El precio, la autonomía y la carga de sus baterías han sido siempre los tres grandes obstáculos que han ralentizado el despliegue de los modelos de los coches eléctricos. Pero son también las asignaturas pendientes que han resuelto los modelos de segunda generación.
Los eléctricos 2.0 están pensados desde el primer boceto para aprovechar las ventajas de los coches a pilas: tienen ya precios razonables y en algunos casos, autonomías superiores a 500 kilómetros para poder viajar. Y aparte de llevar la mecánica (motores eléctricos y baterías) debajo del piso liberando espacio para los pasajeros y su equipaje, están preparados para ofrecer todas las alternativas posibles de carga, desde el clásico enchufe de casa, a los modernos supercargadores que se están desplegando en las grandes autopistas europeas. Y se adaptan a todas las alternativas disponibles entre estos dos extremos.
Según los últimos estudios, los usuarios de coches eléctricos realizarán el 50% de las recargas en su casa, el 20% en el lugar de trabajo, el 25% en infraestructuras públicas y el 5% restante en las autopistas cuando salen de viaje.
Enchufes domésticos y postes de carga
Los nuevos modelos cuentan con un cable normal de carga que permite conectarlos en cualquier enchufe tipo E o F (schucko), como los que tienen todos los hogares españoles, con corrientes de 230 voltios que se traducen en potencias de carga de 2.3 kW (230 voltios x 10 amperios casi siempre) y 3,6 kW (230 voltios x 16 amperios en algunas viviendas y chalets unifamiliares). Pero el proceso de carga de un modelo con baterías de 60 kWh, que otorgan entre 400 y 450 kilómetros de autonomía, se alargaría en el primer caso por encima de las 24 horas y en el último hasta 17, siempre que las pilas estén agotadas.
La alternativa son los postes de carga para garajes comunitarios y chalets que ofrecen ya muchas marcas. En el primer caso, el proceso solo exige comunicárselo a la comunidad de vecinos e instalar un poste conectado con una línea hasta el contador del hogar. Y en la mayoría de los casos, el propio fabricante del modelo eléctrico se encarga de los trámites y hace frente al coste de la instalación o al menos a gran parte de él. Los coches vienen ya con un cable de carga tipo 2 y los postes ofrecen velocidades de carga de hasta 11 kW, según el proveedor, que reducirían el tiempo de carga de un modelo con las mismas baterías de 60 kWh a unas 15 horas en el primer caso y a solo seis en el último. El coste de estos postes (Wallbox), oscila desde unos 400 euros a 1.000 euros, aunque algunas marcas los están regalando como promoción al adquirir el coche.
Súpercargadores: 10 km más de autonomía por cada minuto de recarga
Además, hay una tercera alternativa, o mejor dicho varias, según la potencia, porque puede oscilar desde 50 kWh hasta 350 kWh. En este caso se utilizan otros cables y conexiones con diferentes escalas que admiten hasta 50 kWh, como los Chademo de las marcas japonesas. Pero hay de 100 kWh y 125 kWh, e incluso de 150 kWh, y se está trabajando en modelos que llegarán pronto hasta 350 kWh, todos compatibles con los enchufes CCS que utilizan la mayoría de las marcas europeas, coreanas y americanas.
Pero simplemente con los de 125 kWh, un coche con baterías de 60 kWh permitirá recargar el 80% en menos de media hora, lo que se tarda en tomar un café o un refrigerio. Y eso equivale a recuperar más de 10 kilómetros de autonomía por minuto.
Y en cuanto lleguen los modelos adaptados a los supercargadores ultrarrápidos de 350 kWh que se están empezando a desplegar en algunas autopistas europeas, una batería de 60 kWh se podría cargar al 80% en apenas 10 minutos, el tiempo que se tarda ahora en repostar y pagar el llenado de un modelo de combustión.
La previsión es que en 2025 haya ya 36.000 puntos de carga en Europa, pero antes, a finales de 2020, la previsión del consorcio Ionity, formado por varias empresas automovilísticas, entre ellas, el Grupo Volkswagen, es contar ya con 400 estaciones de carga que cubran cada 120 kilómetros las principales autopistas europeas.
Un tipo de recarga para cada situación
Tres alternativas de baterías con autonomías y potencias de carga diferentes para que cada cliente elija la que mejor se adapte a sus necesidades. Es lo que proponen los nuevos ID.3 de VW para no renunciar a los viajes largos.
El primer eléctrico 2.0 de la marca alemana se ofrece en tres variantes. La versión base o Pure, que costará menos de 30.000 euros, equipa unas pilas de 45 kWh y 330 kilómetros de autonomía oficial (nuevo ciclo WLTP, más exigente y realista que el anterior NEDC). Y admite potencias de carga hasta 50 kW que permitirían cargarlo en un poste de esa potencia en alrededor de una hora. Además, se ofrece también con capacidad hasta 100 kW en opción.
El ID.3 Pro, que lleva unas baterías de 58 kWh y llega a 420 kilómetros, viene ya de serie con 100 kW. Y el ID.3 Pro S, que monta las pilas más grandes, 77 kWh, y recorre hasta 550 kilómetros, viene preparado de serie para digerir cargas de hasta 125 kW.
Sin embargo, sin llegar al último caso, es decir, utilizando un poste rápido de 100 kW, se podrían recuperar unos 10 kilómetros por minuto, cerca de 300 kilómetros de autonomía suplementaria (ciclo WLTP), en solo media hora, para completar el viaje. Y la leyenda de que las cargas rápidas son perjudiciales para la vida de las baterías es ya historia: las de VW tienen 8 años o 160.000 kilómetros de garantía.
Por último, la marca ofrece tres tipos de postes de carga o Wallbox para plazas de garaje privadas con potencias hasta 11 kW y precios desde 399 € (en Alemania).