Álvaro Matías: “Las decisiones que tomamos a nivel personal, como comprar una mesa, tienen un impacto global y son importantes”
El director del Madrid Design Festival, que tendrá lugar durante los meses de febrero y marzo, reflexiona sobre el papel fundamental que juega el diseño en la sociedad actual apostando por la utilización responsable de los materiales y un consumo consciente
Dice Álvaro Matías que su objetivo como director del Madrid Design Festival, ciclo que celebra la excelencia del diseño y su capacidad transformadora, es “devolver a Madrid y a los madrileños la primavera que nos robaron el año pasado”. Por eso (y por el apoyo incondicional del sector) ni se le pasó por la cabeza saltarse la celebración de la cuarta edición que arranca esta semana y que se prolongará hasta finales...
Dice Álvaro Matías que su objetivo como director del Madrid Design Festival, ciclo que celebra la excelencia del diseño y su capacidad transformadora, es “devolver a Madrid y a los madrileños la primavera que nos robaron el año pasado”. Por eso (y por el apoyo incondicional del sector) ni se le pasó por la cabeza saltarse la celebración de la cuarta edición que arranca esta semana y que se prolongará hasta finales de marzo.
Sin duda, esta será una edición distinta. Más larga. Más híbrida. Más reflexiva, con el foco en el diseño nacional y con un triple objetivo: mostrar la personalidad de Madrid, servir de escaparate para el trabajo del día a día de los diseñadores y ser punto de unión de ellos, las empresas y la sociedad. Una buena muestra de que Álvaro Matías, un emprendedor nato con olfato de sabueso, convierte en oportunidad todo lo que toca.
Después de un año especialmente duro para la ciudad, ya era hora de que a Madrid le tocara algo bueno. ¿Qué alegrías va a traer el Madrid Design Festival a los madrileños? Pese a las dificultades es bueno celebrar que seguimos adelante, adaptándonos. Este festival ha salido por muchos empeños de gente que quiere ponerse en marcha y contar lo que está haciendo. Para mí, uno de los principales estímulos ha sido el encontrarnos a más de 70 instituciones, marcas, galerías, espacios talleres que forman parte de la programación, con casi 200 actividades, 58 exposiciones y 500 personas detrás, y que nos han dicho desde el primer momento: “¡Contad con nosotros!” El año pasado nos robaron la primavera, y me gustaría que el festival sea una antesala de la que esperamos poder disfrutar este año en Madrid. No es el febrero que yo me imaginaba el pasado mes de julio, pero si podemos devolver un poco de alegría, bienvenido sea.
¿En algún momento estuvo en tu cabeza cancelar y dejar la edición en blanco? Es importante celebrar este tipo de eventos para insuflar ánimo a otro de los sectores que más esta sufriendo esta crisis y para que el festival no pierda la continuidad. En ningún momento nos hemos cuestionado no hacerlo, pero sin su apoyo hubiéramos cuestionado algunas cosas, al ver tanto empujo estamos muy acompañados, y ese empeño ha sido el que lo ha hecho posible. También tengo que agradecer todos los apoyos institucionales, que son importantísimos, el Ministerio de Cultura, Centro Centro, Matadero, el Fernán Gómez, el Ayuntamiento… en unos momentos tan complicados.
La pregunta es obligada, ¿cómo de seguro es hoy irse de festival en Madrid?¿Qué medidas se han tomado para garantizar la seguridad sacrificando lo mínimo la experiencia? La cultura es segura y se ha demostrado. Las exposiciones tendrán los aforos más controlados y más limitados, pero en todas las salas y espacios del festival se están garantizando las medidas. Además, para que haya posibilidad de ver todo, hemos alargado las actividades a febrero y marzo, y también hemos hecho el ejercicio de pasar todo lo que hacemos a digital y producir otra serie de contenidos audiovisuales extra, casi un centenar, que vamos a ofrecer en nuestra web, para acercar el festival a todos los rincones, haciendo el esfuerzo de visibilizar todo lo que hagamos. No solo se va a basar en la experiencia en sí de ver la exposición, que va a estar súper conseguido, sino de que conozcas al diseñador y los procesos de producción de cada uno de los proyectos.
Y ¿qué pasa con los after works, las fiestas, los cafés… lo mejor de todo festival? También estamos reforzando con esta parte audiovisual toda esa faceta de encuentro, de juntarnos, que tiene el festival. Estamos haciendo varios programas para poner en contacto a diseñador, empresa y ciudadano, que son como un triángulo: el diseñador tiene la idea y la capacidad de dar respuesta a las necesidades, las empresas y las marcas los recursos para materializarlas y la sociedad es la responsable de demandar soluciones. En esta edición, además de hablar de los diseñadores, hay espacio, por ejemplo, para conocer una empresa de melones en Villaconejos o una compañía de productos cárnicos que va a explicar cómo el diseño les ha ayudado a transformar su organización para desarrollar negocio. Queremos despertar la inspiración para que las empresas acudan al diseño para generar empleo y para contribuir al desarrollo de una sociedad y una cultura de diseño.
La pandemia, el confinamiento y la incertidumbre en general han obligado a la sociedad a adaptarse y a buscar soluciones “fuera de la caja” día tras día como nunca lo habíamos hecho. ¿Cómo lo ha vivido el sector del diseño? ¿Qué papel ha jugado? Ha sido un ejercicio de verdadero malabarismo, nos hemos enfrentado a situaciones muy difíciles. La gente ha ido adaptándose, pero todo va un poco por “barrios”. Cuando hablas con la gente del interiorismo, te dice que ha tenido muchísima actividad, como la decoración y algunos de nuestros patrocinadores, que se dedican al mobiliario y han tenido que adaptar las casas a oficinas. También el comercio se ha visto muy afectado y ha tenido que reinventarse. Ahí el diseño ha jugado un papel muy importante. Igual que en grandes compañías lo ha hecho el diseño estratégico para cambiar procedimientos y transformaciones y en todo lo que tiene que ver con productos que ayuden a ofrecer nuevas soluciones a las necesidades en el corto plazo.
Esta edición es muy “doméstica”, con los dos premios a diseñadores nacionales, ¿qué es lo que más valoras de su trabajo? A mí, personalmente, me gusta mucho darle los premios a dos diseñadores españoles en una edición en la que tenemos el foco en el diseño nacional. El imaginario de Jaime Hayón aporta color a la vida y es maravilloso. Además, cuando pusimos en marcha el festival fue uno de los primeros que se puso a nuestra disposición. Esa mano que nos tendió la recogimos y ahora queremos devolverle algo de eso con este premio. Selgascano es un estudio al que admiramos mucho, y su trabajo proyecta ese mundo que queremos habitar con esa visión sostenible y de adaptación a los entornos, muy social, que nos permite interactuar a la vez que optimiza las experiencias.
Esa reflexión, esa búsqueda en profundizar cómo el diseño puede ayudarnos a reconstruir el mundo es piedra angular del MDF 2021. A efectos prácticos, ¿Qué puede hacer el diseño para crear un mundo mejor, más justo y más saludable? El diseño puede ayudarnos en la utilización responsable de los materiales, la sostenibilidad, sus tratamientos, todo lo que está asociado a un consumo consciente; a darnos cuenta de que estamos en un planeta con el que tenemos que dialogar, a no imponernos y escucharle. A ver que las decisiones que tomamos a un nivel personal, como comprar una mesa o una silla, tienen un impacto global y son importantes. De eso trata el documental de Ikea que vamos a presentar, de rediseñar el mañana.
Hablabas antes del papel del diseño estratégico en la pandemia, ¿También lo tiene en este rediseño del planeta? El diseño desde el punto de vista estratégico va a ser muy importante. Es necesario incorporarlo en las organizaciones porque es el momento de pensar si el camino que habíamos cogido hasta ahora es el correcto y hay que buscar soluciones para desarrollar un sistema económico sostenible y más justo. No solo en cuanto a cuidado del medioambiente o reciclaje de materiales, sino en todo lo que tiene ver con la formación de tus equipos, con la alimentación en las empresas, con establecer entornos laborales que ayuden a conciliar (en casa o en la oficina). El diseño también seguirá teniendo la parte que nos de la experiencia estética y la funcionalidad y esa experiencia nos ayuda a relacionarnos y hacerlo de una manera más segura. Tenemos que volver a juntarnos, esa es nuestra naturaleza.
Con esta van cuatro ediciones, ¿cómo ha ido evolucionando el festival de Madrid? La identidad del festival comienza a verse ya. Cuando empezamos a comunicar la idea del festival, me dijeron, ¿otra week? Y yo dije: no. Nosotros lo que tenemos que transmitir es nuestro carácter y el de la gente que habita esta ciudad. MDF tiene que ser un altavoz de Madrid, de lo que se hace aquí y de su tejido creativo. Hay 50.000 weeks pero festivales como el nuestro no hay ninguno. Y eso queremos que sea, algo genuino. La galerista Rossana Orlandi me dijo una vez que ella encontraba propuestas más interesantes en ciudades como Madrid y otras que están en las tangentes del diseño. Nosotros nos movemos también en esas tangentes del diseño que es lo que nos hace atractivos hacia fuera. Madrid es una ciudad increíble. ¡Pues, ya que eres un salón que está viniendo la gente a conocerte, ponte guapa y ensénale al mundo lo que haces!
¿Será Madrid algún día una de las capitales del diseño? Helsinki, Milán o Londres tienen el diseño en el ADN, Madrid tiene otro ADN. Lo que sí se puede incorporar a ese ADN es el argumento de vanguardia, contemporaneidad y conciencia para que la imagen y la proyección de Madrid, que es, sin duda, una de las ciudades más interesantes que hay en Europa en el siglo XXI. Madrid tiene que ser Madrid, tiene una serie de atributos, es abierta, tiene una vida en la calle con energía, con un carácter que no tienen las otras. El destino va a ir ganando peso porque la ciudad está trabajando mucho su transformación, por recuperar espacio para los ciudadanos, por seguir ofreciendo una de las actividades culturales más ricas que se pueden encontrar en Europa... Es una ciudad para disfrutar y para compartir, y por eso hemos hecho un festival y no hemos hecho una feria. Para celebrar y para encontrarnos.
Seguramente recuerdes esta edición de una manera muy especial, ¿con qué imagen o proyecto te quedas? Sin que necesariamente sea en orden, estoy muy satisfecho de muchas cosas. De los premios, que ya hemos comentado, del Madrid Design Portrait, por la visibilidad que da a los creadores madrileños o que viven en Madrid, que sirve pera catapultar el diseño local hacia fuera. De la exposición Artesanía y sostenibilidad, de la mano de Mazda y Saco, que es una tendencia para recuperar la tradición y la cultura, en algunos casos a través de empresas y talleres de varias generaciones que dan una versión contemporánea de la creatividad… También me alegro muchísimo de que Valencia haya elegido Madrid para presentar lo que va a suceder el año que viene cuando sea capital mundial del diseño, porque es la mejor noticia que podía pasar al diseño en España y va a beneficiar a todos. Me siento muy orgulloso de haber puesto en marcha con Mini un premio profesional de referencia (salvo el Premio Nacional de Diseño, no hay ninguno de esta envergadura) y que tiene que ver con rediseñar del mundo y cómo habitar las ciudades. Y, por último, que el festival sea ese punto de unión entre empresas y diseñadores, que muestre la personalidad de esta ciudad, la riqueza de su tejido creativo, y ver el impulso de las empresas que hace que esto funcione es lo que hace que me emocione. Porque el corazón del festival está en la ciudad, en el espacio off y los showrooms, en los talleres y tiendas de antigüedades, de telas, en los restaurantes… en las personas los negocios que tienen el diseño programado todos los días del año y que durante un mes lo muestran al público. Es lo que late.