Muere César Bonilla, el dueño de Bonilla a la Vista, las patatas que llegaron a los Oscar de Hollywood
Comenzó haciendo churros, pero para aprovechar el aceite de la fritura empezó con un nuevo producto, que envasó en una lata que apareció en la película coreana ‘Parásitos’
Arteixo está de luto. Uno de los vecinos más ilustres del polígono coruñés de Sabón, César Bonilla, propietario de la empresa de patatas fritas Bonilla a la Vista, falleció este viernes a los 91 años en Ferrol. Nació el mismo año en el que su padre, Salvador Bonilla, retirado como cabo de la Marina, decidió seguir la tradición familiar de vender churros en las ferias y montar la empresa Bonilla a la Vista. Pronto supo que este era el camino que iba a seguir, el mismo que sus hermanos, que también abrieron sus propias churrerías en Ferrol.
En 1949, la empresa familiar se trasladó a A Coruña, una ciudad en la que era bien conocido, y también querido. Cada mañana, si no tenía revisión médica debido a las sesiones de diálisis que recibía, acudía a desayunar su café con cuatro churros, al local de la calle Galera, abierto en 1969. Le gustaba estar en contacto con los clientes. También con el centenar de empleados que trabajan en la empresa, a cuya fábrica seguía acudiendo, aunque en los últimos meses el timón del barco lo llevaba uno de sus dos hijos, Fernando Bonilla. Una de sus últimas apariciones en público fue en diciembre de 2022, coincidiendo con su 90 aniversario y el de la empresa.
Era un hombre de mar. Llegó a ser campeón gallego de pesca submarina. Y aunque ingresó en la Escuela Náutica de A Coruña, siendo adolescente comenzó a echar una mano en la churrería, donde también trabajaba la madre, María Vázquez. Cuentan en la empresa que él fue el artífice del producto por el que años más tarde serían conocidos mundialmente, las patatas fritas. Decidió que sería buena idea aprovechar la jornada laboral y sobre todo el aceite que empleaban para freír los churros. Empezó a venderlas en los bares de alrededor del local. Cada vez tenía más clientes y amplió el radio de acción a las localidades vecinas. La moto Guzzi con la que hacía el reparto se guarda como un tesoro en la fábrica, que mantiene vivo el origen de esta empresa familiar.
La lata fue una idea que nació con el afán de conservar en óptimas condiciones unas patatas, que elabora con sal marina y aceite de oliva. Para ello pidió a sus amigos del puerto que le guardaran los recipientes metálicos sin usar de los que se empleaban para pintar o darle brea a los barcos, y decidió darles otra vida.
Con la lata consiguió lo más grande: aparecer en una escena de la película coreana Parásitos, que logró el Oscar a la mejor película en 2020. Para él fue un momento muy emocionante. Y hasta recibió la llamada de The New York Times para hacerle una entrevista, que él atendió personalmente en el inglés con el que se defendía. Lo que podía parecer un hecho sorprendente tenía una razón de ser: las patatas de Bonilla a la Vista se venden en Corea del Sur desde 2016, país que se ha convertido en el uno de los principales consumidor de la marca, con 40 toneladas de patatas de las 400 que producen al año. El 15% de la producción se exporta al extranjero (un 10% va al mercado asiático, principal zona de exportación). Con su muerte desaparece uno de los grandes embajadores de Galicia en el mundo.
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