¿Qué investigan los detectives privados en España? Los entresijos de esta profesión tan cinematográfica
Recurrir a servicios privados es una práctica consolidada en el ámbito empresarial para desmantelar fraudes laborales. Sin embargo, cada vez son más los particulares que los contratan, aunque los investigadores rechazan la mayoría de las solicitudes por no ajustarse a la ley
El avance de la tecnología ha sofisticado tremendamente los procesos de búsqueda y recopilación de información, el trabajo principal de un detective privado. Pero los que ejercen esta profesión tan cinematográfica se alejan mucho de la imagen que permanece en el imaginario colectivo del personaje con gabardina, sombrero y lupa a lo Hércules Poirot, Miss Marple o Sherlock Holmes. En España ser investigador privado es una profesión poco común y para ejercerla es necesario tener dos cosas: vocación y una licencia.
“Dedicarse a ser detective privado requiere un perfil profesional un poco complicado. Siempre decimos que sabes cuándo y dónde empiezas, pero no cómo, cuándo y dónde vas a terminar”, comienza Lucas L., director de la agencia de Detectives Culmas. “Hay investigaciones que, en principio, consisten en hacer un servicio mínimo de una tarde y acabas 10 días en Jaén o cogiendo un vuelo de última hora con destino a Nueva York. A nivel familiar no es el mejor trabajo porque no puedes tener una estabilidad que te permita una planificación fija de cara a la conciliación”. Y añade: “Fundamentalmente, es una profesión que te tiene que gustar porque a la larga desgasta mucho. Te hace tener una vida emocionante, nunca hay dos días iguales, pero acaba resultando muy intensa y no es para todo el mundo”. Sobre el desarrollo del trabajo en investigación privada, especifica: “Nuestro objetivo es obtener pruebas que, de una u otra forma, el cliente necesita. Ya sea para acreditar algo a nivel personal o para presentarlo ante un tribunal e iniciar un proceso judicial de, por ejemplo, una modificación de medidas, una demostración de fraudes empresariales o un trámite de herencia”.
En la actualidad, existen poco más de 5.000 licencias expedidas por el Ministerio del Interior español para ejercer como investigador privado y unas 1.500 agencias dedicadas a este sector en todo el país. “Es una profesión de futuro”, comenta Daniel Terrón Santos, profesor de la titulación Detective Privado de la Universidad de Salamanca. “Cuando pensamos en un detective no tenemos que caer en el cliché del profesional que investiga exclusivamente temas sórdidos de índole criminal o infidelidades. Hoy es una figura moderna que ha evolucionado, y que sigue haciéndolo, porque está muy relacionada con los medios tecnológicos y que, por tanto, tiene mucho recorrido”, continúa el también director del grupo de estudios de Ciencias de la Seguridad de la misma universidad.
A pesar del buen pronóstico de la profesión, el número anual de solicitudes para obtener la licencia habilitante no es muy elevado. Dicho trámite sigue unos requerimientos bastante estrictos, entre los que figura estar en posesión de una titulación específica que no se oferta en todas las universidades. Esta condición, imprescindible desde 2014, busca consolidar la validez jurídica de este tipo de investigaciones, evitar el intrusismo y, por ende, el abuso o la mala praxis. Además, hay que tener en cuenta que en España no existe una cultura de la investigación privada tan potente como en países como el Reino Unido o Estados Unidos, donde hay mayor flexibilidad legislativa al respecto y los tribunales muestran una mejor aceptación de informes que provienen de seguimientos privados.
Como cliente, hay dos barreras de entrada a la hora de solicitar este tipo de servicios. Por un lado, el desconocimiento del funcionamiento de la profesión. Y, por otro, la existencia de unos servicios públicos gratuitos que no son sustitutivos pero sí accesibles a la ciudadanía en general. Mucha gente acude a la policía para investigar cuestiones privadas antes que recurrir al pago de este tipo de prestaciones porque intuyen que, en general, son servicios caros y que las conclusiones obtenidas, para según que cuestión, no tendrán validez legal.
La investigación privada en España está ganando relevancia en los últimos años, especialmente dentro del ámbito empresarial. Cada vez son más las corporaciones que contratan a un detective privado para destapar fraudes relacionados con bajas laborales o absentismo. Lo que buscan las empresas es que el investigador aporte pruebas gráficas de que existe un comportamiento irregular en sus empleados. En este sentido, el investigador Lucas L. señala: “Para empresas, sobre todo nos centramos en las bajas laborales. Por ejemplo, hacemos seguimientos a trabajadores de los que existen sospechas de que, mientras están de permiso médico, están trabajando en otros sitios o que, incluso, se puede demostrar que no poseen la condición de enfermos. También investigamos si se está cumpliendo la jornada laboral de manera íntegra, ya que algunos trabajadores con la modalidad de teletrabajo aprovechan para salir a hacer la compra o para ir al gimnasio”.
Terrón Santos explica el límite de la investigación privada, es decir, qué es lo que no se puede hacer para obtener la información: “No hay que confundir al detective con el paparazi. El detective privado tiene unos requisitos de desarrollo profesional muy férreos y está muy próximo a la protección de datos personales. Hay que tener en cuenta que este solo puede trabajar en espacios públicos donde la vulneración del artículo 18 de la Constitución [derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen] quede siempre a salvo”.
Más allá del ámbito empresarial, la parte que más curiosidad suscita entre los que son ajenos al ambiente detectivesco es saber qué investigan estos profesionales a nivel particular. El clásico de buscar infidelidades existe, pero no está en la lista de los más demandados en la profesión —ocupa apenas el 4% de los servicios solicitados—. “La ley establece cuáles son los requisitos que tiene que tener toda contratación, es decir, no podemos coger cualquier trabajo e investigar a una persona porque sí. Por ejemplo, en temas familiares, se nos tiene que acreditar que existe un vínculo entre ambas personas y, además, tiene que haber sospechas fundadas de lo que hay que investigar e, incluso, que haya una sentencia firme en casos de divorcio o de custodias compartidas”, explica el investigador de Detectives Culmas. “De esta primera criba descartamos casi la mitad de las investigaciones solicitadas, porque hay gente que viene pidiendo que se le pinche el teléfono a su pareja o que investiguemos a su vecino y eso no se puede hacer”.
Entre los servicios más solicitados está la localización de personas desaparecidas, siempre que no haya indicios de criminalidad. Un ejemplo clásico es encontrar a familiares con los que no se tiene relación para tramitar una herencia o personas que hayan desaparecido voluntariamente. Los casos de menores también son habituales: en su mayoría padres que tiene sospechas de que su hijo tiene un problema de drogodependencia. Pero los progenitores también pueden ser objeto de seguimiento para demostrar, por ejemplo, que uo no cumple con lo pactado en la custodia. Otra petición cada vez más habitual es la de encontrar de manera rápida quién está detrás de una situación de ciberacoso o de suplantación de la identidad en internet.