‘Hurricane’: la canción de Bob Dylan que sacó a un hombre de la cárcel pero que él no ha vuelto a tocar nunca
Hace 45 años, el Nobel publicó una canción que clamaba contra la detención injusta del boxeador Hurricane Carter. Tras conseguir que su caso fuera revisado, Dylan reniega de ella
En 1954, Rubin Carter se fugó del reformatorio en el que cumplía condena por robo con agresión. Tenía 17 años, había pasado seis de ellos privado de libertad, carecía de estudios y, para evitar una nueva detención, se alistó en el Ejército de los Estados Unidos. Tras el periodo de instrucción, las autoridades militares –que nunca comprobaron sus datos personales o, si lo hicieron, pasaron por alto sus antecedentes penales– lo destinaron a Alemania. Allí, en sus ratos libres comenzó a practica...
En 1954, Rubin Carter se fugó del reformatorio en el que cumplía condena por robo con agresión. Tenía 17 años, había pasado seis de ellos privado de libertad, carecía de estudios y, para evitar una nueva detención, se alistó en el Ejército de los Estados Unidos. Tras el periodo de instrucción, las autoridades militares –que nunca comprobaron sus datos personales o, si lo hicieron, pasaron por alto sus antecedentes penales– lo destinaron a Alemania. Allí, en sus ratos libres comenzó a practicar el deporte que le cambiaría la vida: el boxeo.
Púgil de potente pegada y gran personalidad, Carter, al que no tardaron en apodar Hurricane, se ganó la admiración de los aficionados, que disfrutaban de sus espectaculares combates, muchos de los cuales solían acabar por KO. Pero en 1964 se enfrentó al campeón de los pesos medios Joey Giardello, que retuvo el título después de que los jueces le dieran ganador por puntos. Esa derrota marcaría el inicio de la decadencia de la carrera de Carter, que no volvería a competir por un campeonato importante.
A pesar de que el boxeo le había dado cierta estabilidad económica y emocional, Hurricane nunca había abandonado completamente el mundo de la delincuencia y el hampa. Por eso, cuando en junio de 1966 la policía de Nueva Jersey tuvo que buscar a los culpables de un triple asesinato cometido en un bar de esa localidad, Rubin Carter y su amigo John Artis fueron detenidos. Los dos tenían antecedentes penales, los dos eran boxeadores, los dos eran negros.
Un caso como otro cualquiera
El caso de Hurricane Carter no se diferenciaba demasiado de otras injusticias cometidas contra afroamericanos en Estados Unidos. Aunque las leyes de segregación racial de Jim Crow se habían derogado hacía pocos meses, el estamento judicial estaba formado mayoritariamente por hombres blancos, que trabajaban al servicio de una ciudadanía con arraigados prejuicios raciales. Por tanto, no resultó chocante que el jurado del caso Carter-Artis resolviera condenar a los dos hombres a tres cadenas perpetuas cada uno, basándose únicamente en pruebas circunstanciales y testimonios falsos.
Las historias como las de Rubin Carter estaban tan normalizadas en la época, que el veredicto no llamó la atención de los medios de comunicación. Las grandes cabeceras como The New York Times no informaron de la caída en desgracia del boxeador negro. De hecho, Carter hubiera quedado en el olvido de no ser porque destacados intelectuales de la época se hicieron eco de la injusticia de la que había sido víctima. “Había escrito sobre boxeadores, así que el tema no era nuevo, pero no había pensado en Hurricane porque no sabía ni que existiera”, recordaba Bob Dylan en el documental Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese. De hecho, fue a principios de los setenta cuando, tras leer The Sixteenth Round —el libro que Carter había escrito en la cárcel, en el cual narraba los pormenores de su caso— Dylan decidió implicarse en el asunto e ir a visitarlo a la Prisión Estatal de Trenton.
“Que yo recuerde, estuvimos allí casi todo el día. Llegamos por la mañana y nos fuimos cuando era de noche”, comentaba Dylan, al que la personalidad de Carter le impactó especialmente: “Vi que su filosofía y la mía iban por el mismo camino y no se llega a conocer a mucha gente como esa, con la que sabes que recorres mentalmente el mismo camino”. Una sensación que también era compartida por el boxeador: “Dylan era diferente a la gente que venía a verme. Los demás preguntaban lo obvio. ‘Rubin, ¿eres culpable? ¿Cometiste el crimen?’. Pero Dylan no preguntaba eso, para nada. Parecía que buscara otra cosa. Era como si dijese: ‘¿Quién eres, tío?’”.
Problemas legales
En la época en la que Dylan conoció a Hurricane Carter, el artista estaba trabajando en Desire, LP publicado por Columbia en enero de 1976, que alcanzó el primer puesto de la lista Billboard gracias a temas como Romance in Durango, One More Cup of Coffee (Valley Below), Sara y, especialmente, Hurricane, una de las pocas canciones protesta grabadas por Dylan en la década de 1970.
Con objeto de dar a conocer la historia de Carter, Dylan quiso aprovechar el músculo promocional de CBS, propietaria de Columbia, y exigió a la compañía que el primer single que se lanzase de Desire fuera Hurricane. La propuesta fue recibida con cierta reticencia por parte de la discográfica, que puso como condición regrabar el tema, después de que su equipo de abogados advirtiera de que algunas de las estrofas podrían dar lugar a demandas por parte de las personas mencionadas en la canción.
Resueltos los problemas legales, Dylan incorporó Hurricane al repertorio de su gira Rolling Thunder Revue que, el 7 de diciembre de 1975, actuó en la prisión de Clinton en la que estaba recluido Carter. Ese día, Dylan, acompañado por, entre otros músicos, Joni Mitchell y Joan Baez, tocó ante los reclusos, las autoridades penitenciarias y la prensa, como avance al que sería el gran evento en apoyo del boxeador: un concierto en el Madison Square Garden destinado a recaudar fondos para sufragar los gastos de la apelación que, gracias a la repercusión mediática de Dylan, llegó en febrero de 1976.
El ‘no’ no existe
“Si los tribunales dicen ‘no’, seguiremos luchando. El ‘no’ no existe. Solo existe el ‘sí”, había declarado Hurricane Carter a los periodistas que asistieron al recital en la prisión de Clinton. Lo que nadie esperaba después de las nuevas pruebas aportadas por sus abogados y del revuelo mediático generado por Dylan, era que el juez fallase en su contra y confirmase las cadenas perpetuas.
A pesar del revés judicial, Carter y Artis continuaron su lucha como habían anunciado y, en 1985, les fue concedida otra apelación. En esa ocasión, el juez encargado reconoció que el proceso había estado contaminado por prejuicios racistas, que la sentencia se basó en falsos testimonios y dictaminó que fueran puestos en libertad. Para entonces, Dylan hacía mucho tiempo que no tocaba Hurricane en directo. A pesar de ser una de sus canciones más populares, la última vez que el tema sonó en uno de sus conciertos fue el 25 de enero de 1976 en Houston, cuando todavía quedaban por delante más de 20 fechas de la Rolling Thunder Revue.
No está claro el porqué de esa decisión. Una de las razones podría ser que el artista renegaba de una canción que, desde su publicación, había sido controvertida y criticada por aquellos que defendían la culpabilidad de Carter. Según ellos, las licencias poéticas de Dylan habían sido excesivas, lo que daba una imagen distorsionada del boxeador y de los hechos ocurridos en 1966. Esa explicación, sin embargo, contrasta con el buen recuerdo que Dylan guarda de la canción. A pesar de su proverbial parquedad y hermetismo, el artista de Minnesota no tuvo problema en hablar con detalle de Hurricane en el documental Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese. Por si eso no fuera prueba suficiente, The Rolling Thunder Revue: The 1975 Live Recordings —caja de 14 CD lanzada por CBS en 2019 con motivo del estreno de dicho documental— incluye hasta siete versiones diferentes del tema, un dato que casa mal con la voluntad de sepultar la canción en el olvido.
Por tanto, la razón para esa negativa tal vez esté en unas declaraciones realizadas por Julien Levy, hijo de Jacques Levy, coautor de gran parte de las letras de Desire. Según Levy, su padre le comentó que la ausencia de Hurricane en los conciertos de Dylan, respondía a que canciones como esa “son largas, difíciles de recordar y en su lugar pueden interpretarse dos o tres diferentes”. En todo caso, y tratándose de la relación entre Levy y Dylan, tampoco hay que descartar que la decisión se debiera a problemas en los repartos de los derechos de autor. Recientemente, la viuda de Levy ha perdido una demanda millonaria en la que reclamaba la parte correspondiente a los derechos de su esposo, interpuesta después de que Dylan vendiera en diciembre de 2020 su catálogo de canciones a Universal. Por último, y aplicando la navaja de Ockham a la vida del músico de Minnesota, es bastante plausible que Dylan dejase de interpretar Hurricane sencillamente porque sus intereses musicales fueron decantándose hacia al folclore estadounidense más añejo, al tiempo que se alejaban del rock más setentero.
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