Courtney Barnett, la cantautora australiana que reina en los festivales: “Hacer cosas que no te apasionan solo trae resentimiento e infelicidad”
Después de una ruptura con su novia, la cantautora australiana publica un disco sobre saber esperar y tomarse tiempo para las cosas, algo que no parece reflejarse en una carrera meteórica que la ha convertido en una musa ‘indie’
A Courtney Barnett (Sydney, Australia, 1987) no le da la vida. Acaba de llegar a casa, agitada, con prisas, y mientras se conecta por Zoom a la entrevista está bebiendo agua para aplacar un ataque de tos, preparándose un café y haciendo un hueco en la mesa de la cocina para aposentarse. Todo eso con las dos únicas manos reglamentarias. Y sin salirse ni por un instante del ángulo de visión de la cámara del móvil. Todo un prodigio de coordinación.
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A Courtney Barnett (Sydney, Australia, 1987) no le da la vida. Acaba de llegar a casa, agitada, con prisas, y mientras se conecta por Zoom a la entrevista está bebiendo agua para aplacar un ataque de tos, preparándose un café y haciendo un hueco en la mesa de la cocina para aposentarse. Todo eso con las dos únicas manos reglamentarias. Y sin salirse ni por un instante del ángulo de visión de la cámara del móvil. Todo un prodigio de coordinación.
En tan solo ocho años, Barnett se ha consolidado como una de las cantautoras más interesantes del rock independiente (si es que ese adjetivo sigue teniendo algún significado medianamente coherente hoy en día) gracias a tres discos: Sometimes I Sit And Think, And Sometimes I Just Sit (2015), Tell Me How You Really Feel (2018) y Things Take Time, Take Time, publicado a finales de 2021 y algo más reposado que sus inicios semigrunge. Por el camino también ha caído un elepé en colaboración con Kurt Vile, con el que publicó a medias Lotta Sea Lice (2017).
Además, ha tocado mucho en directo, casi como si lo fueran a prohibir, convirtiéndose en una cara habitual de los mejores festivales del mundo. En el Primavera Sound barcelonés, sin ir más lejos, ya lleva tres apariciones (en 2014, 2019 y 2022). “Me encantan las giras, visitar diferentes ciudades, actuar, pero no puedes estar todo el tiempo así porque es agotador. Y también me apasiona el trabajo en el estudio”, asegura desde su hogar en Melbourne, en una de esas escalas entre gira y gira.
Recuerda su adolescencia escuchando los discos de su hermano, cuatro años mayor que ella. “Era una mezcla un poco noventera: Nirvana, No Doubt y Michael Jackson”, admite. “Y tampoco había tantos cedés en casa, la verdad. Así que los pocos que teníamos los poníamos una y otra vez, en bucle”. Reconoce que, en esa etapa formativa, nunca tuvo grandes sueños o aspiraciones musicales. “Cuando era una cría lo único que quería era crecer y encontrar un trabajo cuanto antes para poder independizarme. Me encantaba la idea de trabajar. En lo que fuera. Sí, sé que suena un poco extraño”, bromea. “Me gustaba mucho la música, aunque jamás pensé que podría dedicarme a ella profesionalmente”.
Poco después se matriculó en la Universidad de Tasmania para estudiar arte (de ahí sale su costumbre de diseñar todas sus portadas), mientras se ganaba la vida repartiendo pizzas a domicilio. A partir de 2010 se unió a sus primeras bandas, Rapid Transit e Immigrant Union, pero pronto se centró en sus propias composiciones. “En aquella época lo máximo a lo que podía aspirar era llegar a grabar algún día un single y tener una audiencia de cinco personas delante del escenario que desearan escuchar mis canciones”, comenta.
Público tenía, lo que le faltaba era una discográfica, así que en 2012 decidió fundar la suya, Milk! Records, desde donde sigue editando sus propios lanzamientos. “Empecé con el sello hace una década, es como si siempre hubiera estado ahí. Nunca me interesó tener un control total sobre mi música, lo que pasaba es que al principio nadie quería publicar mis temas, así que no me quedó más remedio que hacerlo de este modo. Así, además, puedo apoyar a artistas a los que admiro”. En esa lista de amigas de la casa (hay mayoritaria presencia femenina, claro) están Sleater-Kinney, Tiny Ruins, Chastity Belt o Jen Cloher, expareja de Barnett y antigua colaboradora suya.
De hecho, Things Take Time, Take Time es el primer disco tras la ruptura entre ambas. De ahí, quizá, el título, con esa llamada a la calma. “Me parece muy bonita la idea de saber esperar, de aprender a vivir con esa paciencia en cualquier aspecto de nuestras vidas, no solo en el amor”, explica. “En demasiadas ocasiones pasamos a toda velocidad por situaciones que no sabemos manejar bien en ese momento. El amor, la melancolía o, incluso, la frustración tienen sus propios ritmos. Todos ellos bastante incontrolables, por cierto”. Una clase de filosofía vital que entronca con la emocionante Need A Little Time, uno de los singles de su anterior álbum.
Sin embargo, su caso no encaja con la mitología del artista atormentado: “Pero sí que necesito una especie de bruma romántica. No creo que tenga que estar en un estado mental determinado para escribir una buena letra. Aunque, sí, las canciones tristes suelen aparecer más fácilmente si te encuentras en esa situación”. Y añade: “La música es como una terapia. Ayuda a que mi cabeza no esté dando vueltas sobre los mismos asuntos y me ayuda procesar un montón de ideas y pensamientos”.
En 2021, Barnett sacó tiempo para participar en I’ll Be Your Mirror: A Tribute To The Velvet Underground & Nico, un elepé homenaje a la retorcida banda neoyorquina, con una versión del tema titular. El álbum es una suerte de all-star indie en el que se dan cita Iggy Pop, Michael Stipe, Sharon Van Etten, St. Vincent, Thurston Moore o Bobby Gillespie. “Siempre he sido una gran fan del grupo, sobre todo de su debut. Y I’ll Be Your Mirror, en concreto, es una canción abrumadora, algo inalcanzable”, declara.
Lo último que tiene entre manos es Anonymous Club, un documental dirigido por Danny Cohen, recién estrenado en Australia (y que se podrá ver a finales de 2022 en Europa), que repasa la última etapa de su carrera. “Danny es un gran amigo y un sensacional realizador y fotógrafo. Estuvo siguiéndome con su cámara durante tres años allá donde yo fuera de gira, incluso en los instantes más íntimos. Creo que ha quedado una película bastante sutil y curiosa”.
La sinopsis del filme la define como “una anti-influencer y una enérgica artista femenina en conflicto consigo misma”. ¿Ambas afirmaciones son ciertas? “¡Qué dramático! Bueno, ya se sabe cómo son las notas de prensa… ¡Si ni siquiera sé lo que es una anti-influencer!”, espeta. “No es que odie las redes sociales, porque las sigo usando, pero no tanto como solía. Hubo un punto en mi vida en el que me di cuenta de que me pasaba todo el día conectada, mirando cosas random y sin terminar de hacer lo que tenía planeado”. ¿Alguien en la sala con una problemática similar? Aquí el consejo de Barnett: “Yo ahora solo me conecto a mis redes una vez a la semana. O, al menos, eso intento”.
¿Una última recomendación para artistas emergentes? “Trabaja duro en lo que crees y continúa haciendo lo que te gusta, aunque pienses que no te va a llevar ningún sitio. La frase suena muy manida, pero es cierta. En el momento en el que empiezas a hacer cosas que no te apasionan, por el motivo que sea, lo único que puedes conseguir es resentimiento e infelicidad”.
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