Segunda parte de ‘Enrique y Meghan’: pensamientos suicidas, acoso y gritos de Guillermo
La bomba mediática de Netflix continúa estructurándose sobre dos ejes centrales: el papel de la prensa y el racismo sobre la figura de la duquesa de Sussex. En sus tres últimos capítulos hablan sobre el aislamiento y la presión derivada de no encontrar apoyo ni protección dentro de la familia real británica
Siete días después de emitir los tres primeros episodios, a las nueve en punto de la mañana, Netflix lanzaba este jueves 15 de diciembre los tres capítulos finales de Enrique y Meghan, el documental. Un contenido que al gigante del streaming le ha salido más que rentable, con 81,55 millones de horas de visualizaciones desde su debut el pasado jueves. Y, entre emisión y emisión, toda una tormenta mediática con una cobertura minuciosa y a tiempo real en los medios con cada nuevo tráiler que Netflix publicaba (solo con los 59 segundos del primer avance, el Daily Mail publicó 11 noticias). Si en las tres primeras entregas Enrique de Inglaterra y Meghan Markle contaban el inicio de su historia de amor, desde sus primeras citas secretas entre Londres y Botsuana hasta el anuncio oficial de su compromiso, el arranque del cuarto episodio comienza con la boda real, celebrada en el castillo de Windsor el 19 de mayo de 2018, para continuar con su decisión de salir de la casa real británica, tema central del quinto episodio, y finalizar, en el último, con la huida de Canadá a Los Ángeles, la famosa entrevista con Oprah Winfrey y cómo gestionan ahora los duques de Sussex su nueva vida.
Los dos temas centrales tocados en la primera parte del documental se desgranan con mayor detalle en los tres últimos episodios: el primero, la persecución y acoso que ambos sufrieron por parte de la prensa sensacionalista; y, el segundo, el escrutinio de índole racista al que se vio sometida Meghan Markle y, ahora también, sus hijos, por tratarse de la primera mujer racializada o mestiza (como se la denomina en el metraje), dentro de la casa real británica. Además de los dos temas que vertebran el documental, los dos protagonistas hablan sobre los pensamientos suicidas de la propia Meghan, el aislamiento y la presión derivada de no encontrar apoyo ni protección dentro de la familia real, la rivalidad entre Enrique y Guillermo, las disputas y gritos familiares a causa de la decisión de marcharse a Estados Unidos o el aborto sufrido por la duquesa, del que culpan directamente al Daily Mail.
Revelaciones más o menos conocidas tras su famosa entrevista con Winfrey, que, sin embargo, siguen suscitando interés y resultando explosivas por el descenso al detalle (cada episodio tiene casi una hora de duración) y, sobre todo, por quién cuenta la historia: Enrique y Meghan pasan de ser duques de Sussex a reyes de su propio relato.
[Atención: a partir de este punto hay spoilers sobre la serie documental de Netflix ‘Enrique y Meghan’]
Cuarto capítulo: De “El amor siempre gana” a “Nadie sabe qué sucede entre bambalinas”
“El mundo se detuvo para celebrar el amor”, comenta Vicky Tsai, amiga de los duques de Sussex, durante los primeros 15 minutos de este capítulo, donde retorna la fantasía de cuento de hadas para hablar de la boda real. Algunas frases que rozan la cursilería (”El amor siempre gana. Y ganó”, comenta otra amiga de la pareja) para sumergirnos en un periodo de la vida de Enrique y Meghan donde todo parecía posible: desde la buena relación familiar (“El padre de Enrique es encantador y le dije: ‘He perdido a mi padre por el camino’, por eso él, como mi suegro, era muy importante para mí. Así que le pedí que me llevase al altar y él dijo ‘sí”, cuenta Meghan) hasta la posibilidad de encajar y adaptarse para formar parte del sistema, aunque fuese a su manera. “El mundo entero nos estaba mirando, pero, en ese momento, para mí éramos solo ella y yo”, dice un romántico Enrique. “Enrique y yo somos muy buenos en eso de encontrarnos el uno al otro en mitad del caos”, añade Meghan.
“Si fueras a escribir la historia de la familia real como una novela, en este punto de la historia te encantaría introducir a un personaje como Meghan. Se necesitaba un chute de energía. Una modernización que conectara con la nueva generación”, explica James Holt, exportavoz de palacio y actual director ejecutivo de Archewell Foundation. En este punto, la historia de Enrique y Meghan todavía parece luminosa: hablan sobre su primera residencia en Londres, Nottingham Cottage, quitándole hierro a su privilegio e intentando mostrarse como personas normales y corrientes: “Para algunos vivíamos en un palacio, pero era una casita en el recinto del palacio”, dice Enrique, y Meghan añade que era “pequeña” (se trata de una vivienda de 125 metros cuadrados de dos dormitorios, salón, comedor y cocina que está ubicada dentro del complejo que compone el palacio de Kensington).
Los problemas comienzan cuando los duques de Sussex inician sus compromisos oficiales, según explican en el documental. En concreto, en su gira por Australia en 2018, en la que Meghan Markle anunció su primer embarazo y ambos gozan de una enorme popularidad. Hay incluso diarios británicos que comienzan a llamar a Markle “reina de corazones”, el título no oficial que tuvo Diana de Gales. Pronto el cuento de hadas empieza a convertirse en un thriller: “Eran tan populares que en palacio vieron eso como una amenaza”, comenta una amiga. Tabloides como The Sun o The Daily Beast empiezan a publicar informaciones sobre una supuesta rivalidad entre hermanos y desaires entre “los cuatro fantásticos” (forma en la que la prensa se refería a los matrimonios reales formados por Guillermo y Kate y Enrique y Meghan). “El problema viene cuando la persona con la que te casas, tu apoyo, empieza a ganar protagonismo y hacer mejor el trabajo que la persona que nació para ello”, explica Enrique. “Eso molesta a la gente, cambia el equilibrio”, añade. Es en este punto cuando aparece la segunda comparación con Lady Di y vuelven a poner imágenes de su polémica entrevista en Panorama, que Guillermo de Inglaterra pidió recientemente no volver a emitir: “Esa atención de los medios generó muchos celos y surgieron gran cantidad de situaciones complicadas”, dice Diana en esa entrevista.
Los duques de Sussex hablan sobre cómo los medios cambiaron su narrativa para ir contra ellos: empezaron a llamar a Markle “diva”, “duquesa difícil” e incluso “anticristo”. Según los protagonistas, los medios tenían un doble rasero, acusándola a ella de cosas por las que ensalzaban a su cuñada Kate Middleton, como llevar un vestido con un hombro al aire o “romper el protocolo” de alguna manera. De nuevo, surgen las acusaciones de racismo por parte de la prensa, que en todo momento caían en el estereotipo de que Markle era una “mujer negra enfadada”. “Las mentiras son una cosa. Te acostumbras a ellas cuando perteneces a esta familia. Pero lo que le estaban haciendo a ella y cómo le estaba afectando. Era de: ‘Basta de sufrimiento”, dice Enrique.
Mientras tanto, los duques de Sussex inciden en que “nadie sabe lo que sucede de verdad entre bambalinas” y hablan de los problemas de salud mental que empezó a sufrir Markle, quien confiesa haber tenido pensamientos suicidas (”Pensé que si yo desaparecía, esto se acabaría”, explica la duquesa) y habérselo contado a su madre. “Es muy duro para una madre escuchar eso. Y yo no podía protegerla, ni Enrique”, dice Doria Ragland, entre lágrimas. Enrique y Meghan dicen no haber contado con el apoyo familiar para intentar frenar el acoso de la prensa. “Mi padre decía: ‘Los medios siempre serán los medios”, explica Enrique, “llevo 30 años viendo cómo funciona el sistema y es un juego sucio”. Meghan Markle habla de que intentó acudir a un profesional para que la ayudase, pero la familia real no se lo permitió.
Cuando nació su primer hijo, Archie Harrison Mountbatten-Windsor, un año después de su boda, todo empeoró. Enrique y Meghan sienten que el hijo no les pertenecía a ellos, “sino a la institución”. En los medios, se publican historias sobre cómo no se muestran tan abiertos como otros miembros de la familia real cuando presentan a Archie al mundo: “Querían que sirviéramos a nuestro hijo en bandeja de plata”, explica Enrique.
Este primer episodio termina con el viaje institucional que los duques de Sussex y su primogénito, de tan solo cuatro meses, hicieron a Sudáfrica y con la entrevista que concedió allí Meghan Markle, donde habló de las dificultades que estaba viviendo como madre primeriza. “No mucha gente me pregunta si estoy bien”, dijo Markle, “es muy duro lo que sucede entre bambalinas”. El efecto de aquellas palabras fue “una locura”, según Enrique de Inglaterra: “Desde una perspectiva institucional, el problema está en ella, por no pertenecer al sistema”. El príncipe vuelve a hacer mención a su madre por ser la única otra persona que había hablado alto y claro sobre salud mental, y vuelven a ponerse imágenes de la entrevista en Panorama. Este cuarto episodio termina con un cliffhanger de cara al siguiente: “Empezamos a tener conversaciones sobre qué tenía que pasar para continuar con esto”.
Quinto capítulo: De “Quería que mi hijo tuviera una familia” a “Me esforcé muchísimo y aun así no bastó, sigo sin encajar”
En el quinto episodio del documental Enrique y Meghan el peso del relato recae en la enorme presión que la prensa sensacionalista ejerció sobre los duques de Sussex para que estos decidieran apartarse de la familia real, además de cómo se fraguó la ruptura de Enrique con su hermano Guillermo. El metraje comienza con unos primeros fotogramas de Archie corriendo delante de su padre y a la búsqueda de su madre a través de un laberinto vegetal, mientras Enrique de Inglaterra lo graba con su móvil. “Tuve una infancia feliz, pero me sentía sola a veces, así que quería que mi hijo tuviera muchos primos y familia alrededor”, explica Markle a cámara su deseo de que su relación con los Windsor funcionase. “Hice todo lo que pude para que se sintieran orgullosos y para poder formar parte. Pero la burbuja estalló”, añade Meghan, mientras se ve su paseo, embarazada de Archie, junto a Enrique, Guillermo y Kate Middleton hacía la misa del día de Navidad de 2018 en Sandrigham, el castillo preferido de la reina Isabel para pasar las fiestas navideñas y la que sería la última Navidad de Enrique y Meghan junto a la familia real.
Tras estos primeros compases introductorios, Enrique y Meghan se intercalan para contar su relato de cómo se sucedieron las filtraciones a la prensa desde la familia real: desde la carta que ella envió a su padre para que parase de hablar con los medios —“Tus acciones han roto mi corazón en un millón de pedazos”, escribió la duquesa de Sussex en agosto de 2018 a su progenitor—, una misiva que la reina Isabel II y Carlos recomendó que mandara, hasta sus planes para mudarse a Sudáfrica primero y después a Canadá, que también salieron a la luz antes de tiempo. “¿Por qué The Mail on Sunday publicaría esta carta privada, sabiendo que es ilegal? Porque sabía que desde palacio no iban a demandarlos”, asegura Enrique, haciendo explícita la vinculación de las filtraciones y el papel activo que tenía su propia familia en todo lo que se publicaba negativo sobre su esposa.
Tras meses de pedir a la familia real que actuaran ante tal acoso, los duques de Sussex deciden asesorarse y demandar al The Mail on Sunday por la publicación de esta carta y continuar las acciones legales contra la prensa. “Meghan se convirtió en la cabeza de turco, ella se llevaría las portadas negativas, para que así otra información perjudicial de la familia no saliera a la luz”, asegura en el documental Jenny Afia, abogada de los duques. Aquella denuncia en octubre de 2019, aseguran, se convirtió en el punto de inflexión para su ruptura definitiva con la familia real británica. Enrique y Meghan deciden alquilar una lujosa vivienda en North Saanich, en la isla de Vancouver, de 16.000 metros cuadrados, para pasar sus primeras Navidades alejados de Londres, pero el acoso de la prensa no cesa. “No había un solo paparazi en la isla de Vancouver, por eso la elegimos, porque es una isla”, explica Enrique, antes de mostrar su baño en agua helada el 1 de enero de 2020, días antes de comenzar su negociación con Isabel II, Carlos de Inglaterra, su padre, y Guillermo, su hermano, para mudarse lejos de Londres. “Nosotros lo pagaremos, no queremos que el contribuyente lo asuma. Obtendréis el apoyo que queremos dar a la monarquía, pero gratis”, justifica el duque ante las cámaras de lo que quería el matrimonio a cambio de su libertad de movimientos alejados de la presión mediática.
Enrique decide tomar cartas en el asunto y después de mandar su plan de mudanza a Canadá a los secretarios de la reina, su padre y su hermano, viajan de vuelta a la capital británica para hablar con su abuela. Ella, según Enrique, sabía que el matrimonio se sentía mal y los invitó a que pasaran una noche en el palacio de Buckingham para poder hablar y le aseguró que en su agenda oficial no tenía planes. Conforme aterrizaron en Heatrow, cuenta Meghan, recibieron un mensaje: la reina no puede atenderos, está ocupada toda la semana. Tras aquel nuevo desencuentro, se filtra el que sería su plan para mudarse a Canadá. “Su padre le pidió el plan por escrito y a los cinco días estaba en la prensa”, explica Meghan. Tras esta nueva filtración, de la que Enrique acusa directamente a su familia, al ver que en ella se podía saber que habían especificado que sí era necesario renunciaban al ducado, decidieron hacer pública su postura el 8 de enero a través de una publicación en su cuenta de Instagram. “Después de muchos meses de reflexión y discusiones internas, hemos optado por hacer una transición este año para comenzar a forjar un nuevo rol progresivo dentro de esta institución. Tenemos la intención de dar un paso atrás como miembros ‘principales’ de la familia real y trabajar para ser económicamente independientes, sin dejar de apoyar plenamente a Su Majestad la Reina”, explicaba el comunicado oficial de los duques de Sussex.
Aquel comunicado fue la bomba de relojería, según Enrique y Meghan, para que todo estallase y se concertara una reunión de urgencia en Sandrigham el 13 de enero de 2020, en la que no estaría Meghan presente después de volar de vuelta a Canadá para estar con su hijo Archie, tras el viaje fallido a Londres para ver a la reina. “Fue horrible tener a mi hermano gritándome y a mi padre diciéndome cosas que sabía que no eran ciertas y a mi abuela allí sentada en silencio, asimilándolo todo”, explica Enrique sobre el momento que supuso la ruptura definitiva con Guillermo. “Lo más triste fue la brecha que se creó entre mi hermano y yo. Ahora él está del lado de la institución y lo entiendo. Es su legado, él hasta cierto punto ya tiene arraigado que parte de su responsabilidad es que esta institución sobreviva y continúe”. Así justifica el duque de Sussex la postura del príncipe de Gales ante su decisión de salir de la familia real.
Sin embargo, uno de los reproches que Enrique no deja pasar por alto a su familia es el de proteger a Guillermo más que a su esposa. El duque de Sussex cuenta cómo después de la reunión de Sandrigham, en la que no se llega a ningún acuerdo sobre su marcha, se emite un comunicado firmado por él sin su permiso en el que desmentía que Guillermo les había amenazado y que este era uno de los motivos para marcharse. “Llame a M para contárselo y se echó a llorar, porque en cuatro horas habían mentido encantados para proteger a mi hermano, pero durante cuatro años nunca dijeron la verdad para protegernos a nosotros”, explica Enrique, que asegura que aquel lugar, Sandrigham, del que guardaba numerosos recuerdos, incluídos momentos especiales junto a su madre, se convirtió en un lugar agridulce.
A estas alturas, la pareja, siempre según ellos, no tenía más opción que la de marcharse. “Fui yo quien decidió irse, ella [Meghan] nunca lo pidió, pero vivimos la misoginia llevada a su máxima expresión”, reflexiona Enrique sobre las portadas de los periódicos, las viñetas y los titulares con el término Megxit que llevaron a culpabilizar a la duquesa de Sussex de la decisión de mudarse a Canadá y salir de la familia real. “Los dos sabéis quienes sois”, se escucha decir a una voz de una guía de meditación que una emocionada Meghan y Enrique siguen en el sofá del apartamento de un amigo en Nueva York, en 2021. Una ráfaga del futuro que les esperaba a los dos antes de contar cómo fue su última semana dentro de la familia real, la primera de marzo de 2020.
“Nos imaginábamos a Archie saltando en el jardín de Frogmore, ese era nuestro futuro y todo cambió muy rápido”, dice Enrique, mientras se suceden imágenes del matrimonio recogiendo sus pertenencias en el castillo de Windsor. “Todos necesitaban culparme, porque así no sería culpa suya”, añade ella. “No tenía que haber sido así. Lo hemos hablado mil veces. Nos sentábamos hasta tarde en la cocina y nos decíamos a nosotros mismos: ‘Podríamos haber seguido así toda la vida’”, explica Enrique de lo que supusieron para ellos sus últimos actos oficiales en Londres como miembros de la familia real mientras se puede escuchar de fondo She Is Like a Rainbow de los Rolling Stones, en clara alusión al vestuario que esa semana utilizó Meghan: un vestido azul turquesa, rojo y verde, colores que jamás había utilizado antes, según ella, para no destacar y desentonar. “Volvimos a Buckhimgham, me quité el vestido verde [tras la misa del día de la Commomwealth, el 9 de marzo de 2020. su último acto oficial] y me fui corriendo al aeropuerto para coger un vuelo. Tenía muchas ganas de ver a Archie”, explica Meghan.
“Me subí en el avión, y no el piloto, pero alguien a bordo y supervisor de la tripulación se arrodilló ante mi asiento, se quitó el sombrero y me dijo: ‘Gracias por todo el servicio que has hecho a este país’. Y esa fue la primera vez que sentí que alguien era consciente de mis sacrificios, no por mi país, si no por otro que no es el mío”. La duquesa de Sussex cuenta cómo al llegar a suelo canadiense se echó en los brazos de un guardaespaldas de confianza y comenzó a llorar, diciéndole que había hecho todo lo posible por permanecer dentro de la familia real. “Me esforcé muchísimo y ese es el detonador, el hecho de pensar que y aun así no bastó, sigo sin encajar”, explica Meghan emocionada.
Sexto capítulo: De “Estamos atrapados” a “Lo hemos logrado”
Es 14 de marzo de 2020 y la familia se encuentra en el que Enrique denomina como “avión de la libertad”. El matrimonio, junto a Archie, decide huir de Canadá —donde residían— para ocultarse de la prensa en la casa de Tyler Perry en Los Ángeles, amigo de Markle a quien ni siquiera conoce en persona. “La estaban maltratando”, alega Perry mientras aparecen imágenes de los titulares de los medios británicos. “Estábamos atrapados y todos sabían donde estábamos”, explica Markle dos años después de dejar su hogar en el país canadiense para vivir durante 12 semanas en casa de Perry.
Mientras mantienen en secreto su paradero, Archie celebra su primer cumpleaños y da los primeros pasos en una casa ajena, pero que les aportó la tranquilidad que tanto añoraban. 24 horas después, el tabloide británico Daily Mail publica la ubicación donde se encuentran y es cuando empieza de nuevo la persecución de los paparazis después de tantas semanas de paz. “Son casi las cinco de la mañana. Archie se ha despertado por culpa del sonido [mientras enfoca a los helicópteros que sobrevuelan la casa]”. Para evitar el acoso de la prensa, Perry manda construir una valla. De nada sirve, puesto que cada día, según él mismo relata, se la encontraban cortada.
El capítulo se centra, casi en su totalidad, en la batalla mediática que mantiene la pareja con los medios británicos, en especial el Daily Mail. Cinco años de pleitos judiciales, noticias manipuladas y filtraciones por parte de gente cercana. “La defensa de ellos me dijo: ‘Necesitamos que colabores. Necesitamos acceso a tu correo y teléfono, basándonos en estos términos: te quiero, Archie, Kate, Guillermo, África…’¿Qué tenía que ver eso con la demanda? Archie ni había nacido cuando publicaron la carta de mi padre”. En otro intento más de igualar la situación que vivió Lady Di, Enrique vuelve a recordar anécdotas que le contaba su madre: “Siempre decía: ‘Si hablan mal de ti en los tabloides es porque lo estás haciendo bien’. Así que siempre he creído que valía la pena luchar por esto”. Finalmente, Markle gana el juicio contra el Daily Mail y es el periódico quien debe disculparse por la publicación.
En julio de 2020, cuando se acaban de mudar a la casa en la que ahora residen, Markle sufrió un aborto. Ambos defienden, aunque es Enrique quién lo dice de manera directa, que esa pérdida de la que ella ya habló en el pasado públicamente, fue culpa del acoso que vivía diariamente: “Estoy seguro de que mi mujer sufrió un aborto por lo que hizo el Mail. Yo lo vi todo. ¿Sabemos con certeza que el aborto lo provocó eso? Obviamente no. Pero si tenemos en cuenta el estrés, la falta de sueño y la fase del embarazado, de cuántas semanas estaba…Puedo decir que sufrió un aborto debido a lo que intentaban hacerle”.
Las imágenes familiares junto a Archie y Doria se repiten reiteradamente: jugando en el jardín, cocinando… Todo a la espera de la llega de la nueva integrante de la familia. Finalmente, es un amigo del matrimonio —a quien le dan en exclusiva la noticia de la llegada de su segundo hijo— quien lo cuenta en The Guardian. El 14 de febrero de 2021 se hizo público, coincidiendo con una fecha muy importante. “Recibí un mensaje de dos personas completamente diferentes. Era la portada de San Valentín de 1984, de mi madre anunciando que estaba embarazada de mí. No teníamos ni idea, fue pura coincidencia”. Lilibet Diana nacería el 4 de junio de 2021, casi cuatro meses después.
En este capítulo, recuerdan también otro de los detonantes del distanciamiento entre la familia real británica y Enrique y Meghan: la esperada entrevista con Oprah Winfrey. En ella, la pareja relató en primera persona, por primera vez, todo lo que habían vivido, cómo se habían sentido y por lo que estaban atravesando: depresión, acoso, racismo… Un año después, Markle se lamenta de que toda la polémica se centrase únicamente en la cuestión de la raza. Ante las acusaciones vertidas de racismo por parte de la casa real británica, emitieron un comunicado en el que defendían a la pareja y se disculpaban por lo que habían atravesado. Pero la realidad fuera de los focos era muy distinta: la relación entre los hermanos se debilitaba con cada acción. Se emite una escena en la que Enrique recibe un mensaje del príncipe Guillermo. Su cara lo dice todo, pero su frase lapidaria, más: “Ojalá supiera qué hacer”. No se sabe qué ocurrió después, ni cuál fue el mensaje que le envío. Pero la reacción, tanto de Markle como de Enrique, es tajante.
Un mes después de la famosa entrevista, murió Felipe de Edimburgo. El príncipe siempre defendió a su abuelo, a quien estaba muy unido. A pesar de encontrarse a miles de kilómetros de distancia de Londres y del bache que estaba atravesando su relación con sus familiares, viajó hasta la capital británica para despedirse por última vez del duque. “Fue duro. Sobre todo pasar tiempo y hablar con mi hermano y padre después de todo. Seguían centrados en malinterpretar toda la situación. He tenido que asumir que nunca nos rendirán cuentas ni nos darán una disculpa sincera”.
Ante la pregunta final sobre si echa de menos la institución, el príncipe es claro: “Echo de menos las reuniones familiares, cuando nos juntábamos todos en ciertas épocas del año. Pero creo que estamos donde tenemos que estar. Lo hemos logrado”. El documental termina con Markle pronunciando el discurso que dio en la noche de su boda. Una última frase resume todo el documental en tres palabras: “Gana el amor”.