Anchoas con café: un ‘stendhalazo’ de Santoña
La mezcla del clásico bocarte del Cantábrico con mantequilla artesana y café elevan este producto hasta una nueva categoría
Las anchoas de Santoña son un regalo de los dioses. Las anchoas con mantequilla, un deseo de últimas voluntades. Y las anchoas con mantequilla de café de conservas Catalina es, directamente, trascender. Como dice mi querida y admirada Miren Ibarguren, un stendhalazo en toda regla, de tradición, legado, amor y felicidad. Esta lata es puro producto de proximidad, con las mejores anchoas de la costera de primavera con más de un año de salazón, mantequilla artesana de la quesería La Pasiega de Peña de La Cavada (Cantabria) y café de Dromedario, históricas empresas cántabras, todas verdaderas maestras en lo suyo. El resultado es una sinfonía de sabores en el paladar que es un viaje al pasado, ya que las familias sicilianas que llegaron al norte de España en el siglo XIX buscando los preciados bocartes enseñaron a nuestros abuelos a conservar las anchoas en mantequilla (además del más común, pero igual de venerado salazón).
En conservas Catalina han tenido el descaro de añadirles ese toque majestuoso y elegante de café, creando algo tan distintivo y singular que quien escribe estas líneas —un experto en la materia de las latas— se ha comprado un sombrero tan solo para quitárselo al mencionar este virtuoso triángulo de formas pulidas y ángulos perfectos. ¡Larga vida a las anchoas con mantequilla de café!