Cher escribe (pero no lee) sus memorias: de la niña que se crio en un orfanato a la mujer arruinada por Sonny Bono
La cantante, de 78 años, ha decidido contar su agitada vida en dos partes y ahora publica en EE UU el primer volumen de su autobiografía, en el que repasa su dura infancia, su primer matrimonio y apenas habla de sus dos hijos, Chaz y Elijah
Cher tiene tanta vida por contar que no le cabía en un solo libro. De ahí que la cantante californiana, de 78 años, haya tenido que dividir sus memorias en dos partes. Este martes, 19 de noviembre, ha lanzado en Estados Unidos precisamente el primer volumen de su autobiografía, Cher: The Memoir, Part One, donde repasa sus primeros años, la complicada crianza por parte de sus padres (especialmente de su madre), sus primeros pasos en la música y su tortuosa relación con su primer marido a la par que mentor, Sonny Bono, padre del primero de sus dos hijos. El segundo libro no se sabe cuándo se publicará, han reconocido tanto ella como la editorial. La artista quería dejar negro sobre blanco sus vivencias y, aunque no lo ha hecho ella misma, lo ha logrado. El lunes, un día antes de salir a la venta, ya se colocaban en el top cinco de ventas de Amazon en EE UU.
Según ha contado el diario The New York Times en un adelanto del libro acompañado de una larga entrevista con la artista, ha encargado que su historia la cuenten varios biógrafos fantasmas. Arrancó uno, pero el primer borrador no la convenció, y entonces decidió ampliar no solo páginas, sino también manos: durante cuatro meses, otros dos escritores se unieron al primero, así como un editor que acudía a visitarla a su casa una vez por semana. En la charla asegura que el libro la ha dejado “exhausta”, pese a que no ha leído su versión final. De ahí que la historia de estas primeras 432 páginas (en su edición en tapa dura en inglés, publicadas por Dey Street Books) arranquen en el año 1946, con su nacimiento, y lleguen hasta primeros de los ochenta, cuando una charla con el director Francis Ford Coppola le abrió los ojos para entrar en el mundo de la actuación. Para entonces, además de videoclips, ya había hecho alguna incursión en el cine y la televisión, pero fue ahí cuando dio el gran salto. En 1984 fue nominada al Oscar por Silkwood, y en 1987 protagonizó Las brujas de Eastwick y sobre todo Hechizo de luna, que le dio la célebre estatuilla. Pero el camino hasta entonces no había sido nada fácil.
Cheryl Sarkisian no tuvo una infancia sencilla. Sus padres, Georgia y Johnnie, no vivían exactamente en el típico hogar feliz estadounidense de los años cincuenta. Su madre, eterna aspirante a actriz que llegó a hacer alguna aparición en la célebre serie I Love Lucy, se casó seis veces, según la hermana de Cher; ocho, según la cantante: todo depende de si se cuentan los maridos con los que se casó en dos ocasiones. Johnnie fue el primero y uno de los que repitió: se casó con Georgia, de 18, cuando él tenía 20. Consumidor habitual de heroína y delincuente común, según cuenta Cher, su padre nunca estuvo muy presente en su vida. Pero ella a punto estuvo de no estar presente en la suya. Cuando, tres meses después de la boda, la madre de Georgia se enteró de que esta estaba embarazada, la arrastró hasta una clínica para que abortara. Ella no quiso: “Era su cuerpo, su vida y su elección”, se lee en las memorias de la cantante ahora, casi 80 años después. “Gracias a Dios que se levantó de esa camilla, si no, no estaría escribiendo estas páginas”.
Pero sacar adelante ese bebé no fue fácil, tanto que Georgia tuvo que dejarla en un orfanato católico en Pensilvania durante una larga temporada. Cuando volvió a por ella, la niña ya caminaba. Mientras, ella trabajaba como camarera en el turno de noche, ganando apenas 20 dólares a la semana, para ahorrar y sacarla adelante. La visitaba semana tras semana hasta que pudo recuperarla y se mudó a Nevada para divorciarse. Allí, la cuidaban entre los vecinos. La niña apenas era consciente de eso, y no se enteró hasta ya adulta, cuando su abuela fue a verla a un espectáculo en Las Vegas y le presentó a uno de esos vecinos que se encargaban de ella. “Pensaba que eran muy cuidadores. No tenía ni idea de que vivía con ellos”, rememora.
Después de Nevada, Georgia (que falleció hace dos años) trató de perseguir su meta de ser actriz y se trasladaron a Los Ángeles, su tierra soñada. Allí, Cher recuerda mezclarse con hijos de famosos como Liza Minnelli y tener un breve romance de juventud con Warren Beatty, pero en realidad era una niña pobre con zapatos con suelas de cartón y atados con gomas. Reconoce que su vida era complicada: “Fui testigo de demasiado caos, demasiada ira, demasiado miedo... demasiado”. Hasta que a principios de los sesenta conoció a Sonny Bono en una cafetería cuando ella tenía 16 —le mintió sobre su edad— y él 27. La amistad les hizo irse a vivir juntos: él le dio cobijo a cambio de que ella limpiara y cocinara; además, él se lo dejó claro: “No te preocupes, tengo dos camas. Además, no te encuentro particularmente atractiva”. La boda llegó dos años después (primero en una falsa ceremonia en su baño; la oficial fue en 1969).
Cher no tuvo, tampoco, un matrimonio muy feliz. Juntos tuvieron a su primer hijo (segundo para él), Chaz Bono, de hoy 55 años. Al nacer, Chaz era una niña llamada Chastity. Cher explica en el libro que, en este primer volumen, se referirá a su hijo como Chas tras recibir su consentimiento. En el segundo, donde ya entrará su transición, le llamará Chaz.
Aunque Bono abogó por la carrera musical de su esposa, grabando juntos en un principio (se hacían llamar Caesar y Cleo) con increíble éxito, también la llevó a la ruina, literal y figuradamente: “Se llevó todo mi dinero”, reconoce ahora ella. “Yo pensaba que éramos marido y mujer, la mitad es suyo, la mitad es mío. No se me ocurrió que habría otra manera”. Afirma que, a día de hoy, no entiende cómo pudo pasar, y cómo él pudo hacerle eso. Según la versión de la cantante, él trató de ir más allá de su fama como cantante y convertirse en empresario, además de controlar su carrera. No la dejaba tomar sus propias decisiones, hacer amistad con los miembros de la banda —ni siquiera con sus esposas— o acudir a cenas, y fue reduciendo cada vez más el oxígeno que ella respiraba hasta terminar por ahogarla. Empezó a ser infiel, además de a pensar que ella le engañaba. Hacían un programa juntos, The Sonny and Cher Comedy Hour, cantaban juntos, iban de gira juntos, pero su proyecto familiar era imposible. “Me sentía mareada por la soledad”, escribe la cantante sobre una noche de 1972 en la que consideró saltar desde el balcón de un hotel: “Vi lo fácil que sería dar un paso al vacío y simplemente desaparecer”.
Ya no eran un verdadero matrimonio, pero aguantaron dos temporadas más. Todo fuera por el espectáculo. Como recoge la cadena CBS, salió durante un tiempo con el empresario musical David Geffen, que un día decidió revisar su contrato: “Sonny tenía el 95% de nuestra empresa y su abogado el 5%. Se llamaba Cher Enterprises, ¡pero yo no tenía nada! Habíamos trabajado juntos casi 12 años”. La artista se plantó frente a su esposo, y él solo argumentó que sabía que ella acabaría dejándolo. Tras diferencias imposibles, se separaron al acabar 1974 y se divorciaron el año siguiente. Ella volvió a empezar de cero, con total protagonismo en su figura, lejos de la sombra que la eclipsaba y en ese “cementerio de elefantes”, como lo llama, que es Las Vegas, con dos actuaciones cada noche durante meses; después, su carrera fue al alza, en el cine y en la música. De hecho, sigue cantando —acaba de hacerlo en el desfile de Victoria’s Secret— e incluso sigue formándose con una coach vocal; asegura que se pondrá “muy triste” cuando no pueda cantar más. En cambio, la carrera de Bono fue cada vez a menos. Decidió mudarse a Palm Springs, un lujoso pueblo en el desierto de California, y meterse en política: fue su alcalde entre 1988 y 1992. Después, se convirtió en diputado republicano (algo que le enfrentó en numerosas ocasiones con Chaz) y se volvió a casar, con Mary Whitaker, con quien tuvo otros dos hijos. Falleció en un accidente de esquí en enero de 1998.
Cher también se volvió a casar, ese mismo 1975, con Gregg Allman, teclista y cantante. Se divorciaron a los nueve días de la boda, pero se reconciliaron y pasaron años de idas y venidas, hasta 1979. Juntos tuvieron otro hijo, Elijah, en 1976, que ha sufrido problemas de adicciones y de salud mental; de hecho, hace un año Cher llegó a solicitar su tutela legal porque él era “sustancialmente incapaz de administrar sus recursos financieros ―los 120.000 dólares anuales que recibe de un fondo fiduciario establecido por su padre, el fallecido rockero Gregg Allman― por sí mismo”, aunque finalmente ambos llegaron a un acuerdo en mayo gracias a una mediación privada. De hecho, ni en el libro ni tampoco en la entrevista con el diario neoyorquino la cantante habla apenas de ellos dos. Quizá lo haga en el segundo libro. Habrá que esperar alrededor de un año para saberlo.