Dan Rosen, el cómico que se mofa de las casas de los famosos: “Lo más cerca que han estado de un museo es la gala del Met”
El neoyorquino, famoso por vídeos en los que destruye la estética de las casas de las Kardashian, Tommy Hilfiger o Cara Delevingne, prepara un ‘podcast’ y un espectáculo en directo
Una de las certezas que se reforzaron durante el confinamiento fue que la brecha que separa a las clases económicamente privilegiadas del resto de la población es, en realidad, un abismo. El propio culto a la fama que sostiene gran parte de nuestros ritos sociales llegó a entrar en crisis ante unos vídeos en los que actrices y actores de Hollywood o estrellas del pop urgían a sus seguidores no salir de sus limitadas viviendas desde unas residencias de dimensiones palaciales y rodeadas de jardines. Arnold Schwarzenegger aconsejaba “Quedáos en casa tanto como sea posible” mientras demostraba que le cabían un pony y un burro en su cocina y le sobraba espacio para otros ejemplares de su establo. Ellen DeGeneres se quejó porque su mesa de comedor carecía del tamaño suficiente para albergar un puzle de 4.000 piezas ante una cristalera que daba a una frondosa línea de vegetación tropical.
Sería ingenuo pensar que fue entonces cuando el mundo descubrió los privilegios de los que cada día disfrutan los ricos y famosos, aunque se hicieran más visibles –más tangibles– que nunca. Pero lo que se expuso de manera más descarnada fue la imperdonable falta de gusto de quienes a priori lo tienen todo, incluido el dinero para pagarse ese gusto. Durante aquellos meses, el cómico Dan Rosen (Nueva York, 31 años), recluido en su apartamento, se hizo adicto a esos vídeos en los que los famosos mostraban sus viviendas. “Me obsesionaban y al mismo tiempo odiaba verlos”, cuenta a ICON Design. “Eran todos iguales, tenían el mismo tono y la misma decoración, era frustrante”.
Así que se puso a colgar en su cuenta de TikTok análisis de aquellos vídeos. Sus seguidores empezaron a crecer: “Supongo que a la gente le gustaban porque veían pasión en ellos, y también cierta crueldad que viene de la tradición de la comedia”. Hoy sigue realizando esos vídeos en los que aplica un humor corrosivo para referirse a las viviendas de Pharrell Williams, Tommy Hilfiger o las Kardashian, y también elabora rankings como el de los muebles que los famosos deben dejar de comprar o el arte que poseen los ricos con mal gusto.
“Creo que a esa gente le importa más una estética del estatus y la riqueza que usar el dinero que tienen para crear una casa que refleje su sensibilidad”, juzga Rosen. “Averiguar lo que realmente quieres, cuál es tu gusto, es más difícil que limitarte a copiar y pegar lo que has visto en otras casas o en las revistas. Dentro de eso hay varios clichés, porque pueden ser más tipo Donald Trump o más del estilo milmillonario tecnológico, pero lo que todos tienen en común es que siempre ves repeticiones de los mismos objetos y narrativas, lo que es bastante aburrido”.
“Aburrido” es una palabra que repite constantemente, y que parece considerar el peor pecado de la decoración de interiores. Pero lo cierto es que, cuando alguna celebridad opta por una estética de lo recargado y lo bizarro –caso de Gwen Stefani o Dita Von Teese–, no se muestra menos despiadado. “En realidad sí me gusta la casa de Dita Von Teese porque es única, aunque si yo entrara allí me volvería loco”, dice. “En su caso hay una forma de llegar demasiado lejos que es original, pero lo cierto es que aquello tampoco parece un hogar sino un manicomio o una sala de museo. Debería haber un equilibrio que te permita ser fiel a ti mismo sin llegar a eso. Cara Delevingne también tiene una casa delirante, cada habitación es de un estilo diferente. Vale, quizá soy demasiado duro, pero ellos pueden asumirlo. Después de todo, tienen mucho dinero”.
Rosen, que está preparando un espectáculo cómico y un podcast basado en sus vídeos, estudió Bellas Artes, e incluso inició una práctica como pintor, tarea que compatibilizaba con la de monologuista. “Pero pensé que no podía tener dos sueños estúpidos al mismo tiempo, así que acabé centrándome en la comedia”, recuerda. Esa se convirtió en su dedicación única tras abandonar la start-up en la que trabajaba como director creativo. Sin embargo, siguió en contacto con el entorno artístico, donde mantiene una parte sustancial de sus amigos. Y una sensibilidad que, asegura, siempre ha llevado dentro.
Quizá por eso presta en sus críticas de casas especial atención al arte que cuelga en las paredes. Algunas de sus bestias negras son Damien Hirst, Kaws o Banksy, a los que considera, por encima de todo, carísimos símbolos de estatus. “No resultan sutiles, son visualmente llamativos y fácilmente digeribles por su falta de mensaje”, define. “Muchos de ellos son tan mainstream que, si los tienes en tu casa, cualquiera que entre, aunque no tenga ni idea de arte, va a reconocerlos. Y tú serás validado por ello. Pero ese arte solo informa de que tienes dinero porque puedes comprar cosas caras. Tengo serias dudas de que alguien que vea un Kaws pueda sentir una conexión profunda con él”.
El arte como símbolo de estatus no es algo nuevo. El David de Donatello era, además de otras cosas, un símbolo de estatus para la familia Medici. Pero hay mucha gente rica que al utilizar el arte de ese modo también ha encontrado artistas que han creado algo profundo o innovador, o que tienen una sensibilidad estética. Lo que yo critico es un arte aburrido que no va más allá de la simple decoración. Y hay artistas que dan al espectador algo más que un valor ornamental.
¿Qué casos valora positivamente? La obra de la artista conceptual feminista Barbara Kruger en la casa de Kendall Jenner, por ejemplo. Quizá sea porque cuanto más rico eres logras mejores asesores, pero Kruger tiene conexiones con las Kardashian por su uso de los símbolos de los medios de masas. Ves una relación ahí. También Gwyneth Paltrow, que tiene un Ruth Asawa que decían que era falso, demuestra cierta sensibilidad para que la pieza no parezca fuera de lugar en su casa, sin ser tampoco aburrida. Alicia Keys también tiene una buena colección de arte. Si exceptuamos algún Kaws que otro.
Rosen considera que Dalí es uno de los artistas más sobrevalorados de la historia: “Hay una falta de sutileza en Dalí y su lado freudiano me parece pasado de moda”. En cambio, hay otros artistas españoles que sí aprecia, y destaca a Picasso. “Espero que no me odien en España por decir que no me gusta Dalí”, bromea. “Además, era fascista, ¿no? Puedes decir de mí: no le gusta Dalí y tampoco le gusta Franco”.
Ni Franco ni la actual tendencia de lo cuqui, al estilo del pintor japonés Yoshitomo Nara y sus múltiples seguidores o el arte kawaii en general. “Ese estilo encaja con una infantilización creciente de nuestra cultura”, diagnostica. “Mucha gente quiere aparentar que entiende de arte, pero al mismo tiempo no está dispuesta a hacer el esfuerzo de comprometerse con formas estéticas más complejas, así que coge lo que les gustaba de niños y lo eleva al mismo estatus de las grandes obras. En los últimos tiempos hemos vivido con optimismo ese amor al mainstream. Por eso parece que las pelis de Marvel son lo mismo que las de Scorsese y deben ser tratadas igual, o hay que estudiar Harry Potter en las universidades como si fuera gran literatura. Todo lo que sea remotamente complicado o requiera una educación o investigación lo rechazamos como elitista o presuntuoso. Que puede serlo, pero no por definición”.
¿Qué tipo de arte le gustaría encontrar en las casas de la gente normal? ¡La gente normal debería tener picassos y warhols! Bromas aparte, si quieres ser coleccionista y no eres rico debes fiarte más de tu propio gusto, porque no podrás comprar lo que está validado por las grandes ferias o galerías. Animaría a la gente a encontrar algo que tenga significado para ellos, no lo que crean que es popular o que han visto en revistas o en otras casas. No decores tu casa para Instagram, sino usando objetos que te digan algo a un nivel personal o que tengan que ver contigo.
¿Y las casas de los ricos, cómo deberían ser? ¡Deberían pagar mejores asesores de arte! Y que vayan a museos, a galerías. En general, dudo que esa gente haya estado en muchos museos. La gala del Met no cuenta.
Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram, o suscribirte aquí a la Newsletter.