Las ‘islas’ de Madrid: la calle con más mayores carece de centro de día y la que tiene más niños no dispone de colegio público
Una zona residencial de exoficiales del Ejército aglutina el mayor porcentaje de residentes de más de 75 años; en una manzana de Arroyo del Fresno vive el mayor número de niños de menos de cuatro años
Josefina prefiere que no salga su apellido, tiene 75 años y fue enfermera. Aunque sobre todo, fue la esposa de un oficial del Ejército. Él de Extremadura y ella de Galicia. Se casaron en África cuando a su marido lo destinaron al Sáhara y hace 40 años se mudaron definitivamente a Madrid. En los ochenta no era fácil ser familia de un militar, según relata, y el barrio al que fueron a parar, como otras decenas de altos cargos, estaba aislado, sin más salida que los autobuses que pasaban de forma intermitente y algunos “no se atrevían a parar”, cuenta. Ahora en la Dehesa del Príncipe, en el barri...
Josefina prefiere que no salga su apellido, tiene 75 años y fue enfermera. Aunque sobre todo, fue la esposa de un oficial del Ejército. Él de Extremadura y ella de Galicia. Se casaron en África cuando a su marido lo destinaron al Sáhara y hace 40 años se mudaron definitivamente a Madrid. En los ochenta no era fácil ser familia de un militar, según relata, y el barrio al que fueron a parar, como otras decenas de altos cargos, estaba aislado, sin más salida que los autobuses que pasaban de forma intermitente y algunos “no se atrevían a parar”, cuenta. Ahora en la Dehesa del Príncipe, en el barrio de Campamento, distrito Latina, hay un metro (Cuatro Vientos) y ahí se quedaron muchos. Y en un conjunto de bloques de edificios, diseñados con arquitectura marcial, se junta el mayor porcentaje de gente de más de 75 años. Son las cuatro calles más envejecidas de la Comunidad de Madrid.
Otra enfermera, Laura, de 34 años, cuenta desde el extremo norte de la capital, en Arroyo del Fresno (metro Pitis), que se siente también aislada. Ser madre de dos hijos, uno recién nacido, tampoco es fácil en esta época. Su pareja, Sergio, de 36, compró un piso de protección oficial hace siete años, cuando el Ayuntamiento promovió el nuevo barrio de casi 2.000 viviendas protegidas. En este rincón de Madrid, al norte de Mirasierra, entre la M-30 y la M-40, se concentra el mayor porcentaje de niños de menos de cuatro años. En lo que prometía ser un parque infantil, con área de juegos, un colegio público (todavía pendiente de construir) y zonas de descanso, hay un secarral con algunos arbustos. La única edificación, de las prometidas, es una guardería pública que ni de lejos consigue acoger a los más de 650 niños que pueblan esas calles. Y toca pagar.
La zona con más gente mayor y la que aglutina a los más pequeños coinciden en algo básico: a las dos les hace falta que alguien piense en ellos. En la Dehesa del Príncipe los mayores no cuentan con ningún centro público para echar la partida, hacer talleres, moverse acompañados de algún profesional ni un cajero. Una antigua sucursal del BBVA, que firmó casi todas las hipotecas de los militares que poblaron la zona, según relatan los vecinos, cerró hace años. Y ahora peregrinan hasta Campamento con su cartilla. No sobrevivió ni siquiera un cajero automático. En Arroyo del Fresno, los padres jóvenes deben desembolsar entre 400 y 600 euros (dependiendo del tiempo de estancia) para poder dejar a sus hijos en una guardería privada mientras ellos trabajan. Las más cercanas son las de Mirasierra y Montecarmelo, de las zonas más caras de la ciudad. Y rezan para que el colegio público se construya antes de que sus niños cumplan los seis años.
“No se entiende que aquí no haya un centro de día. Hay mucha gente mayor y muchos, la mayoría, están solos”, cuenta Juan Carlos Salicio, fisioterapeuta de 37 años que atiende a decenas de sus vecinos. Él y su mujer, Cristina, viven con sus hijas en estos bloques de exmilitares. Son de los pocos jóvenes que han adquirido viviendas que los militares vendieron. Los dos se criaron en este barrio y fueron al colegio público donde recogen la tarde del lunes a sus niñas. En esta zona residencial, construida en los ochenta, que comenzó con pisos para oficiales (donde vive la gente más mayor), con cuatro habitaciones y tres baños, y continuó con un segundo bloque, con pisos más pequeños y con peor calidad, diseñado para suboficiales, el 35,9% de los vecinos tienen más de 75 años.
Cuando se diseñó la zona, se planeó con un colegio, una parroquia y a un lado del club militar La Dehesa. El único espacio que se sigue utilizando para que los antiguos militares se entretengan. Salicio cuenta que no todos siguen yendo. Algunos no son ya socios y la cafetería lleva unos meses cerrada. Otros mayores se reúnen en los salones de la parroquia y hacen algunos talleres. Pero no hay un solo centro público especializado para ellos. “Eso le pedimos al alcalde, que vino por aquí hace poco por el tema de las elecciones”, apunta un vecino que espera en la puerta de la iglesia.
Al entrar en la zona con más niños de Madrid, unos carteles advierten al viandante: “Vertedero de residuos tóxicos a pocos metros de 500 niños. No al cantón”. Cerca de la manzana donde el 16,2% de los que viven son menores de cuatro años, el porcentaje más alto de toda la Comunidad, el Ayuntamiento plantea construir uno de los polémicos cantones de basura. Los cantones son instalaciones que sirven como aparcamiento y vestuarios a los barrenderos municipales y en algunos casos como depósito temporal de basura de camino al vertedero. La asociación de vecinos de Arroyo del Fresno se ha negado en rotundo a su instalación que se encontraba prevista a unos 12 metros de los nuevos edificios de viviendas. Hace un mes, el Ayuntamiento de Madrid, liderado por José Luis Martínez Almeida, que busca la reelección, paralizó las obras de 12 nuevos cantones de limpieza en la periferia después de meses de movilizaciones de vecinos en los barrios periféricos.
En esta zona de la periferia los pisos de venta privada son un lujo para unos pocos. Los precios van desde los 500.000 los más modestos a un millón y medio los chalets adosados. Marta Benedicto, de 34 años, que tiene cinco niños y los lleva a colegios y guarderías privadas de las zonas acomodadas que rodean al barrio, echa en falta algún comercio. Apenas hay cafeterías ni bares donde tomar algo los padres jóvenes, casi ninguna tienda y solo un Mercadona que abastece a los más de 2.000 vecinos de la nueva zona de Madrid.
Según los datos del censo, las secciones con más gente mayor se encuentran en los distritos de la capital. Hay uno donde su población de más de 75 años supera el 50%. Se encuentra muy próximo a Arroyo del Fresno, también en el distrito de Fuencarral-El Pardo. Ahí está instalada una residencia de mayores, Los Almendros. El resto de zonas más envejecidas de la capital se distribuyen, además del barrio de la Dehesa del Príncipe, en Cuatro Vientos, por Aluche, cerca del metro Esperanza (en el barrio de Canillas), cerca del barrio de Vistalegre y en Las Águilas, donde la población mayor es más del 30%.
Las secciones con más niños, de hasta cuatro años, según el censo, se encuentran más repartidas. Siendo la principal en la zona de Arroyo del Fresno, le sigue de cerca la zona cerca de la estación de cercanías El Casar en Getafe y cerca del metro Manuela Malasaña, en Móstoles. Todos con más de un 16% de niños entre sus vecinos. Les siguen con un 15% Fuenlabrada, Rivas-Vaciamadrid y Tres Cantos.
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