‘ASMR cooking’ o el fenómeno viral por el que sentimos un inmenso placer al escuchar trajinar entre fogones
Batir a toda velocidad los huevos con mantequilla o el sonido esponjoso que provoca desmenuzar un donut son algunos de los miles de ejemplos de vídeos de ‘Autonomous Sensory Meridian Response’, un contenido que acumula millones de visualizaciones en TikTok e Instagram
Nuestra relación con la comida ha traspasado desde tiempos ancestrales la simple necesidad de alimentarnos o el mero gusto en el paladar. Ha sido objeto de trifulcas y guerras, obras de literatura y melodramas, y rige la agenda social y profesional en cada momento del día. Propulsora de recuerdos felices con solo imaginar una receta de nuestra infancia, la expresión comer con los ojos ha situado a la vista —después del gusto y el olfato, claro— como el gran sentido al que estimular cuando tenemos un sustancioso plato delante. Pero no es del todo cierto. Y en las redes sociales está la prueba....
Nuestra relación con la comida ha traspasado desde tiempos ancestrales la simple necesidad de alimentarnos o el mero gusto en el paladar. Ha sido objeto de trifulcas y guerras, obras de literatura y melodramas, y rige la agenda social y profesional en cada momento del día. Propulsora de recuerdos felices con solo imaginar una receta de nuestra infancia, la expresión comer con los ojos ha situado a la vista —después del gusto y el olfato, claro— como el gran sentido al que estimular cuando tenemos un sustancioso plato delante. Pero no es del todo cierto. Y en las redes sociales está la prueba.
El fenómeno viral conocido como Autonomous Sensory Meridian Response (ASMR), en castellano respuesta sensorial meridiana autónoma, se refiere a aquella experiencia sensorial casi siempre placentera que vive el espectador tras exponerse a un conjunto de estímulos de naturaleza visual pero sobre todo auditiva —como un susurro en un micrófono, explotar un papel de burbujas, las gotas de lluvia o acariciar un sábana—, ha encontrado en la faena de cocinar un lienzo infinito de posibilidades. Solo en TikTok, una lista infinita de vídeos con la etiqueta #asmrcooking acumula a día de hoy más de 26.000 millones de visualizaciones. Aquí van algunos ejemplos (active el sonido de su dispositivo para comprobarlo):
Para los adictos al chocolate
Los fanáticos del chocolate tendrán que tener cuidado con la sobreestimulación que generan los clips de vídeo en la cuenta del pastelero japonés Seijin, conocido en la red social como @chocolate_cacao, ante más de un millón de espectadores cada día. Sin voz en off, el protagonismo en sus recetas se lo lleva ese delicioso crujido al romper una onza de chocolate negro, batir a toda velocidad los huevos con mantequilla o el sonido esponjoso que provoca desmenuzar un donut para ver cómo chorrea un interior de cremoso de chocolate.
Para los más carnívoros
Si lo suyo es la carne, en esta red social encontrará una inagotable fuente de recetas en las que casi podrá saborear un buen filete con los ojos cerrados. En este vídeo de Menwiththepot, la cuenta que elabora platos contundentes con la naturaleza como fondo con más de 159 millones de visualizaciones, consigue que en menos de un minuto soñemos con el punto perfecto de un chuletón a través del runrún del aceite al hervir sobre una sartén en medio del bosque, el sonidito que desprende la carne humeante o el de las patatas crujientes al rodar por la bandeja en el emplatado.
El veganismo, también presente
La comunidad vegana tampoco escapa a su encanto. La influencer neoyorquina @heykarabae cuenta aquí cómo crear la ensalada César perfecta en versión veggie. La saliva se reproduce en la boca cuando uno escucha a todo volumen el troceo del pepino y la cebolla, la salsa de mostaza empapando los frutos secos, el tofu cocinándose o —lo más sensorial— cuando remueve con una cuchara todos los ingredientes que irán directos a paladar.
Las recetas sencillas también funcionan
En la mayoría de casos no es precisa una receta de gran complejidad, sino todo lo contrario. El canal de cocina de YouTube Zach Choi ASMR seduce a sus casi 20 millones de subscriptores con versiones fáciles del recetario italiano, como espaguetis con albóndigas o lasaña de carne y queso, junto a pringosas raciones de comida rápida y finger food. Poner en un primer plano el característico chup chup que genera la salsa de tomate al moverla o cómo se derrite el queso a cámara lenta son algunas de las destrezas de este creador de contenido para mantener a la audiencia pegada a sus vídeos, de dudosa calidad nutricional pero capaces de generar un placer infinito para los sentidos.
Qué dice la ciencia del ASMR
Estimulaciones de este tipo, según apunta la psicoterapeuta Alicia Reinoso, pueden provocar en algunas personas una sensación de hormigueo, que comienza por la zona posterior del cuello y se extiende por el resto del cuerpo. “Recalco lo de algunas porque se calcula que tan solo una de cada 1.000 son capaces de experimentar esta respuesta biológica, muy asociada con el placer y la relajación (aunque no se han establecidos las zonas del cerebro responsables). Las bases neurológicas no están claras y la ciencia más bien lo que concluye es que se trata de una experiencia subjetiva, que tiene que ver con otras variables como la sensibilidad, el neuroticismo o bajos niveles de extraversión”. Las respuestas sensoriales, explica la experta, dependerán a su vez de la persona, que pueden ir de la nostalgia a una sensación de euforia leve, incluso sumirnos en un estado tal de relajación que ayude a dormir.
Y aplicado al acto de cocinar, ¿por qué genera tanto placer escuchar actos tan rutinarios como cortar verdura o freír un huevo? “Una de las razones sería la capacidad para alejar de nuestra mente pensamientos y preocupaciones. Es decir, parece que funciona porque induce a un estado meditativo”, apunta Reinoso. Como en todo tipo de experiencias sensoriales, el ASMR implica una interacción con nuestros propios patrones de personalidad que puede desencadenar en consecuencias tanto positivas como nocivas. “Si alguna actividad, práctica o estímulo ayuda a inducir estados de meditación o relajación bienvenido sea, pero poner la atención en el aquí y el ahora, más allá de modas, creo que es crucial. No perder el contacto con los otros en lo real, más allá de las pantallas, y con uno mismo y lo que está haciendo en cada momento”, afirma. Como en todo, la clave está en hacer un buen uso de esta vía de escapismo, sin otorgarle más relevancia: “Lo que puede ser peligroso es sustituir el ASRM por tratamientos o terapias, o atribuirle un poder milagroso y sobrenatural, generando expectativas desproporcionadas o claro, un abuso del consumo de esta clase de vídeos”.
Para Pedro Aguilar de Dios, relaciones públicas y amante de la cocina, de 30 años, el placer que le genera este tipo de vídeos va más allá del aspecto sensorial que conlleva escuchar un caldo en ebullición, cortar a cámara lenta un puerro fresco o un ramillete de cebollino. “Más que eso disfruto con el hecho de otorgarle a algo cotidiano (la cocina) un espacio tan concreto en el que sea la absoluta protagonista. En la película Julie & Julia, la bloguera Julie Powell dice una frase mientras replica la recetas de Julia Child con la que me siento muy identificado: ‘¿Sabes qué me encanta de cocinar? Que después de un día en que nada es seguro, y cuando digo nada quiero decir nada, puedes llegar a casa y saber con certeza que si le agregas yemas de huevo al chocolate, azúcar y leche se va a espesar. Eso me reconforta’. A mí me pasa igual. Me reconforta ver esos clips de cosas que sabes que siempre funcionan. Que suenan bien, te relajan y no van más allá de tu relación con una buena olla y una buena vajilla”, reflexiona.
Instagram es, sin duda, la reina de las redes sociales en esta materia. En su parrilla pueden encontrarse una infinidad de posibilidades; del cuquismo que promulgan desde Asia perfiles como el de @orbitmuks, con dulces casi de juguete cocinados de forma delicada y pausada, a una propuesta mucho más de andar por casa y sin recetas tan preciosistas como las de Emily Mariko. Esta influencer americana enseña a preparar de forma fácil un salmón teriyaki o un pudin de plátano en chándal y sin vajillas de diseño, solo con el sonido de cada paso a todo volumen. Esta fórmula libre de aderezos funciona: 1,3 millones de seguidores se mantienen fiel a su contenido ASMR cada día. Pedro Aguilar añade la cuenta @cocinaconcoqui, con recetas de aquí y de Asia como encurtidos, onigiris o las delicadas bolas de arroz japonesas. En la actualidad roza el medio millón de seguidores. “No me gusta mucho lo que hace”, confiesa, “pero el timbre de su voz, sus manitas y la suavidad con la que suena todo lo que hace me relaja enormemente”.
La cocina ASMR, también un negocio rentable
Como en todo lo que acontece en las redes sociales, los creadores de contenido han sabido ver en la cocina ASMR una vía rentable de negocio. Es el caso de Alina Prokuda, de 29 años, la estrella de Instagram de ascendencia ucrania afincada en Los Ángeles (California) que encandila con sus vídeos cuidados al detalle. Cada una de sus piezas audiovisuales conlleva una media de ocho horas de trabajo, entre producción, realización y edición final. La pasión que desata su nueva profesión, confiesa, hace que a menudo pierda la noción del tiempo. “A veces me dan las tres de la mañana editando sin darme cuenta. Cada vídeo implica mucho esfuerzo, pero ahora se ha convertido en mi trabajo a tiempo completo, algo que me apasiona”, explica a El PAÍS.
La factura rítmica de sus vídeos orquestados al milímetro conlleva no solo tiempo e imaginación, también un gran equipo detrás. “Empecé a hacer mis vídeos con un iPhone, un anillo de luz simple, un trípode, un micrófono adquirido en Amazon y fondos. Ahora cuento con un equipo profesional e iluminación de estudio. Con el tiempo he creado una estante enorme en el garaje lleno de platos, vasos, objetos decorativos…”, enumera. En cada vídeo aplica la misma metolodogía. Primero parte de una idea sacada de una receta que ha probado en un restaurante, que esté de moda en las redes sociales o de su infancia, como la sopa ucrania de remolacha Borscht inscrita el pasado julio en la lista de patrimonio cultural inmaterial de la Unesco.
Después de cocinar y perfeccionar la receta, Prokuda dedica tiempo a imaginar qué partes de la cocción son más sugerentes de ver y escuchar. “Escribo plano a plano los pasos que imagino en mi cabeza, cómo quiero que se vean e incluso qué parte del día quiero mostrar. Si es una idea de desayuno me gusta que haya luz de día natural, y que el sonido de los pájaros te sumerjan en la mejor atmósfera”. Después de comprar todos los ingredientes empieza la grabación, que engloba desde una parte técnica como montar la iluminación a elegir el vestuario o maquillarse. “Y después paso horas y horas en la cocina. Por último, edito el vídeo y escribo la receta, lo que supone entre dos y cuatro horas más de trabajo”.
En definitiva, una jornada común en la vida de cualquier trabajador para generar cápsulas de vídeo de menos de un minuto, pero que cosecha miles de visualizaciones nada más subirlo a su cuenta de Instagram. La misma en la que publicita a menudo productos y que cuenta en la actualidad con su propio canal de venta en Amazon, con todo tipo de utensilios para emular su trabajo, desde menaje de cocina hasta tarros de especias o equipamiento fotográfico. El secreto de su éxito y de este tipo de vídeos, confiesa, es llamar a la sensibilidad y disfrutar cocinando: “En nuestro ritmo de vida diario cada vez cocinamos menos en casa, y esto es lo que nos falta. Los vídeos ASMR aumentan la experiencia inmersiva y afectan no solo a la parte visual, sino también a la auditiva. Solo faltaría que la gente pudiera también oler a través de las pantallas”.