Antonella Tignanelli, en Masa Vins, en Barcelona.Cecilia Díaz Betz

Antonella Tignanelli, la argentina que recrea banquetes temáticos y ha llevado el vino natural hasta el Poblenou barcelonés

Masa Vins ofrece una carta de vinos con 40 referencias y una cocina “vegetal y fresca” cuyo plato estrella es el arroz con leche y dulce de leche

Años antes de la fábula del metaverso y las gafas de realidad virtual, Antonella Tignanelli apostó por una experiencia inmersiva basada en sentarse a la mesa. Después de que la pandemia le tirase por tierra un documental sobre rituales gastronómicos paganos y religiosos, resucitó el proyecto como compañía teatral. La receta de su éxito fue combinar su trayectoria profesional con sus raíces familiares: el arte y la comida. “Todo empezó con mi abuela”, relata esta cocinera, consultora y directora de arte, de 33 años y nacida en Buenos Aires. Ayudaba a Celia, apodada Buti, a orquestar celebraciones familiares: asado argentino, torres de profiteroles. Su abuela materna estudió Bellas Artes y su familia paterna era una estirpe de actores. Con este cóctel familiar, ella jugó desde joven con la fotografía, la interpretación, la pintura y el collage.

Detalle del local de Masa Vins, en Barcelona.Cecilia Díaz Betz

Con apenas 18 años acabó en los carnavales de Chamula, pueblo mexicano donde se habla un dialecto heredado del maya. Disfrutó bailando y comiendo: “Recuerdo iglesias llenas de humo y chamanes. Nos dieron cosas sencillas hechas a base de judías, acelgas y una tortilla, fue emocionante”. Esta aventura desencadenó cuatro años de viajes por Latinoamérica, el Sudeste Asiático o Australia, donde aprendió el oficio de cocinera mientras vendía sus cuadros. Luego se instaló en Nueva York y tuvo otro golpe de suerte: con la popularización del food design, una disciplina entonces disruptiva, pudo “unir caminos que siempre había hecho separados”. Estuvo cuatro años organizando caterings para marcas de lujo e instituciones. “En la inauguración de una galería de arte hicimos un menú sobre la naturaleza humana, dividido en partes como semillas, tallos, raíces…”. Pasó a trabajar como consultora creando restaurantes de cero: se ponía en los fuegos las primeras semanas hasta que dejaba volar a establecimientos en las calles más solicitadas de Berlín, París o México D. F.

La propia Antonella Tignanelli y una amiga crearon el portacubiertos, inspirado en un diseño de Alessi.Cecilia Díaz Betz

Barcelona se encontraba entre esas ciudades hasta que en una boda conoció al padre de su hijo, nacido en 2018. Ese “parón” del embarazo le permitió gestar Food Rituals, que se materializó en formato gastroteatral en 2021 al sur de Francia. Tignanelli cocinó todo el menú para 50 asistentes que pagaron 150 euros por 12 horas de performance: “Fue como una boda”. En ese caso abordó el Midsommar, la fiesta sueca que celebra el solsticio de verano. A este exitoso evento piloto le siguieron otros como el Samhain —la tradición celta que originó Halloween—, otro basado en El libro de los muertos del Antiguo Egipto y uno sobre El banquete de Platón. Allí usó recetas como las berenjenas que le enseñó la anciana dueña de una taberna en una isla griega. Asegura que a esa sabiduría le debe el éxito de sus proyectos: “He aprendido más de las abuelas que de muchos artistas”.

Olivas marinadas en naranja, pimiento rosa y laurel; nueces especiadas con chipotle y dip de remolacha, labneh con ajo asado, za’atar y crudités.Cecilia Díaz Betz

Su equipo de Food Rituals ya cuenta con una docena de personas y ya no solo presentan sus propias propuestas, sino que les piden organizar eventos como bodas. Mientras desarrolla esta compañía itinerante, Tignanelli también se ha volcado en Masa Vins, un local especializado en vinos naturales en el Poblenou barcelonés: “Allí no te chocas con turistas como en el centro, hay pocos sitios para comer y una comunidad de vecinos creciente”. Sintió que el barrio tenía mucho potencial para “un sitio con vinos de calidad en un ambiente desenfadado”. Su decoración tiene la vocación de “bar de toda la vida”, a base de azulejos sencillos, imágenes de su etapa como fotógrafa y un tocadiscos donde los clientes pinchan Marvin Gaye, Erykah Badu o Villagers.

La música es fundamental en Masa Vins.Cecilia Díaz Betz

De martes a sábado por las tardes acuden desde coleccionistas de la otra punta de la ciudad hasta curiosos de la zona que quieren probar un vino natural. Para ella, la esencia de este concepto emergente es conocer a buena parte de los proveedores de las más de 40 botellas de su enorme pizarra, además de reducir los artificios químicos. Por cinco euros la copa, ofrecen un amplio abanico de blancos, tintos, espumosos, naranjas y rosados. Admite que depender de la fermentación espontánea puede ser “una ruleta rusa”. La carta de Masa Vins está construida en función de varias “adversidades”, dice: “La cocina es pequeña y el local es pequeño. El servicio tiene que ser rápido y simple”. Se diseñó con una estética predominantemente “vegetal y fresca”, más allá de algunas opciones de bares “muy pesadas o carnívoras”, sin renunciar a recetas tradicionales. Tignanelli se enorgullece de que el arroz con leche y dulce de leche sea uno de sus platos estrella: “Aquí se ve la marca de mi abuela”. Su compañera de cocina en ambos proyectos, María José Domingos, la percibe en muchos otros momentos. Como cuando hace “muñecos de manteca” inspirados en las esculturas que su abuela Buti hacía con las migas de pan después de cenar.

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