Sebastián Yatra: “Tener miedo al salir a la calle porque no sabes si vas a regresar te come por dentro”
El cantante colombiano, ídolo de millones, incesante autor de éxitos y ahora imagen de ‘Impact’, la última fragancia de Tommy Hilfiger, reflexiona sobre lo meteórico de su ascenso, la importancia de seguir cantándole al amor en tiempos sombríos o por qué la fe católica es clave en su carrera
El camino de Sebastián Yatra (Medellín, 1994) comenzó mucho antes de que canciones como Traicionera, Robarte un beso o Corazón sin vida, su más reciente éxito junto a Aitana, coparan las listas de lo más escuchado. Arranca con apenas 12 años, en la tarima del salón de actos de un colegio de Miami, a la que subió para representar un montaje estudiantil de High School Musical como trasunto del personaje in...
El camino de Sebastián Yatra (Medellín, 1994) comenzó mucho antes de que canciones como Traicionera, Robarte un beso o Corazón sin vida, su más reciente éxito junto a Aitana, coparan las listas de lo más escuchado. Arranca con apenas 12 años, en la tarima del salón de actos de un colegio de Miami, a la que subió para representar un montaje estudiantil de High School Musical como trasunto del personaje interpretado por Zac Efron. Desde entonces, este colombiano reflexivo y educado, de sonrisa perenne y agenda colmada, presume durante el transcurso de una videollamada con Icon de haber “ido sumando un ladrillo cada día” para cumplir su sueño.
Lo cierto es que la edificación levantada por Yatra durante los últimos cinco años es una de las más estables y envidiadas de la industria latina. Moviéndose entre la vigencia de los ritmos urbanos y la actualización de la balada noventera, en su historial se acumulan los números uno, las colaboraciones con iconos de la música y los millones de seguidores en redes sociales -hasta 24 en Instagram-. Su nueva consecución es la de haberse convertido en embajador de Impact, la última fragancia de Tommy Hilfiger, convencido, pese a lo sombrío de los tiempos, de que el impacto de una canción sigue pudiendo cambiar vidas.
¿Cómo consigue un veinteañero mantener los pies en la tierra cuando se convierte en una estrella internacional? Siento que me estuve preparando para esto toda mi vida. Esta carrera se trata de dar, de la música, no de la fama. No hay que darle tanta importancia porque todo da un millón de vueltas, nada debe cambiar nuestra esencia.
¿Ha contribuido en este sentido tu explícita fe católica? Muchísimo. Mi relación con Dios ha sido mi norte en los días grises, mi energía para levantarme cuando me he caído. En los momentos en los que siento que no puedo más, ahí está Dios.
¿Has tenido muchos de esos días grises? ¡Total! Mi meta en la vida es la de tomar pequeñas buenas decisiones todos los días para que el porcentaje de días grises sea mucho más pequeño que el de los coloridos.
Naciste en la Medellín de mediados de los noventa, justo después de la muerte de Pablo Escobar. ¿Tienes memoria de aquel tiempo? Recuerdo la inseguridad y la incertidumbre causadas por el narcotráfico, la guerrilla, los secuestros… Eso afectó a mi familia, a mis conocidos y a todo el país. Tener miedo al salir a la calle porque no sabes si vas a regresar te come por dentro. Gracias a Dios Colombia ha mejorado muchísimo este siglo, es un lugar más seguro y un paraíso turístico.
Con solo cinco años tu familia se mudó a Miami. ¿Te sentiste alguna vez discriminado? A mí no me ha pasado nada impactante, pero sí he visto ciertas situaciones y sentido ciertas cosas en algunos lugares. No solo hacia los latinos, sino también hacia los afroamericanos, asiáticos... El racismo no es cosa solo de Estados Unidos, sucede en todo el planeta y tenemos que combatirlo para eliminarlo poco a poco. Eso empieza por nosotros y nuestro círculo cercano.
Vivimos en un tiempo en el que se pide a las personalidades públicas que se mojen políticamente. ¿Sientes esa presión? Trato de no meterme mucho porque la política siempre nos termina dividiendo y cada persona tiene una opinión, dependiendo de sus vivencias y circunstancias. Pase lo que pase, opinando de política te vas a llevar uno, dos o cien ‘madrazos’. Las pocas veces que he dicho alguna cosa no creo que haya sumado mucho, quizá incluso ha restado.
Eres imagen de la nueva fragancia masculina de Tommy Hilfiger, Impact, que en su campaña de promoción nos anima a “convertirnos en quienes estamos destinados a ser”. ¿Cuándo te diste cuenta de que estabas destinado a ser cantante? Me lo puse como meta desde pequeño e intenté sumar todos los días algo que llevara hacia ese sueño. A base de mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucho amor y ganas. La fragancia representa no solo los sueños que tenemos, sino las ganas y la capacidad de ir a por ellos.
Has colaborado con artistas españoles, ofrecido decenas de conciertos y grabado varios programas de televisión. ¿A qué te suena España? La música española ha influenciado mi vida en un montón de sentidos y la banda sonora sería Corazón partío, de Alejandro Sanz. Aute, Serrat… hay tantos compositores que me vuelan la cabeza.
Mencionas a Aute y Serrat. Quizá algunos se sorprendan de que un cantante joven, urbano, los tenga entre sus referencias. Yo crecí escuchando su música porque era la que mis papás oían en el carro. Empecé a prestarle atención a las letras y cuando era chiquito entendí que no se trata de tener solo una gran melodía o una gran letra, sino la mezcla de ambas.
Iconos como Luis Miguel han ido diluyendo su carrera lejos de la primera línea. ¿Es la industria más dura para los cantantes latinos conforme van cumpliendo años y dejan de ser sex symbols? Cada cual tiene su momento y no necesariamente el momento es sinónimo de carrera. Una carrera es que la gente te quiera sin importar en qué momento estás, si tu último tema fue un hit o no. Luis Miguel, Alejandro Fernández, Juanes, Alejandro Sanz, Enrique Iglesias, Ricky Martin… pase lo que pase tienen todo nuestro amor y aprecio, porque nos han acompañado a lo largo de la vida.
¿Cuál es el reto más grande en este momento en la música? Que la gente te ame a ti, no a tus canciones. Las canciones las puedes escuchar en el móvil o en la discoteca, pero la gente va a un concierto para ver a un artista y disfrutar de una experiencia que ojalá les dure para el resto de su vida.
¿Se ponía el foco más en el artista hace unos años? El reto de hacer triunfar una canción es cada vez mayor porque hay más oferta, pero la demanda es la misma. Los humanos no se multiplican, los que tienen 20 años ya nacieron todos. Es como en un videojuego: cada nivel es más difícil, pero también más gratificante.
Colombia es hoy una de las tierras más fértiles musicalmente hablando. ¿Cómo explicas este éxito simultáneo de artistas como J Balvin, Maluma o tú mismo? Hay una gran cultura musical y una industria que no para de crecer. Si hablamos de Medellín, de donde somos J Balvin, Maluma, Karol G, Juanes, Piso 21 o yo, hay que decir que el antioqueño es muy trabajador. Cuando al esfuerzo le sumas talento se multiplica y lo construyes como si fuera una empresa. A Balvin, por ejemplo, le admiro tanto como cantante como empresario, porque ha sabido armar una marca y construir algo que muy pocos artistas han sabido.
¿Hay que ser un insensato para cantar baladas de amor en tiempos de crisis o precisamente por eso son más necesarias que nunca? Es importante cantarle al amor siempre y para mí ha sido lo más bonito de mi carrera. Poder hacer este tipo de canciones, cuando la gente ya casi no creía en las baladas, y que suenen cool y frescas, es un reto. Aunque las amo, no puedo sacar la misma canción que hace 20 años porque ya está escrita.
Dime una cosa a la que hayas renunciado para conseguir triunfar. A pasar mucho tiempo con mi familia, con mis amigos… También a educarme cuatro años en la universidad como me hubiese gustado. Estuve solo seis meses y me dije, “tengo que arriesgarme ya”. Pero no puedo usar la palabra sacrificio, porque todo lo que he hecho ha sido por pasión.
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