Libreras de referencia

Apasionadas por su trabajo, las dueñas de las librerías especializadas Panta Rhei, Ocho y Medio y Mujeres se adaptan a la nueva realidad

Librería Panta Rhei. / CARLOS PINA

Tienen muchos años de experiencia en lo suyo. Han sobrevivido a distintas crisis y están dispuestas a hacer todo lo posible por seguir adelante. No les arredra el coronavirus ni sus consecuencias. Apasionadas por su trabajo, las dueñas de las librerías especializadas Panta Rhei, Ocho y Medio y Mujeres se adaptan a la nueva realidad. Ahora tendrían que estar en sus casetas en El Retiro, en la Feria del Libro que les proporciona gran parte de los ingresos del año. En estos dos largos meses de encierro también han perdido las ventas por el Día del Libro, el Día del Padre y el Día de la Madre. Son...

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Tienen muchos años de experiencia en lo suyo. Han sobrevivido a distintas crisis y están dispuestas a hacer todo lo posible por seguir adelante. No les arredra el coronavirus ni sus consecuencias. Apasionadas por su trabajo, las dueñas de las librerías especializadas Panta Rhei, Ocho y Medio y Mujeres se adaptan a la nueva realidad. Ahora tendrían que estar en sus casetas en El Retiro, en la Feria del Libro que les proporciona gran parte de los ingresos del año. En estos dos largos meses de encierro también han perdido las ventas por el Día del Libro, el Día del Padre y el Día de la Madre. Son referencia no solo en Madrid, pero necesitan facturar para seguir abriendo.

Asesoría continua. Especializada en ilustración y creatividad, ya hace casi 20 años que Panta Rhei abrió sus puertas. Tras el cierre obligado por el estado de alarma, ésta ha sido la segunda semana que ha abierto sin necesidad de cita previa. “Poco a poco la gente va volviendo”, celebra Ingrid Acebal. Protegida con una mascarilla, la librera ofrece gel hidroalcohólico y guantes a todo el que entra a su espacio. El aforo ahora es limitado. “En nuestro caso, por los metros que tenemos, podríamos estar dentro hasta 15 personas, pero para mayor seguridad preferimos que no haya más de cinco”. A diario recibe consultas y peticiones de recomendaciones desde otras ciudades de España, Europa y Latinoamérica. “Durante el confinamiento he pasado muchas horas haciendo videoconferencias. Era la mejor manera de poder enseñar los libros”. Dos días a la semana acudía a la librería para desarrollar esa labor de asesoría personalizada, gestionar los pedidos y organizar los envíos. Sigue atendiendo a distancia por teléfono y por mail. “Da mucha satisfacción que se fíen de nuestro criterio”.

Ingrid Acebal en la librería Panta Rhei. / CARLOS PINA

Amor común. En 2001 Ingrid decidió volver a Madrid desde Kenia para abrir la librería junto a su hermana Lilo, que vivía en Paraguay. “Siempre habíamos querido trabajar juntas, pero cada una estudió una cosa y la vida nos llevó fuera de España”, relata. “Una de las cosas que teníamos en común era el amor a la ilustración y a los libros. Decidimos volver cuando tuvimos claro que éste sería nuestro proyecto”. Se hicieron socias y abrieron en un pequeño local en la calle Pelayo. En 2005 se mudaron a la calle Hernán Cortés, que muchos desde entonces conocen como la calle de Panta Rhei. Entre Chueca y Malasaña se encuentra este vibrante centro cultural en el que continuamente se celebran presentaciones, talleres y exposiciones. Mientras la pandemia no permita reanudar ese tipo de actividades, se han trasladado a Instagram. Así, el jueves próximo, 4 de junio, se celebrará una charla entre Esther Gili y Jotaká al hilo de sus últimos libros ilustrados, ‘El escritorio de Emily Dickinson’ y ‘El barco de Ernest Shackleton’.

Lugar de encuentro. No hay nadie que haga cine en España que no haya pasado por Ocho y Medio. La librería de la calle Martín de los Heros es un imprescindible lugar de encuentro desde que abrió sus puertas. “Justo este año hará 25 años, en octubre”, apunta María Silveyro, su propietaria. La celebración se ha fastidiado. Tras los dos largos meses de cierre, ha reabierto sin su siempre animado café. Las mesas están recogidas. También las de la terraza. “En esta fase podríamos tener cuatro fuera, pero no cubriríamos gastos. Tendremos que esperar”. Los ingresos por esa vía son fundamentales para que la librería pueda seguir abierta. Su especialización la hace única. “Conocíamos mucho a los dueños de establecimientos similares en París y en Londres, pero ya cerraron”. En las columnas de Ocho y Medio conviven las firmas enmarcadas de Quentin Tarantino, Sofia Coppola, Tim Burton o John Waters con las de Luis García Berlanga, Rafael Azcona, Iván Zulueta o Víctor Erice. “El cine también se lee”, la dedicatoria de Pedro Almodóvar, lleva años imprimiéndose en las bolsas de la librería.

María Silveyro en la librería Ocho y Medio. / CARLOS PINA
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Extraordinaria labor. Los cines Golem y Renoir, enfrente de Ocho y Medio, siguen cerrados. “Que la gente no pueda venir al cine es letal para nosotros”, reconoce la librera que comenzó su andadura junto a Jesús Robles en los bajos de los Alphaville. En 2004 la Academia de Cine les concedió el Premio González Sinde “por su extra­or­di­na­ria labor en la difu­sión de la cul­tura cine­ma­to­grá­fica a tra­vés de los libros y en par­ti­cu­lar por su enco­mia­ble labor de edi­ción de guio­nes y otros tex­tos sobre cine español”. No sólo venden libros de cine. Su inabarcable fondo se amplía continuamente con nuevas novelas, ensayos y biografías. “Ahora la mayoría viene a recoger algo que ha pedido antes por correo electrónico o por teléfono. Casi todo el mundo viene a tiro hecho”. María Silveyro está deseando retomar las presentaciones, coloquios y otras actividades. Mientras, más de 300 personas, incluyendo muchas caras conocidas, le han enviado fotografías con sus lecturas de cuarentena a modo de apoyo. Se pueden curiosear en Instagram y en Facebook.

Auténticas pioneras. “Me he criado aquí”, dice Alba Varela Lasheras. Hija y nieta de libreras, está al frente de la Librería Mujeres. Fue la primera librería feminista que abrió en España. Lo hizo en 1978 en el mismo lugar en el que sigue, la calle San Cristóbal, entre la Plaza Mayor y la Puerta del Sol. Comenzó su andadura gracias a que pusieron dinero un grupo de mujeres entre las que se encontraban Cristina Almeida, Manuela Carmena o Francisca Sauquillo. Cada participación fue de 20.000 pesetas, que podía ser individual o compartida por dos, tres o hasta cuatro socias. En 1983 tuvo que cerrar. Poco después, Lola Pérez, Elena Lasheras y Ana Domínguez se asociaron y la reabrieron. La nieta de la primera e hija de la segunda sigue sus pasos. “Mi madre falleció y heredé sus participaciones. Mi abuela tiene 97 años. Por suerte, está bien en casa. Siempre me dice que esta librería da mucho trabajo, pero que es un tesoro. Ella era feliz aquí”.

Alba Varela Lasheras en la librería Mujeres. / CARLOS PINA

Envíos éticos. “Con la competencia feroz que sufrimos, veremos cuántas librerías aguantamos”, señala Alba, cuya mascarilla es, por descontado, violeta. La mayoría de las ventas de Librería Mujeres ahora mismo son online. “Viene muy poca gente todavía”. Todos los envíos dentro de la península ibérica son gratuitos. “No llegan en 24 horas como los de las macroempresas que nos ahogan, pero llegan”. Los hacen a través de Correos. “Durante el confinamiento dejamos de hacer envíos por no poner en riesgo a la gente de reparto”. Tienen alrededor de 300 socias que ayudan a mantener la librería abierta pagando por adelantado. “El dinero que ingresan en cuotas se va acumulando y se descuenta cuando compran. Así afrontamos mejor los gastos”. Abarcan todo tipo de libros escritos por mujeres. En la zona de pensadoras, María Zambrano, Judith Butler, Hannah Arendt o Susan Sontag tienen sus propios estantes.

Librería Mujeres. / CARLOS PINA

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