Baiuca: “Algunos consideran que lo que llega de Madrid es tóxico o negativo para los gallegos”
El artista gallego ha creado una mezcla inconfundible de tradición oral y electrónica que presentará, el próximo junio, en el Festival Paraíso de Madrid
Hacen música en gallego e inequívocamente gallega. Tras Baiuca está Alejandro Guillán (Catoira, Pontevedra, 32 años), que en sus dos álbumes Solpor y Embruxo apuesta por una mezcla de lo contemporáneo y lo tradicional y, sobre todo, lo bailable. En la última edición de los premios MIN se llevó los galardones a la mejor grabación ...
Hacen música en gallego e inequívocamente gallega. Tras Baiuca está Alejandro Guillán (Catoira, Pontevedra, 32 años), que en sus dos álbumes Solpor y Embruxo apuesta por una mezcla de lo contemporáneo y lo tradicional y, sobre todo, lo bailable. En la última edición de los premios MIN se llevó los galardones a la mejor grabación de música electrónica y mejor álbum en gallego. Ha agotado localidades en París, ha hecho una gira por México y tiene conciertos pendientes en Estados Unidos. Pero antes recalará en el Festival Paraíso de Madrid el 25 de junio. Hablamos con él en Barcelona, donde reside.
Criado entre Catoira y Vilagarcía de Arousa (Pontevedra), siempre tuvo claro que quería dedicarse a la música. “Ser siempre el protagonista en una fiesta de cumpleaños o en la escuela me gustaba. Enseguida empecé a tocar y a subirme a escenarios”. En el proceso de convertirse en músico tradicional ha citado como referencias al gaiteiro Carlos Núñez, pero también a Golpes Bajos o a El Guincho: “En el caso de El Guincho fue un boom para mí ver cómo con samplers de discos se podía hacer música nueva. Lo había escuchado en el hip hop pero nunca me lo imaginaba con otro tipo de música. Me voló la cabeza”.
Empezó haciendo synthpop con el nombre de Alex Casanova. ¿Qué pasó con esa identidad? Era un proyecto en el que jugaba a hacer un papel; el que aparecía en el escenario no era mi yo tal cual. Quería saber qué podría hacer en el pop sin cantar bien, fue un reto. Llega un momento de madurez en el que empiezas con otro punto de vista y otras ideas. Cuando empecé como Baiuca me puse una máscara porque no sabía si a la gente le iba a gustar. Por suerte, salió bien.
Mezclar electrónica y música tradicional genera divisiones. Solemos pensar que cuando se toca lo tradicional a alguien no le va a gustar. Si tú vas de flamenco pero haces algo más evolucionado, se genera un revuelo. Estoy pensando en El Niño de Elche, que hay gente que cree que es flamenco al uso pero luego van a un festival, ven que es otra cosa y claro… él ya lo dice, que se considera antiflamenco.
Su música se ha descrito de mil maneras, de electrónica gallega a música para ambientar un akelarre. ¿Qué se considera usted? Yo vengo del pop ligado a la electrónica, que es lo que a mí más me interesa y en lo que me siento cómodo. Es un proyecto que a través de la electrónica toca temas tradicionales y gallegos, pero con loops. Si hace 100 años los músicos con una gaita hacían la fiesta, ahora se hace con otros elementos.
Algo que llama la atención en su trabajo es la ausencia casi total de gaitas, considerado el instrumento totémico de la música gallega. En lugar de ellas, prefiere emplear percusión y voces de mujeres. El universo femenino tiene tanto peso en las canciones porque realmente han sido las mujeres las que han mantenido la tradición y la han evolucionado a través de la pandereta y el canto tradicional. Me gusta que éste haya sido el camino porque se le ha dado visibilidad al canto gallego y a las mujeres. La gaita sí tuvo un momento en los noventa importante. Ahora estamos al revés: la gaita no tiene casi un peso en la sociedad pero el canto, sí.
Cuando quiere encontrar letras de cantigas tradicionales no va a buscar a las señoras de las aldeas, sino a los archivos digitales del Museo do Pobo Galego o al cancionero popular galego de Dorothé Schubarth. He tenido esta conversación con algunos amigos. ¿Vale la pena ahora mismo ir a las aldeas? Seguramente quedarán algunas señoras y algún señor que todavía mantengan esa esencia que se podía recoger hace 30 o 40 años. Pero ¿por qué no aprovechar el trabajo previo que han realizado otras personas antes y no volver al punto de inicio? Muchos de los cancioneros son de libre visualización y están para consultar online, eso me facilita mucho las cosas para crear música desde mi casa.
Descubrir la morriña
El proyecto surgió mientras vivía en Madrid. La emigración, uno de los temas que vertebra la identidad gallega desde el siglo XIX, también le ha servido de inspiración. En Madrid, antes de poder dedicarse en exclusiva a la música, tuvo un empleo en Primark. “Fue mi único trabajo alimenticio”, explica. “Llegué a Madrid, me puse a echar currículos en un montón de sitios, coincidió con la apertura de la tienda y me llamaron. Allí estuve dos o tres años, en el último momento compaginándolo con los conciertos, que además yo estaba ya de visual y tenía turnos de noche también… recuerdo que venía de tocar de Bilbao, llegaba a Madrid a las diez y media de la noche, entraba a trabajar a las doce y así y hasta las ocho de la mañana. No podía seguir. Mantener esos dos trabajos durante un tiempo me dejó ahorrar para tener un poco de colchón, arriesgar y poder dedicarme a la música”.
“El cambio de Madrid a Barcelona fue personal, porque mi pareja tenía cerca de aquí a su familia y decidimos venirnos. Tampoco había nada en Madrid que me atara como para sentir que no me podía mover de allí. De mi proyecto se ha hablado a veces como proyecto madrileño, como que los gallegos que están fuera no pueden hacer algo gallego. Lo veo en muchas cosas; hay ese tema de considerar que lo que viene de Madrid es algo tóxico o negativo para nosotros, y no sé… yo viví toda mi vida en Galicia, siempre tuve claro en los últimos años, cuando vivía entre Santiago y Vilagarcía, que quería hacer este tipo de proyecto y al final se dio cuando estaba en Madrid. Ahí descubrí la morriña, que era algo que ni me había interesado ni tenía, y de repente surgió en mí y la aproveché para crear. Ahora que vivo en Barcelona voy a Galicia dos o tres veces cada mes y paso allí unos días, así que ya no tengo este sentimiento de morriña, tengo uno diferente: el de pasar tiempo en Galicia y verla también con una perspectiva desde fuera. Creo que eso también me resulta interesante para crear desde otro punto de vista”.
De hecho ha conseguido gustar tanto en Galicia como cualquier lugar de España o incluso Francia, Italia, Inglaterra, Colombia o Ecuador. ¿Cómo se recibe la música actual gallega fuera de Galicia? Tuve una etapa en la que me interesaban mucho movimientos globales como Chancha Vía Circuito o Nicolas Jaar, artistas que hacían algo que tenía que ver con sus lugares de origen y lo mezclaban con ese punto de club que me gustaba. Me sirvió como un ejemplo de lo que podía hacer yo. Pensaba: “si ellos giran por todo el mundo y yo hago un proyecto también con esta relación, ¿por qué no voy a girar también yo?”. Desde el principio tuve claro que no iba a hacer música para que se quedara en Galicia.
Gracias esa posibilidad de que su música no se escuchase solo en Galicia, Baiuca y su grupo terminaron viviendo el golpe de Estado de Sudán en octubre de 2021: “Fuimos a tocar invitados por la embajada española, que organizaba un festival. Dentro de la experiencia estaba también conocer a artistas sudaneses y tocar con ellos. Llegamos un domingo por la noche, nos acostamos y a la mañana siguiente los cuerpos de seguridad de la embajada nos avisaron de que había un golpe de estado; cancelaron los aviones y hasta el viernes no pudimos salir. Nos quedamos en la residencia de la embajada. Pero al final parecía que se hablaba más del tema aquí: nosotros no teníamos conexión, no sabíamos nada. Cuando se dio el golpe, lo primero que hicieron los militares fue cortar las comunicaciones, obviamente. Estábamos aislados del mundo pero bien, había seguridad y estábamos en una casa.
¿Cómo ha vivido el fenómeno Tanxugueiras en el Festival de Benidorm? Es positivo que se ponga el foco en una música que no estaba en boca de todos. Los concursos también hay que tomarlos con calma. Ellas están trabajando bien y les irá muy bien. Pienso en Operación Triunfo, que salen de repente artistas con montones de fans y de escuchas y cinco meses después nadie se acuerda de ellos. Cuando tienes la oportunidad de tener un éxito global tienes que tener una estructura y una forma de trabajar que te permita que ese proyecto siga. Hay que aprovechar ese altavoz, y ellas lo harán.
Decía que va mucho a Galicia y tiene una visión tanto desde dentro como desde fuera, ¿cómo ve el momento actual de la cultura gallega? Cada vez mejor. Hay mucho potencial y estamos en un momento de inicio. Fui a los premios MIN hace un par de semanas y me sorprendió la cantidad de proyectos gallegos que se había allí ahí, creo que sí hay un momento de ebullición.
¿Cree que volverá a vivir allí en algún momento? Siempre he pensado que sí. No sé cuándo, pero en algún momento pasará. La música te permite vivir en cualquier lugar, así que será cuestión de ver cómo evoluciona la vida.
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