¿Cómo volverá la noche a Malasaña?

Los bares nocturnos y salas de conciertos serán de los últimos en recuperar la actividad

David, propietario del Mongo Bar, limpiando el local tras más de un mes de cierre.KIKE PARA

Los bares son una seña de identidad del barrio de Malasaña, su afamada vida nocturna y su creciente vida diurna. Lugares de celebración donde la gente va a pasárselo bien y que ahora lo están pasando mal. “Los bares de copas somos los que peor lo tenemos, porque seremos los últimos en poder abrir, y cuando abramos será con un aforo reducido, insuficiente para cubrir gastos: podríamos estar abocados al cierre”, dice Rogelio, que prefiere no dar su apellido, y que regenta hace 25 años un histórico bar mu...

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Los bares son una seña de identidad del barrio de Malasaña, su afamada vida nocturna y su creciente vida diurna. Lugares de celebración donde la gente va a pasárselo bien y que ahora lo están pasando mal. “Los bares de copas somos los que peor lo tenemos, porque seremos los últimos en poder abrir, y cuando abramos será con un aforo reducido, insuficiente para cubrir gastos: podríamos estar abocados al cierre”, dice Rogelio, que prefiere no dar su apellido, y que regenta hace 25 años un histórico bar musical, de unos 50 metros cuadrados, donde él se encarga de la barra y un par de empleados de la puerta.

Además, se abriría en verano, lo que para los bares es temporada baja. “Vivimos de los inviernos”, apunta Rogelio, miembro también de la Asociación de Hosteleros de Malasaña (AHM). “Además, antes la gente salía todos los días, pero en los últimos tiempos estábamos abriendo solo los fines de semana”, apunta. Están capeando el temporal gracias a los ERTES y las ayudas al cese de actividad de los autónomos. “Pero necesitamos ayudas específicas al sector y al alquiler”, dice el hostelero, “muchos bares somos parte del sector cultural, cuidamos mucho la cuestión musical”.

Nuestras salas necesitan programar con antelación, hacer promoción, vender entradas… no basta que nos digan que podemos abrir en un par de días
Javier Olmedo, director gerente de La Noche en Vivo

Para las salas de conciertos, otro pilar del ocio nocturno, también pintan bastos. “Nuestras salas necesitan programar con antelación, hacer promoción, vender entradas… no basta que nos digan que podemos abrir en un par de días”, dice Javier Olmedo, director gerente de la asociación La Noche en Vivo. Así que están haciendo programaciones especulativas según van cambiando las previsiones, tejiendo y destejiendo. El verano también es temporada baja para ellas. “Y nuestros gastos fijos son mayores: tenemos programadores, técnicos, etc, y, en algunas ocasiones, locales más grandes”, señala Olmedo.

Campaña con vecinos

La AHM ha lanzado un vídeo en el que diferentes vecinos, algunos de ellos ilustres (como Coque Malla, Ana Curra, Ignatius Farray, Miguel Ríos, Santiago Segura o José Mota), desean y anuncian el regreso del barrio y sus bares. Sin embargo, la campaña #VuelveMalasaña se ha pospuesto ante la decisión de que Madrid no entre todavía en la fase 1 de la desescalada. “Así que de momento nos quedamos a la espera de medidas exactas y se dé más información”, explica Mayse Peralta, portavoz de la AHM, “vivimos momentos de máxima preocupación”.

Otra incógnita radica en saber si los ciudadanos acudirán a los bares en cuanto puedan o tendrán reparos. “Hablo con algunos clientes que tienen ganas de volver, que son solidarios con nosotros; al fin y al cabo, han pasado aquí muchas noches escuchando música e incluso conocido a sus parejas”, dice Rogelio. Otros, afirma, tardarán más en volver a salir. “Los músicos están deseando volver a tocar a las salas”, apunta Olmedo, “pero ni siquiera sabemos en qué condiciones van a poder hacerlo. Las salas de conciertos ni siquiera han sido incluidas en las líneas de ayuda del ministerio”.

Una de las propuestas que el Ayuntamiento ha puesto sobre la mesa es la de que los locales puedan sacar barras a la calle, como si de unas fiestas populares se tratara. “No lo veo claro”, dice Rogelio, “porque la gente se aglomeraría. Y queremos que quede claro que nosotros solo queremos retomar la actividad cuando sea totalmente segura, tanto para los clientes como para los trabajadores”.

Las asociaciones vecinales tampoco lo ven claro. “Si ahora sacan las barras a la calle, se generaría un problema de salud gravísimo, tendríamos que estar pidiendo permiso para pasar, con el problema añadido de la gente que bebiera de más”, opina Jordi Gordon, portavoz de la asociación SOS Malasaña, que también muestra su preocupación por la celebración de botellones (como ya se han visto) o por la expansión de las terrazas invadiendo el espacio público. “Hemos vivido un experimento social donde hemos descubierto la calma, la posibilidad de descansar sin ruidos”, dice Gordon, “esta puede ser una oportunidad para repensar la ciudad”. Denuncian la proliferación de bares con licencias dudosas (como de barra de degustación) y el hecho de que todos los eventos se concentren en los mismos barrios del centro. “El resto de la ciudad también tiene derecho a ganarse la vida y a disfrutar de estos eventos”.

Los hosteleros nocturnos de Malasaña han tenido una vida turbulenta en los últimos decenios: regulación de horarios, Ley Antitabaco, crisis económica, botellón y lateros, etcétera, como si vivieran en una novela de aventuras llena de escollos. “Hemos ido saliendo de las dificultades”, como supongo que lo habrán hecho en otros sectores”, dice Rogelio. Esperan salir también de esta.

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