Los coches eléctricos han sido hasta ahora más caros que los de mecánica térmica, pero la diferencia lleva años reduciéndose y los expertos anuncian que entre 2023 y 2025 se alcanzará la igualdad entre los precios de ambas tecnologías, tanto por la reducción de los costes de las baterías como por el aumento de la producción de estos vehículos, que provocará la subida de ventas de los electrificados. Además, marcas como VW ya han anunciado tarifas similares en sus modelos equivalentes. El ID.3 básico (126 CV), por ejemplo, costará en España menos de 30.000 euros, casi lo mismo que la versión básica del nuevo Golf 8 (1.5 TSi de 130 CV), que se queda en 28.280 euros.
Pero lo mejor es que los coches eléctricos ofrecen una serie de ventajas económicas que pueden equilibrar su mayor precio inicial, desde el menor coste de combustible y mantenimiento hasta los incentivos específicos de la etiqueta Cero de la Dirección General de Tráfico (DGT), como el aparcamiento gratuito en las ciudades. Estas son las más importantes.
Precio del combustible: hasta 100 kilómetros por dos euros
El primer factor de ahorro de un coche eléctrico es el coste de combustible, porque en función de su tamaño y consumo, pueden recorrer 100 kilómetros con unos dos euros. Y si se contrata una tarifa valle de carga nocturna, esa distancia puede salir por menos de un euro. En cambio, en los diésel más eficientes, incluyendo la ventaja que supone el último desplome de precios del petróleo, hacer 100 kilómetros sale entre cinco y seis euros. Y con un modelo de gasolina el gasto oscila entre 6,5 y ocho euros, considerando siempre los de menos consumo.
Así que la diferencia a favor del eléctrico depende mucho de los kilómetros que se hagan al año. Pero un usuario que recorra 15.000 anuales con su modelo a pilas cargando con tarifa nocturna, apenas pagaría 150 euros al año, frente a 750 euros si lo hace con un diésel y 1.200 euros si utiliza un coche de gasolina equivalente. Y si recorre 20.000, el gasto sería de 200 euros en el de baterías, 1.200 en el de gasóleo y 1.600 en el de gasolina.
Coste mínimo de mantenimiento
Otro punto a favor del coche de baterías es que prácticamente no requiere mantenimiento. Para empezar, no lleva filtros de aire, ni de combustible, ni tampoco fluidos, como aceite y anticongelante. Y solo en estos consumibles se pueden ahorrar entre 200 y 300 euros al año. Además, como el 90% de las frenadas, salvo las más violentas, las realiza el motor eléctrico para aprovechar la energía cinética y recargar la batería, apenas usa las pastillas de freno, que sufren un desgaste mínimo. Los primeros taxistas que se han pasado a utilizar modelos eléctricos aseguran que superan los 100.000 kilómetros con un juego de pastillas, y en algunos casos con esas distancias están todavía casi a medio uso. Así que es posible que algunos compradores de coches a pilas cambien antes de coche que de pastillas. El resultado es que los eléctricos, que tampoco tienen cambio de marchas ni embrague, apenas pasan por el taller una vez al año, y solo para revisar circuitos y limpiar el filtro del polen y el aire acondicionado. Traducido a euros, puede suponer otro ahorro mínimo de 200 a 400 euros anuales.
Con los neumáticos sucede algo parecido, aunque aquí la diferencia es menos acusada y depende más del tipo de conducción y la orografía donde se circule: no se desgastan igual en una gran ciudad, que si se vive en una zona rural y hay que desplazarse cada día para trabajar a la capital de provincia, por ejemplo.
Etiqueta cero: acceso libre y aparcamiento gratis
Acceso libre sin limitaciones, incluso en periodos de alta contaminación, y aparcamiento libre. Otras dos ventajas clave de los eléctricos, que tienen la etiqueta cero de la DGT, el pasaporte para acceder sin ninguna limitación al centro de las grandes ciudades, las 24 horas y los 365 días del año. Y sin depender de alertas ambientales.
Pero además, esa libertad de movimientos por el centro de las grandes ciudades va acompañada del uso gratuito de las plazas de aparcamiento regulado. Al margen de la comodidad que supone estacionar y bajar del coche sin tener que buscar un poste de pago o perder el tiempo haciéndolo con la aplicación del móvil, puede suponer un ahorro de tiempo y de dinero importante e incluso definitivo, según la actividad profesional que se realice.
Un conductor que aparque una hora dos veces al día en zona verde, que es donde suele haber plazas libres, tiene un coste diario de entre 4,1 y 4,7 euros en Madrid, según si estaciona en áreas normales o de bajas emisiones. Eso supondría entre 20 y 25 euros a la semana. Y en unas 45 semanas hábiles al año descontando vacaciones, puentes, etc., saldría un ahorro anual de entre 900 y 1.125 euros.
En el caso de profesionales como los agentes comerciales, que se pasan casi toda la jornada moviéndose por la ciudad, incluso con comidas de trabajo, esas cantidades se pueden multiplicar por dos o por tres, hasta unos 3.400 euros. Y sin contar con otras ventajas más, como el coste de las multas que acompañan siempre cualquier despiste o retraso imprevisto: los eléctricos pueden aparcar sin límite de tiempo (dos horas en zona verde y cuatro horas en zona azul en Madrid).
Uso libre de carriles especiales
Los conductores de coches eléctricos que viven en las afueras de las grandes ciudades tienen otras ventajas añadidas, como por ejemplo, acceder a los carriles especiales de alta ocupación aunque vayan solos. Según la zona donde se viva y los atascos a la hora en que se circula habitualmente, la diferencia puede ser un ahorro de tiempo de una hora e incluso más por trayecto. Además, en ciudades con accesos por autopistas de peaje, también pueden disfrutar descuentos especiales importantes.
Por último, los coches eléctricos no pagan impuesto de matriculación y en muchas ciudades tienen exenciones completas o parciales en el impuesto anual de circulación de que recaudan los Ayuntamientos.
Ahorro y calidad de vida
Sumando todas estas cantidades, los propietarios de coches eléctricos pueden conseguir un ahorro anual entre unos 2.000 hasta 5.200 euros, según las circunstancias personales y el uso más o menos intensivo que hagan del coche. Pero hay también un factor importante e intangible en el que coinciden casi todos los usuarios de estos coches cuando los conducen: la tranquilidad y la reducción del estrés. La suavidad de la conducción, ausencia de ruidos mecánicos y facilidades de aparcamiento, que evitan estar pendiente de tickets y límites de hora, se traducen en una mejora de la calidad de vida que destacan prácticamente todos sus usuarios.