluso sus amigos no cumplen con los criterios que sus comunidades les han impuesto. Alguien puede, por ejemplo, “quedar mal” ante el juicio de los ojos ajenos si su hija se fuga con alguien externo a su círculo social. Por nuestra parte, las personas WEIRD podríamos sentirnos culpables por echar la siesta en lugar de ir al gimnasio, incluso aunque no sea una obligación y nadie se vaya a enterar. La culpa depende del propio criterio y la autoevaluación, mientras que la vergüenza descansa en estándares sociales y el juicio público.

Se trata tan solo de algunos ejemplos, la punta de ese iceberg psicológico donde se incluyen aspectos de la percepción, la memoria, la atención, el razonamiento, la motivación, la toma de decisiones y los juicios morales. Sin embargo, ¿de qué modo se volvieron las poblaciones WEIRD tan peculiares psicológicamente?, ¿por qué son distintas?

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Rastreando las piezas de este rompecabezas en el tiempo, hasta la Antigüedad tardía, veremos que una secta cristiana llevó consigo la diseminación de un particular paquete de normas sociales y creencias que alteraron de forma radical el matrimonio, la familia, la herencia y la propiedad en algunas partes de Europa durante siglos. Semejante transformación de las bases de la vida familiar puso en marcha un aparato de cambios psicológicos que alentó unos esquemas novedosos de urbanización y alimentó el comercio impersonal, al tiempo que suscitó la proliferación de organizaciones voluntarias, desde gremios mercantiles y poblaciones con estatuto propio hasta universidades y órdenes monásticas transregionales, las cuales eran gobernadas por normas y leyes de nuevo cuño cada vez más individualistas. En el proceso de explicar la psicología WEIRD, también arrojaremos luz sobre la naturaleza exótica de la religión, el matrimonio y la familia WEIRD. Si no sabías que nuestros sistemas religiosos, matrimoniales y familiares eran tan extraños, abróchate el cinturón.

Entender cómo y por qué algunas poblaciones europeas llegaron a ser psicológicamente peculiares hacia finales de la Edad Media también nos ayudará a esclarecer otro gran enigma, el del “auge de Occidente”. ¿Por qué las sociedades de la Europa occidental se hicieron con una porción tan grande del mundo a partir de más o menos 1500? ¿Cuál es la razón de que, a finales del siglo XVIII y desde esta misma región, comenzase a manar un crecimiento económico, impulsado por las nuevas tecnologías y la Revolución Industrial, que daría lugar a las distintas oleadas de la globalización que aún siguen sacudiendo el mundo en la actualidad?

Si, desde la órbita correspondiente, un equipo de antropólogos alienígenas hubiese llevado a cabo una investigación sobre la humanidad en el año 1000 de la era común, o incluso en 1200, jamás se habrían imaginado que las poblaciones europeas llegarían a dominar el planeta durante la segunda mitad del milenio. Lo más probable es que, en su lugar, hubiesen apostado por China o por el mundo islámico. Lo que habrían pasado por alto desde su peana orbital es la silenciosa fermentación de una nueva psicología durante la Edad Media en algunas comunidades europeas, una psicología proto-WEIRD que gradualmente iría sembrando las bases para el surgimiento de los mercados impersonales, la urbanización, los gobiernos constitucionales, la política democrática, las religiones individualistas, las sociedades científicas y una innovación incesante.

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