Provocadora y sin filtro: el triunfo de Doja Cat, la cantante que se enfrenta a sus fans
Pasó parte de su infancia en una comuna en Santa Mónica, de adolescente descubrió las posibilidades ilimitadas de internet y empezó a crear su propia música antes de triunfar en una industria que parece perdonar todas las controversias de la artista
Doja Cat no tiene pelos en la lengua ni necesidad de callarse lo que piensa. Sus fans lo saben, pero el último ataque de la artista a sus propios seguidores, que se refieren a sí mismos como kittenz (“gatitos”, en alusión al nombre artístico de la cantante), parece haber sido la gota que ha colmado el vaso. “Si te autodenominas kitten o jodidos kittenz, significa que necesitas dejar tu móvil, conseguir un empleo y ayudar a tus padres en casa”, les espetó. Las consecuencias de este enfrentamiento se materializaron en el mismo lugar donde se inició la pelea: en redes sociale...
Doja Cat no tiene pelos en la lengua ni necesidad de callarse lo que piensa. Sus fans lo saben, pero el último ataque de la artista a sus propios seguidores, que se refieren a sí mismos como kittenz (“gatitos”, en alusión al nombre artístico de la cantante), parece haber sido la gota que ha colmado el vaso. “Si te autodenominas kitten o jodidos kittenz, significa que necesitas dejar tu móvil, conseguir un empleo y ayudar a tus padres en casa”, les espetó. Las consecuencias de este enfrentamiento se materializaron en el mismo lugar donde se inició la pelea: en redes sociales. A raíz de esas palabras, Doja Cat perdió más de 500.000 seguidores (solo en Instagram aglutina más de 25 millones). Lejos de dar su brazo a torcer, se reafirmó en sus palabras a través de un escueto texto publicado en stories: “Ver a todas estas personas dejar de seguirme me hace sentir como si hubiera derrotado a una gran bestia que me ha estado reteniendo durante mucho tiempo y siento que puedo volver a conectarme con quienes realmente importan y me aman por lo que soy, no por lo que era... Me siento libre”.
Nacida como Amala Ratna Zandile Dlamini (Los Ángeles, 27 años), su nombre artístico sintetiza el amor de la artista por los gatos y su gusto por la marihuana, una droga que actualmente asegura que ya no consume. “Solo bebo demasiado”, confesó en Rolling Stone en diciembre de 2021. Pero además de gatos y marihuana, hay un tercer elemento que definió los años de Doja Cat antes de ser Doja Cat: internet. Como muchos nativos digitales, la angelina pasó sus años de infancia y adolescencia buceando por la red, cautivada por las posibilidades infinitas de las redes sociales y las plataformas de entretenimiento que le permitían encontrar infinidad de beats y publicar canciones creadas desde cero en el salón de su casa.
Esa inquietud creativa le viene de familia. Hija de una diseñadora gráfica, Deborah Sawyer, y del actor de teatro y bailarín sudafricano Dumisani Dlamini, pasó sus primeros años en Rye (Nueva York), donde vivía su abuela materna. Nunca tuvo relación con su padre. Tal y como recoge la revista Rolling Stone, a comienzos de los años 2000, su madre se trasladó con ella y su hermano a una comuna en las montañas de Santa Mónica, Sai Anantam Ashram, un lugar de conexión espiritual construido por la artista de jazz Alice Coltrane en 1980. Rodeados de naturaleza y calma, el ambiente no encajaba con el carácter activo de Doja Cat, quien abandonó los estudios a los 16 años como consecuencia de su TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), según ha relatado ella misma. “A mi hermano le gustaba. Tenía muchos amigos. Pero yo no tenía ninguno. Para mí era como: ‘No puedo comer lo que quiero comer, realmente no puedo hacer cosas de niños”.
Tras un tiempo en la comuna, la familia se mudó a Oak Park, un vecindario acomodado de Los Ángeles. Allí, Doja Cat tuvo una vida alejada de las normas seguidas por muchos niños de su edad. Las horas en internet se multiplicaban sin menguar la creatividad de la futura cantante. Durante aquellos años de adolescencia sin filtro, expresó en chats comentarios que la han perseguido tiempo después: desde insultos homófobos a expresiones racistas de las que ha buscado desmarcarse en varias ocasiones, como cuando reivindicó en un comunicado emitido en 2020 que ella es “una mujer negra”: “La mitad de mi familia es negra de Sudáfrica y estoy muy orgullosa de donde procedo”. De polémica en polémica, The New York Times se preguntaba en un artículo de 2022 Is Doja Cat uncancelable? (¿Es Doja Cat no cancelable?).
De momento, ella no solo ha esquivado cada una de las controversias en las que se ha visto envuelta, sino que ha logrado hacerse un sitio destacado en la industria musical sin renunciar a su carácter provocador. Su carrera se remonta una década atrás, cuando el productor Yeti Beats —con quien ha trabajado hasta su último disco publicado— la descubrió gracias al tema So High, lanzado al universo de internet por Doja Cat. A lo largo de estos años, ha trabajado también estrechamente junto al músico y productor Dr. Luke, coautor de muchos de sus grandes éxitos. El nombre del productor acaparó titulares en 2014 después de que la cantante Kesha lo acusara de violación, una polémica que también ha salpicado a Doja Cat, quien asegura que su relación profesional se inició antes de las acusaciones de la cantante al productor, enfrentados durante una década en una batalla legal que se ha resuelto este verano.
El punto de inflexión para la artista se dio en 2018 de la manera más inesperada. En aquel año llegó al mercado su primer álbum, Amala, referencia directa a su nombre real. Sin embargo, no fue eso lo que catapultó su carrera. La artista alcanzó la viralidad con el tema Mooo! (onomatopeya del mugido de vaca), una canción que sintetiza a la perfección el sonido y la estética de Doja Cat: humor, provocación, extravagancia y ritmos pegadizos entre el pop, el hip hop y el rap. El estribillo resultaba intencionadamente absurdo —“Muuu, soy una vaca”— y el vídeo, con elementos visuales propios del manga, fotos de banco de imágenes de granjas en baja resolución y cortes de Doja Cat bailando mientras se come una hamburguesa, un batido o unas patatas fritas, acumuló millones de reproducciones (actualmente ha superado los 125 millones de plays). El tema fue concebido como una “broma”, según ha reconocido la artista, pero funcionó para que su nombre sonara más allá del mundo virtual.
Precisamente internet tuvo otro papel clave en el desarrollo de su trayectoria profesional. Durante la pandemia, cuando buena parte de la población se refugiaba en el entretenimiento infinito detrás de las pantallas, Doja Cat multiplicó su visibilidad. El tema Say So, lanzado solo unas semanas antes del confinamiento y perteneciente a su segundo álbum, Hot Pink, se convirtió en uno de los éxitos musicales de TikTok, donde los usuarios de la plataforma contribuyeron a su difusión al crear una coreografía. Cuando en mayo de 2020 lanzó el remix de la canción junto a Nicky Minaj, logró su primer número uno en la lista Billboard Hot 100 y allanó el terreno para lo que vendría después.
La prensa especializada definió su tercer disco, Planet Her, como uno de los grandes lanzamientos de 2021. Las nominaciones y los premios no se hicieron esperar. El tema Kiss Me More, en colaboración con la cantante SZA, batió varios récords musicales. Aparte de hacerse con el Grammy en la categoría de mejor interpretación pop de dúo/grupo en la gala de 2022, el tema hizo historia al ser la colaboración de mujeres que más semanas se mantuvo en la lista Billboard Hot 100. Además, el álbum fue el más reproducido de una rapera en la historia en Spotify, según datos proporcionados por la plataforma el año pasado. Por si esto fuera poco, terminó 2022 con siete temas en la lista Billboard Hot 100, empatada únicamente con Bad Bunny.
Convertida en una de las artistas del momento y en contra de lo que pueda parecer por su actitud desafiante y su falta de filtro a la hora de expresar ciertas opiniones, Doja Cat alimenta su propio personaje, pulido en cada una de sus apariciones públicas, donde no hay sitio para el azar. Cinco años después de hacerse famosa gracias a esa canción en la que cantaba que era una vaca, se paseaba por la escalinata del Museo Metropolitano de Nueva York vestida de gato como invitada de la exclusiva gala Met. Para su debut en la fiesta se transformó en un felino gracias a unas prótesis hiperrealistas y bastante perturbadoras. El estilismo, firmado por Óscar de la Renta, era un guiño a Choupette, el inseparable gato del diseñador Karl Lagerfeld, en torno a quien giraba la temática de la gala. Muy comentada fue también su aparición en la semana de la alta costura de París, cuando acudió al desfile de Schiaparelli con un traje confeccionado con 30.000 cristales diminutos, distribuidos y pegados a lo largo de su cráneo, cara y cuerpo. A la hora de jugar con su imagen, ya sea al raparse la cabeza o afeitarse las cejas, la artista subraya esa versatilidad presente también en su trabajo musical, difícil de encasillar en un solo género.
Doja Cat mantiene el ritmo y no da signos de cansancio ni de cansar. En 2023, ha sido reconocida como una de las 100 personas más influyentes del año por la revista Time. Por otro lado, acaba de anunciar el lanzamiento de su nuevo trabajo, Scarlet, del que ya se han dado a conocer dos sencillos, Attention y Paint the Town Red, ambos con alusiones directas al enfrentamiento que mantiene con parte de sus fans. “Es estúpido, me sigues pero no te preocupa la música”, canta en Attention. Provocadora nata e inquieta por naturaleza, en V Magazine ha expresado el nuevo rumbo que seguirá su carrera al asegurar que durante estos años ha estado haciendo música “apetecible, comercial, fácil de vender”. “Me ha permitido estar donde estoy. Ahora, hago música que me permita expresar el mundo que me rodea tal y como lo siento”.
De momento, sigue siendo una de las artistas de moda. A lo largo de estos meses podría engrosar su lista de premios con varios MTV Vídeo Music Awards (VMA), entre ellos, el de mejor artista del año. Además de mejor vídeo del año, mejor dirección y mejor dirección de arte por Attention y mejor colaboración por I Like You (A Happier Song), junto a Post Malone.
Y ojo, porque el terreno musical empieza a quedarse pequeño para la estadounidense. Así lo confesó este agosto en Harper’s Bazaar al comentar su interés por adentrarse en “otro tipo de proyectos”. Entre ellos, la moda y el maquillaje. Pero, sobre todo, el cine: “Quiero explorar la actuación. Quiero hacer películas en las que crea. Tendría que parar un poco con la música. Adoro las comedias y películas de acción. Quiero aprender artes marciales y hacer una película como John Wick [la saga de acción protagonizada por Keanu Reeves]”. El tiempo dirá si lo dice en serio.