Gildas con traje regional: las versiones autonómicas que levantan pasiones en las redes
El creador de contenido Dannychef ha adaptado la banderilla a los ingredientes y platos típicos de cada región, despertando amor y también algo de odio
Todo empezó como un juego, un divertimento y a ver qué pasa. El barcelonés Dani Valls Halling, alias Dannychef, decidió adaptar un producto de moda como la gilda al perfil gastronómico de todas las comunidades autónomas de España y dejar constancia de ello en su cuenta de Tiktok e Instagram. “Todo el mundo está loco con las gildas. Son muy visuales y te permiten distinguir los ingredientes”, dice. Quizás la serie de vídeos ‘Gildas Autonómicas’ nació entre risas, pero enseguida se convirtió en algo muy serio: hay publicaciones que ya superan el millón de visionados en Tiktok.
Cada entrega de se ha vivido con fervor de culebrón entre la parroquia de internautas, basta leer la avalancha de comentarios que han generado los vídeos. Hete aquí un blockbuster autonómico que ha despertado amores y odios, como no podía ser de otro modo, pues ha excitado dos intangibles tochos: el orgullo de pertenencia a tu comunidad y el cuñadismo gastro que gastamos en este país. La ha liado parda, que diría cierta socorrista. Y me gusta.
Gildas Autonómicas: el origen
Dani Valls trabaja para Realfooding en labores de marketing y; a modo de hobby, publica sus vídeos de recetas en redes, adornados casi siempre con unas gotitas de cachondeo de esas que tanto molestan a puristas e intensitos. El ñigiri, un nigiri hecho con socarrat de paella, podría ser una de sus provocaciones más divertidas. Dejó su trabajo como representante de artistas musicales para dedicarse al mundo de la cocina, un interés que le acompaña desde que tiene uso de razón. Le encantaba cocinar con sus abuelas y madre cuando era un retoño, y, más adelante, las recetas le sirvieron como refugio antiestrés.
Obviamente, siempre le toca cocinar para sus amigos –un chollazo, el colega–, y así es como comenzó el pandemónium gildero. “A mis amigos y a mí siempre nos ha gustado hacer gildas”. Una vez, tuvo que hacer un picoteo para una familia que les había dejado una casa en la Costa Brava, y decidió preparar una gilda diferente, a la gallega. “Le puse pulpo y aceite con pimentón, ¡y gustó mucho! Así que decidí ampliar la propuesta a otras comunidades autónomas, lo encontré divertido, y de allí salió el primer vídeo de ‘Gildas Autonómicas’, con Galicia, Catalunya y Baleares”, cuenta.
La parroquia se engoriló cosa mala: torrente de peticiones para ampliar la propuesta a otras comunidades. ¡Españoles carcomidos por el FOMO reclamando, exigiendo, ordenando la publicación de la gilda de su tierra! De modo que Dani volvió a convertirse en Dannychef, subió las apuestas y se puso pinchos a la obra para completar la serie por entregas, con todas las comunidades representadas por su correspondiente gilda a través de sus ingredientes más típicos, combinados con el inevitable combo piparra-aceituna-anchoa. “Enseguida vi que me lo iba a pasar muy bien con esto”, recuerda.
España corazones
La actitud disfrutona de Dani Valls es la correcta para encarar una partida online en la que se baraja el orgullo culinario de cada comunidad, y te pueden dar hasta en el DNI. Se nota que la mente detrás de Gildas Autonómicas se lo está pasando teta, y se crece en cada nuevo vídeo. Pero vamos, acojone lo hubo. “Me produjo cierto respeto, sobre todo las gildas de Valencia y Canarias. Con ambas hice una investigación como no había hecho desde la carrera: me volví loco con la receta del mojo picón, me pasé horas probando y buscando, porque sabía que era un tema que podía levantar ampollas”, comenta.
Sí, mojo picón en una gilda; hay que reconocer el trabajo que hay detrás de muchas de las piezas. La de Canarias, aparte de la base de mojo, lleva también papas arrugadas, aceitunas rellenas de almogrote, queso majorero y atención al detalle 100% canario: una lata de Clipper de fresa que aportó un amigo isleño. Según Dani, es la gilda que ha cosechado más amor. “‘Por fin un peninsular que hace las cosas bien’, me decían en algunos comentarios. Cuando me dijeron que por fin alguien hacía bien el mojo picón me puse muy contento, ha sido la más agradecida”.
Viviendo al límite en un palillo
Si a la gilda de Aragón hay que ponerle porciones de ternasco cocinado durante casi tres horas, se las pone y punto. La gilda madrileña, la que más le ha costado a Dani por la dificultad de encajar los ingredientes en formato pincho, presenta un ensamblaje obsceno con patatas bravas y callos. La más laboriosa, la gilda valenciana, con sus aceitunas maceradas en mondadura de naranja, gamba de Denia y garrofons encurtidos, se sostiene sobre una base de socarrat de paella. Una de las plazas más difíciles a mi modo de ver, Valencia, le recompensa con infinidad de comentarios de aprobación y poquísimo hate.
“No ha sido fácil elegir y combinar los ingredientes. A veces no puedes poner ciertas cosas, porque hay productos que, por muy buenos que estén, no encajan en una gilda. Le he dedicado mucha investigación y probaturas”. A la gilda asturiana pensó ponerle fabada e incluso un trozo de cachopo, pero le pareció muy simple. “Como vi que se hicieron virales recetas de aceitunas rebozadas, decidí macerarlas en sidra, rellenarlas de jamón y cabrales, y hacer un homenaje al cachopo con este formato”, asegura.
Aparte de los ingredientes típicos de cada tierra, casi todas las propuestas llevan una base, una salsa, una preparación o incluso algún guiño fuera de guión aplaudido por la gente, como ocurrió con la gilda murciana, que descansa sobre una ensaladilla con su inevitable rosquilla de pan. Al final del vídeo, a la gilda de Murcia le echa un chorrito de limón y un poco de pimienta negra. “He pasado mucho tiempo en Murcia y sé que los murcianos lo hacen con las patatas de bolsa, pero es un gesto que no se conoce mucho fuera de su tierra. Es un apunte que muchos murcianos han apreciado”, comenta.
Hate encurtido
Pero no todo han sido elogios. Canarias, Baleares o Murcia se encuentran entre las más queridas, pero el odio no descansa y siempre encuentra grietas por las que filtrar el veneno. Dicho esto, antes de escarbar en el lado oscuro de las gildas, no hay que olvidar dos cosas:
a) Gildas Autonómicas no tiene ninguna ambición evangelizadora: es puro divertimento.
b) Cuando publicas cosas de comida en las redes (especialmente apelando a las autonomías) siempre recibirás capones, por muy buenas que sean tus intenciones.
De entrada, al bueno de Dani le recuerdan no pocas veces que lo que él hace no son gildas, sino banderillas: la neurosis gastronómica por la nomenclatura es implacable. Sobre el papel, una gilda solo debería llevar aceituna, anchoa y piparra, para todo lo demás: banderilla. “Desde una perspectiva purista, no les falta razón, pero cuando voy a un bar o hablo con la gente, todo el mundo utiliza el término gilda. En mi día día son gildas, tampoco pasa nada, me gusta tomármelo con humor”, comenta.
El humor es un buen escudo, porque el ojo escrutador de las autonomías sacará a relucir todos tus deslices sin compasión. Quizás por eso, la gilda que ha generado más críticas ha sido la asturiana: con el cachopo y la sidra no se juega, guaje. “Recibí críticas porque a la aceituna de cachopo le puse jamón York. Un error, lo sé; he comido cachopo, sé que se utiliza jamón serrano, pero se me pasó”. También le dieron caña por culpa de la sidra con gas que utilicé para macerar las aceitunas, porque no era sidra de verdad. “No obstante, muchas de estas críticas no son un hate agresivo, de hecho algunos me dan las gracias por haberlo intentado” asegura.
Con la morcilla hemos topado
La gilda de Castilla-León también ha generado malas caras entre algunos internautas. La morcilla de la discordia. “Compré una morcilla pensando que era de Burgos y resulta que no, porque era de arroz”. Por otra parte, la sobrasada que utilizó para la de Baleares también ha recibido críticas, porque es untable, del Mercadona, vaya. “Son detalles que me hubiera gustado corregir, soy muy perfeccionista, pero, claro, tampoco contemplaba en ningún momento que esto se hiciera tan grande”. Una de las cosas positivas de ‘Gildas Autonómicas’ es que ha aprendido muchas cosas. “Aunque también es cierto que a veces te encuentras a las dos de la madrugada, con la cocina patas arriba, sudando, y te preguntas: ¿qué demonios estoy haciendo?”, dice.
Pero que nadie se asuste. Dani Vall no piensa levantar el pie del acelerador. Los que han disfrutado con este juego gastro/autonómico de alta creatividad, que se preparen para la siguiente fase de la operación gilda, porque su autor intelectual asegura que ya está pensando en la nueva serie: ¡gildas de países! Muchas ganas de ver cómo se las apaña con la de Finlandia.
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