Borja Iglesias, el delantero comprometido: “No me preocupa lo que la gente que difunde odio piense de mí”

El deportista compostelano se ha convertido en un referente por romper el estereotipo de lo que debe hacer un futbolista y plantarse en contra de la homofobia, el racismo o la extrema derecha

Borja Iglesias, en Madrid, vestido de Sandro.Ayub El Kadmiri

El pasado 23 de septiembre, un día después del partido entre el Celta de Vigo y el Athletic de Bilbao en San Mamés —que terminó con victoria local—, surgió un hilo en X: un aficionado del Athletic agradece a Borja Iglesias, delantero del equipo rival, el cariño que le dedicó a su hijo de seis años después del encuentro. El jugador le regaló su camiseta, le abrazó y le dio un beso. “En esta vorágine que es el fútbol moderno, que casi ha dejado de ser deporte para ser solo negocio, eres un ejemplo del que muchos deberían aprender”, escribe el usuario en uno de los varios mensajes que postea. Es más que raro que un aficionado le dedique este tipo de mensajes a un jugador del equipo rival. Y sería relativamente frecuente que, en las distancias cortas, tanta bonhomía fuera puro postureo. Pero resulta que Borja Iglesias (Santiago de Compostela, 31 años) es tan amable como parece.

El día de nuestra cita me recibe con sus perros, Himba y Rufo, en la puerta de su casa en Santiago. Viste ropa cómoda, me ofrece un café. Es un piso diáfano y lleno de estanterías con ensayos y novelas; también hay una zona de videojuegos y, en la entrada, un enorme basquiat. “Cuando era más joven, Santiago se me hacía pequeño. Ahora valoro lo bueno: la comodidad, la cercanía con mi familia y amigos y estar en Galicia. Estoy disfrutando muchísimo”, dice el futbolista mientras miro una cafetera con aspecto profesional, una de sus últimas obsesiones. “En Alemania incluso hice un curso de barista. Soy capaz de hacer el típico corazón, pero me cuesta ir más allá”, ríe. “Me encanta descubrir todas las variedades de café y prepararlo para la gente que quiero”, informa un futbolista que empieza a ser experto en romper los clichés de su profesión.

“Hace años el estándar parecía decir que solo había que jugar al fútbol. Pero eso ha cambiado. En todo el mundo, las nuevas generaciones tienen más intereses, y se explora sin miedo. Yo nunca he hecho nada que perjudique mi trabajo. Incluso salir de fiesta. No es que no podamos, sino que hay que encontrar el momento adecuado, en días libres y sin acabar fatal. Nunca si tienes entrenamiento y, por supuesto, jamás si tienes partido”, advierte.

Borja Iglesias viste Emporio Armani.Ayub El Kadmiri

Borja Iglesias juega en el Celta de Vigo cedido por el Real Betis. La temporada ha empezado bien: su segundo gol con el Celta, fue el número 100 que marca en la liga. Va y viene todos los días de Santiago a Vigo para entrenar. Se tarda una hora en coche, pero le compensa. El delantero afronta una nueva etapa en su ya larga carrera, que empezó en 2013. Podría estar ante el final del trayecto que empezó cuando se fue de Galicia por primera vez. Tenía 14 años. En los últimos 12, ha jugado en el Espanyol; ha ganado una Copa del Rey con el Betis; en 2022 debutó en la Selección y la temporada pasada formó parte del equipo revelación en Europa: el Bayer Leverkusen, un club alemán fundado hace 120 años que en 2023 ganó por primera vez en su historia la liga germana y, además, sin perder ningún partido. Pero este año Iglesias ha vuelto al Real Club Celta de Vigo, la escuadra con la que se formó y debutó en Primera División.

El día de su presentación oficial como jugador celeste, tenían una sorpresa para él: estaban su hermana, sus padres y sus amigos. Pero también alguien con quien no contaba, su abuela Teresa, la que le crio cuando sus padres trabajaban. Apareció en mitad del acto, ayudándose de unas muletas. Iglesias rompió a llorar. “Fue muy guay. No tenía ni idea de que iba a pasar”, comenta ahora. “Volver aquí es genial por estas cosas. Saber que puedo ir a darle un abrazo en cualquier momento. Ha estado presente toda mi vida y ahora la tengo a dos minutos en coche”.

En su día, Borja Iglesias quiso quedarse y triunfar en el Celta, pero había demasiados jugadores de su posición y el equipo no le garantizaba ser titular. Surgió una buena oportunidad para adquirir más protagonismo y se fue al Espanyol. Al ser de la casa, hubo a quien le dolió su marcha. “Entonces no fue lo que yo quería. Pero se ha dado ahora y es un momento muy bonito. Quiero que lo disfrutemos todos. Me encanta acompañar a los nuevos jugadores con mi experiencia”. El delantero ha tenido momentos muy buenos en su carrera, pero también irregulares. Lo asume. “Hay que ser autocrítico y fiarte de quien está contigo. Ni el día que te dicen que eres bueno eres el mejor del mundo ni cuando juegas mal eres el peor”, concluye.

El futbolista lleva plumífero, camiseta y pantalón Dsquared2 y zapatillas Hidn-Ander.Ayub El Kadmiri

El buen carácter de Iglesias es incluso más fuerte que la tonelada de mensajes de odio que le han llegado por redes sociales en los últimos años. ¿La causa? Pintarse las uñas en apoyo al movimiento Black Lives Matters, por ejemplo. Ha sido insultado con mensajes homófobos e incluso hubo quien cuestionó su rendimiento por apoyar causas sociales. Pero siguió pintándose las uñas, y pese a no pertenecer al colectivo LGTBIQ+, hizo una campaña contra la homofobia solo hace un año.

—¿Hemos mejorado en eso?

—Un poco de todo. Creo que la tendencia es ir aceptándolo. Estamos en el proceso de mostrarnos cada vez más libres, como somos, pero queda mucho por mejorar. Que a mí me pongan 10 ó 100 comentarios en redes sociales me da igual, pero si alguien sufre porque no tiene un espacio, porque se siente juzgado o le tratan mal… Joder, ahí tenemos un problema serio.

—Son pocos los futbolistas que salen del armario.

—Hay que asumir muchos riesgos. Lo normal sería que seas como seas todo el mundo te respetase, pero a veces no pasa.

—¿Y respecto al racismo?

—Hay conductas que tienden a ser racistas y muchas dinámicas que están instauradas de una manera en la que a veces no somos ni conscientes. Sabes que hay ciertas actitudes y pensamientos que son de esa forma porque han sido así siempre y la verdad es que deben cambiarse. A lo que se refiere Vinicius muchas veces es que se normalizan situaciones en estadios de fútbol que no se debería. Es importante hablar de ellas y señalarlas. Así se pueden detectar y cambiarlas.

Iglesias nunca ha apoyado en público a ningún partido político. No obstante, para las últimas elecciones pidió el voto al progresismo. ¿Le da miedo la extrema derecha? “Quiero defender principios como el respeto, la igualdad o evitar el abuso de poder y el odio. Temo a la extrema derecha porque no tiene límites. No me gusta que no respeten ciertos valores sociales, o los derechos humanos. Quiero que quien vote no piense solo en sí mismo, sino también en su comunidad y en quien sufre”, zanja.

No es muy común entre los futbolistas implicarse en causas sociales. El eterno debate: ¿deberían hacerlo más? “Lo importante es que quien quiera hacerlo que lo haga y no se sienta cohibido. Que seas futbolista no significa que no puedas opinar. Lo que pasa es que tenemos más responsabilidad, porque tenemos más alcance social”, reflexiona. “Entiendo que haya algunos que no quieran hacerlo. Pero hay cosas que a mí de verdad me influyen como ser humano y, para mí, eso es más importante que mi profesión. Ante lo injusto, tomo partido. Si hay algo que me molesta me posiciono, porque creo que eso es ayudar. Por ejemplo, cuando Mbappé se posiciona contra la extrema derecha sabe la repercusión que tendrá [en la Eurocopa de 2024, en plenas elecciones legislativas en Francia, el jugador criticó los posicionamientos de Le Pen]. Es una persona privilegiada. Si se posiciona tan claramente, al menos escuchémosle con respeto. Él no gana nada haciéndolo. Lo critican por querer ayudar a otros”.

Hace dos años, en Sevilla, pegaron pegatinas lgtbifóbicas en los aledaños del Benito Villamarín. Un aficionado contactó con Borja Iglesias y él lo trasladó al club para retirarlas. También cosechó detractores por ello. “Lo que no voy a hacer es preocuparme por lo que piensa de mí la gente que difunde odio. No quiero caerle bien a todo el mundo y me he posicionado con ciertos temas”. ¿El fútbol, entonces, va más allá del entretenimiento? “Yo, independientemente de dónde juegue o cómo juegue, soy yo. No posicionarme en ciertos temas me genera malestar. No es que hacerlo me siente bien, pero ignorarlo me come la cabeza”, dice. Respondo que esas palabras recuerdan al Odio a los indiferentes del filósofo Antonio Gramsci, que ya a principios del siglo XX criticó a quienes no tomaban postura. “Sí, un poco”, asiente. “Es esa sensación de decir: ‘Joder, tendría que por lo menos haber sido más proactivo en esto’. Alguna vez no me he posicionado y lo he pasado mal”.

Ayub El Kadmiri
Ayub El Kadmiri

El jugador tomó partido de nuevo cuando Luis Rubiales fue denunciado por la agresión sexual a Jenni Hermoso: Iglesias rechazó volver a jugar en la Selección Española si era convocado. También apoya el fútbol femenino y apuesta por ceder y compartir espacios. “Las chicas jóvenes ahora empiezan a tener referentes súper exitosas y es genial”, dice. El gallego representa en el fútbol un tipo de hombre alejado del típico alfa: más emocional, consciente de sus privilegios y menos patriarcal. “El fútbol es un espacio fantástico para mostrar las diferentes masculinidades. Cada uno debe entender la masculinidad desde su prisma. Intentar hacerlo, y mostrarlo, es bueno. Romper estereotipos y deconstruirnos es positivo, lo primero, para nosotros mismos”, afirma.

“Hacen falta más pandas”, rezaba el cartel del hijo de aquel usuario de X a quien Iglesias regaló su camiseta. Panda es el apodo que se ganó por la canción del mismo nombre del rapero estadounidense Desiigner. Él dice que escucha de todo, pero últimamente, sobre todo, Fred Again y el último disco de Childish Gambino. De lo nacional se declara fan del enigmático rapero Hoke o de su compatriota gallego, Baiuca. “Me encantan los artistas que no tienen miedo a innovar y buscan sonidos nuevos, como Álex [Baiuca]”. También escucha al emergentísimo Claudio Montana. “¡Es buenísimo!”, exclama. Desde hace un tiempo, Iglesias también hace de DJ en su casa, durante sus tardes libres (“me flipa porque descubro música nueva y me ayuda a evadirme. Si no repercute negativamente a mi trabajo, ¿por qué voy a esperar 10 años a hacerlo?”, reflexiona). Y ha hecho sus pinitos como entrevistador en Panda y Pino, el podcast que comparte en el actor Adrián Pino: juntos, han departido con Alba Reche, Recycled J o Lola Rodríguez. “Ser futbolista te ayuda a conocer a gente muy guay”, resume.

La misión del fútbol más allá del marcador es algo que el jugador tiene muy claro: el altavoz en el que se ha convertido tiene un poder de influencia en los jóvenes superior a cualquier medio de comunicación. A Borja Iglesias se le da bien marcar goles. Ante el Valladolid anotó el tercero en su cuenta, le valió para conseguir la victoria, colocar al equipo en quinta posición y ser elegido como mejor jugador del partido. En este momento es, junto con Iago Aspas, el máximo goleador del Celta. Pero, afortunadamente, a Borja Iglesias le interesan muchas cosas además del noble arte de marcar goles.

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