Rosa Villacastín, la reina de la crónica rosa, se jubila: “Hay gente que con los años se derechiza. Yo, en cambio, estoy en plan guerrillera”
Tras medio siglo dando exclusivas, la periodista se retira a sus 77 años. “La prensa del corazón de ahora no me interesa nada”, dice. “Yo comí con Carlos de Inglaterra y la Preysler. ¿Cómo me van a interesar los chavales de ‘Gran Hermano’?”
¿Quién dijo que las reinas no se jubilan? Rosa Villacastín (Ávila, 77 años), considerada la emperatriz de la crónica rosa en España, lo acaba de hacer. Tras más de medio siglo de reinado, la periodista se ha quitado la corona y ha dejado vacante el trono del papel cuché. “Se acabó”, afirma en conversación telefónica con EL PAÍS. Asegura que no volverá a pisar un plató de televisión y que no escribirá una sola línea más sobre los ricos y famosos de turno. Lo dice sin titubear desde su casa de Marbella, donde ahora fantasea con un retiro dorado de clases de pilates y cursos de cocina. Carlos I tuvo el monasterio de Yuste e Isabel II se fue al parisino palacio de Castilla. Villacastín se retira a Guadalmina Baja, una urbanización de lujosas villas cerca de la playa.
Esta reina no tiene sangre azul, pero casi. Su bisabuelo era jardinero del rey. Su abuela, Francisca Sánchez, apodada por los hermanos Machado como “La princesa Paca”, conoció a Rubén Darío en los jardines de palacio. La historia de amor de Paca y el poeta nicaragüense marcó la vida de Villacastín. “Me crie con mi abuela, rodeada de libros y escritores. Viví con ella hasta los 16 años”, apunta. Su madrina fue Carmen Conde, una de las voces más importantes de la Generación del 27 y la primera mujer académica de número de la Real Academia Española. “Siempre había escritores en mi casa, pero llegué al periodismo por casualidad”.
Estudió Filosofía y Letras y su primer trabajo fue en la Universidad Complutense, catalogando el archivo de Rubén Darío. Con 22 o 23 años, escribió un artículo que llegó a manos de Emilio Romero, director del diario Pueblo. Romero le ofreció una columna diaria en el periódico. “Al principio me pareció una locura porque yo no había estudiado Periodismo. Pero terminé aceptando”, recuerda hoy. Su primera pieza fue una crónica sobre una conferencia de Julián Marías. “Había cuatro gatos. Cuando volví a la redacción, les dije a mis jefes: ‘No puedo escribir sobre esto. Solo había cuatro viejecitas’. Me respondieron: ‘Tienes que escribir precisamente sobre eso’. Y de eso a hoy”. Una vez que empezó a escribir, no paró. Cubrió las primeras elecciones generales de España, los debates de la Constitución de 1978 y el 23-F desde dentro (estaba en el Congreso de los Diputados cuando ocurrió el golpe). En la década de 1980, con el auge de la beautiful people y del papel cuché, cambió la crónica política por la rosa.
Pregunta. Empezó en Pueblo, diario del régimen, pero usted es una mujer de izquierdas.
Respuesta. Yo en esa época no era de nada. Tenía 23 años y llegué al diario en pleno franquismo. Ahí estaban Tico Medina, Yale y todos los golfos de Madrid. Había de todo: franquistas, socialistas, gente del Partido Comunista... Nada más llegar, pregunté: “¿Y aquí qué se hace?”. Me dijeron que lo primero que tenía que hacer era aprender a fumar y soltar tacos. Fue mi primer y último pitillo. Los tacos los aprendí rápido.
P. Fue cronista parlamentaria durante la Transición. ¿Qué político ha sido el más íntegro?
R. Manuel Fraga. Se pagaba hasta sus sellos. Luego estaba rodeado de corruptos, pero él no cogía nada que no fuera suyo. Vivía en la Residencia de Profesores de la Complutense y no le veías gastar en nada. Lo pasábamos bomba con él. Un día, haciendo una queimada para los periodistas, casi quema una discoteca. Tenía un carácter explosivo...
P. ¿Y un político que la haya decepcionado?
R. Felipe González. Mira que le quiero, pero no comprendo esta postura que tiene ahora. No entiendo como él, que ha sufrido toda clase de bulos, no se sienta con Pedro Sánchez. Critica a Sánchez todo el día y eso no lo entiendo. Supongo que será por la diferencia de edad.
P. Hay gente que con la edad se derechiza.
R. Sí, hay gente que con los años se derechiza. Yo, en cambio, estoy en plan guerrillera total. Ya tengo una edad y digo lo que me da la gana. Estamos en un momento difícil. Hay muchos bulos y hay que decir lo que uno piensa. Hay que jugársela.
P. ¿Por qué saltó de la crónica política a la rosa?
R. Ya me había hecho toda la Transición y estaba harta de la política. Los periodistas nos empeñamos en hacer siempre lo mismo, pero a veces hay que cambiar. Yo no podía criticar a Felipe González o Adolfo Suárez porque estaba todo el día con ellos. En el momento que te haces amigo, pierdes toda independencia. Cuando veo a algunos periodistas de aquella época que siguen…
P. ¿Cuál fue la primera noticia del corazón que dio?
R. Sería algo de Isabel Preysler y Miguel Boyer. En el diario Ya me pidieron una entrevista con Preysler, pero ella me daba largas. Un día conseguí hablar con Isabel y me dice: “No puedo darte la entrevista porque has dicho esto y esto y esto otro”. Tenía apuntado todo lo malo que había escrito sobre ella. Le dije: “Si me lo hubieras dicho el primer día, no perdía el tiempo llamándote tantas veces”. Charlamos y al final me la dio. Es la persona que más aprecio del mundo de los famosos. Es sincera y no tiene representantes o intermediarios. Te llama ella misma. Eso se agradece.
P. ¿Cuál fue la mejor exclusiva del corazón que ha dado?
R. La que más recuerdo es el romance de José Federico de Carvajal, presidente del Senado, con una amiga de su hija. Yo era muy amiga de su mujer.
P. Empezó fuerte en el mundo del corazón…
R. Claro. Peñafiel dice que vale más por lo que calla que por lo que cuenta. ¡Qué va! Yo no me callo nada. Hay veces que no contamos cosas porque no las tenemos atadas. No se puede publicar todo lo que te cuentan. Los bulos no son una cosa nueva, siempre han existido. En mi época los llamábamos “serpientes de verano”.
P. ¿Hay alguna exclusiva que no se atrevió a dar?
R. Sí, del Rey emérito. Tenía una relación buenísima con él. Yo contaba lo de sus mujeres, pero el tema económico nunca lo abordé porque era muy difícil de probar.
P. ¿Y se arrepiente de no haberlo contado?
R. No me arrepiento, pero él me decepcionó mucho. Fue una persona a la que admiré mucho porque creo que hizo muchas cosas por este país. Lo tenía todo y no entiendo por qué hizo lo que hizo. ¿Qué necesidad tenía? Lo de las tías lo puedo llegar a entender, pero lo del dinero no tiene explicación.
P. ¿Quién cree que ha sido el gran amor del emérito?
R. Yo creo que Corinna. Otras han sido divertimentos, pero estaba enganchado a Corinna.
P. ¿Es monárquica o republicana?
R. Ni monárquica ni republicana. Fui juancarlista, como media España.
P. Entonces es constitucionalista…
R. Constitucionalista, pero guerrera.
P. ¿Cuál es el personaje del corazón al que peor hemos tratado?
R. Julio Iglesias. Julio lleva muchos años esperando que España le haga un gran homenaje. No solo por sus canciones, sino también por todo lo que ha hecho por este país. Le abrió las puertas de la Casa Blanca a José Bono cuando las relaciones entre ambos países estaban fatal. Cuando viene a España, solo le preguntan por sus hijos, por la Preysler y por Hacienda. Tiene esa espinita.
P. ¿Le interesa la prensa rosa de ahora?
R. La prensa del corazón de ahora no me interesa nada. Ahora los personajes salen de Gran Hermano y Supervivientes. Yo comí con Carlos de Inglaterra y la Preysler. ¿Cómo me van a interesar los chavales de Gran Hermano? No tienen nada interesante que contar.
P. ¿No queda ningún personaje que valga la pena?
R. Isabel (Preysler). Y poco más. Los personajes que interesan ya no quieren salir y los que no interesan salen todo el rato.
P. Usted trabajó con grandes de la tele como María Teresa Campos y Ana Rosa Quintana. Hay gente que cree que Ana Rosa está “de capa caída”, que debería retirarse.
R. Es que hay que saber irse. Yo decidí jubilarme cuando se fue Piqueras. Ana Rosa tiene dos hijos pequeños, un marido joven y está forrada… Si yo fuera Ana Rosa, ya no estaría ahí. Esto mismo se lo he dicho a ella. Yo haría un programa de entrevistas a la semana, por la noche, y el resto a vivir.
P. ¿Es verdad que usted descubrió a Jorge Javier Vázquez?
R. Sí. Él trabajaba en Pronto y me vino a hacer una entrevista cuando yo hacía Extra Rosa. Era muy bueno y le ofrecí trabajo en Antena 3. Vino, firmó y mira dónde está.
P. ¿Sigue en contacto con él?
R. No, acabamos mal por una chorrada. Un día le mandé un WhatsApp mientras él estaba en pantalla hablando de Rocío Carrasco. Me dijo: “Rosa, estás en tu casa sin hacer nada, dándole al dedito. Déjalo”. [Vázquez le dijo: “Llevo años defendiendo mi profesionalidad para que ahora le des al dedito y no me respetes... Deberías quedarte con aquel lema de la pandemia, el ‘quédate en tu casa”]. Si me lo hubiera dicho en privado, me habría hecho gracia. Pero me molestó que lo dijera al aire. No quiero saber nada. Cuando paso página, paso página.
P. Usted suele ser crítica con la televisión actual. ¿Le gusta el término de telebasura?
R. No me gusta. La política también es telebasura. Todo es telebasura. Lo que me molesta de la tele actual es que no busquen personajes nuevos.
P. ¿No va a escribir un libro contando todo lo que no ha contado?
R. Pero si ya lo he contado todo. O casi todo. Me lo han ofrecido. No sé... Quizá escribo uno más, la última exclusiva.
P. Mejor que sea la penúltima.
R. No, la última, la última. No olvides que ya estoy jubilada.