Díaz Ayuso, una crisis gestionada al estilo Esperanza Aguirre
La presidenta de Madrid, región con más de 14.000 muertos, ataca al Gobierno de Sánchez y lidera la oposición del PP
Isabel Díaz Ayuso llora en la catedral de La Almudena. Es el último domingo de abril. Viste de luto por los 14.000 muertos que han convertido a la Comunidad de Madrid en la región de España más castigada por el coronavirus. Ha abandonado la reunión en la que Pedro Sánchez desgrana su plan de desescalada con todos los presidentes autonómicos para acudir a una misa solemne. “Si tenemos en cuenta que estas conferencias se celebran todos los domingos, durante cinc...
Isabel Díaz Ayuso llora en la catedral de La Almudena. Es el último domingo de abril. Viste de luto por los 14.000 muertos que han convertido a la Comunidad de Madrid en la región de España más castigada por el coronavirus. Ha abandonado la reunión en la que Pedro Sánchez desgrana su plan de desescalada con todos los presidentes autonómicos para acudir a una misa solemne. “Si tenemos en cuenta que estas conferencias se celebran todos los domingos, durante cinco horas, cuando hemos tenido domingos en los que morían 500 personas en la Comunidad, y tantas videoconferencias me estaban impidiendo tomar decisiones necesarias, urgentes, en el momento, creo que nuestra participación ha quedado sobradamente probada", espeta luego, recordando que avisó con tiempo para solicitar que se cambiara el orden del día. “No voy a pedirles permiso para pensar de una manera distinta”, reta. Da igual qué rival político le escuche. Todos piensan en la misma persona cuando oyen esa argumentación al ataque: Esperanza Aguirre.
“Políticamente, Díaz Ayuso ha optado por la estrategia de la crispación, la confrontación política ante una grave crisis sanitaria, económica y social, y la polarización de los votantes”, opina José Rama Caamaño, profesor en el King's College de Londres y doctor en Ciencia Política. “Su estrategia es la opuesta a la del alcalde del Madrid, José Luis Martínez-Almeida”, prosigue. “Él ha optado por arrimar el hombro, dejar de lado los colores políticos y mostrarse en todo momento consciente del esfuerzo de todos los madrileños”, argumenta. “Díaz Ayuso parece llevar la voz cantante del PP en lo que a confrontación política con el PSOE se refiere”.
¿Cómo podría definirse la gestión de Díaz Ayuso frente a una crisis que tiene su epicentro nacional en Madrid, donde hay más de 270.000 personas en seguimiento, más de 66.000 contagiados, y más de 14.000 fallecidos?
“Personalista”, contesta Ángel Gabilondo, del PSOE.
“Improvisación”, amplía Pablo Gómez Perpinyà, de Más Madrid.
“Generosidad, perseverancia y determinación”, discrepa Alfonso Serrano, del PP.
Todo queda resumido el miércoles, en la Asamblea de Madrid. Díaz Ayuso llega sabiendo que la pandemia devorará más del 10% del PIB regional, y que destruirá al menos 400.000 empleos en Madrid. Sin los apoyos necesarios para aprobar unos Presupuestos que respondan a la crisis. Sin poder garantizar que renovará los más de 10.000 contratos hechos para apuntalar un sistema sanitario al borde del ko. Sin saber cuánto le costará compensar a la sanidad privada por su cooperación bajo un mando único. Sin más alternativa que defender los polémicos menús de Telepizza que le entrega su Gobierno a los niños de las familias más desfavorecidas. Y sin suturar la herida abierta en su gobierno de coalición (PP y Cs) por la gestión de la crisis, y específicamente por la de las residencias, donde se han producido ya casi 6.000 muertos. Una hecatombe.
Frente a todo eso, la presidenta de Madrid lanza críticas al Gobierno central (“inoperante”, “insolvente”, “siempre fuimos por delante”); reproches a la oposición (“Jamás han ayudado”), y ráfagas de autocrítica diluidas en casi 10 horas de bombardeo contra un único objetivo: la culpa, dice, es de Sánchez.
“En la estela de Esperanza Aguirre”, resume Gabilondo.
“Ha heredado el mismo estilo de Aguirre de escurrir el bulto con una mano mientras busca bronca con la otra”, coincide Gómez Perpinyà, de Más Madrid.
“Por su empeño en centrarse en atacar a los rivales políticos por encima de solucionar los problemas, me recuerda a Aguirre”, remata Jacinto Morano, de Unidas Podemos IU Madrid en Pie.
Los innumerables choques con el Gobierno central son definidos por Verónica Fumanal, asesora de comunicación política que trabajó con Sánchez, como “una cortina de humo”. Se trataría de capitalizar los aciertos (hay una veintena de comunicados oficiales de la Comunidad encabezados por la frase “Díaz Ayuso logra” y sus derivadas) y neutralizar errores.
Hay enfrentamientos por la gestión: Díaz Ayuso, que se adelantó al Gobierno central en el cierre de colegios y comercios, acusa al Ejecutivo de reaccionar tarde, aunque ella también defendió en febrero que el coronavirus sería como una gripe. Por la falta de recursos: acusa al Ministerio de Sanidad de bloquear la llegada de material sanitario a Madrid, y de repartirle menos de lo que dice, mientras el primer avión con mascarillas compradas en China por la Comunidad se retrasa casi diez días (luego aterrizan un total de seis con más de 400 toneladas fundamentales para la batalla contra el coronavirus). O por la financiación: acusa a Sánchez de asfixiar económicamente a la Comunidad, pero no acepta el pacto que el PSOE regional le ofrece para aprobar los Presupuestos.
“Un cargo como el de presidente te hace fuerte, y duro, a base de ir tomando decisiones”, explica Ignacio Aguado, vicepresidente regional, de Cs, que ha vivido múltiples discrepancias con Díaz Ayuso. “La presidenta es todavía más resiliente que antes”, describe. “Ha sido capaz de asumir el peso de una gestión en la que están en juego millones de vidas”.
La versión de Sánchez y su equipo difiere como el día de la noche. El pliego de cargos contra Díaz Ayuso se explicita el 9 de abril en el Congreso.
“Pregúntele a la señora Ayuso, que decía que esta crisis se veía venir, y luego añadía que no sabía por qué no había sido más previsora en comprar material; que pedía el cierre de Madrid, para luego confesar que no sabía cómo se hacía; que hace apenas unos meses anunciaba la mayor rebaja fiscal de la historia y hoy pide donaciones y pasa el cepillo para hacer frente a sus obligaciones”, ironiza Adriana Lastra, portavoz del PSOE. “Pregunte a la señora Ayuso, que acusaba al Gobierno de bloquear el envío de material para Madrid: falso y desleal”.
Esas palabras marcan un antes y un después entre las dos Administraciones.
“Por nuestra parte, la relación con el Gobierno central es de lealtad absoluta, lo que no impide mostrar perplejidad ante el cúmulo de errores que han cometido”, defiende una fuente de la confianza de Díaz Ayuso. “Es una relación unidireccional. De cinco cartas enviadas por la presidenta a Sánchez, no ha obtenido respuesta a ninguna, ni le ha respondido a ninguna de sus intervenciones en las videoconferencias”, añade.
Madrid cerrará la crisis del coronavirus como la Comunidad más afectada por la pandemia. Eso provocará una crisis económica y social sin precedentes. Al frente, la presidenta de un gobierno en minoría, enfrentada al ejecutivo central, y con estilo propio y personal, aunque también reconocible. El de Aguirre.
Ifema, del “milagro” a la “propaganda”
El hospital de campaña de Ifema, cerrado el 1 de mayo entre los gritos de los sanitarios en defensa de la sanidad pública y una aglomeración de políticos abiertamente contradictoria con sus peticiones de respetar el distanciamiento social, ha sido la bandera de la Comunidad durante la pandemia. Se levantó en unas pocas horas. Por sus instalaciones han pasado más de 4.000 pacientes. Isabel Díaz Ayuso, que lo ha visitado en al menos tres ocasiones, lo ha definido insistentemente como “un milagro”. Para la oposición es puro márketing.
“El hospital de Ifema ha sido un instrumento de propaganda del Gobierno regional”, advierte Pablo Gómez Perpinyà, de Más Madrid. “Para montarlo tuvieron que desmontar la Atención Primaria y otros pabellones ya montados con unas 500 camas en Leganés, en el 12 de Octubre y en Alcalá”, asegura. “Es doloroso que solo hagan gala de Ifema con hospitales públicos que han triplicado las camas de UCI invadiendo quirófanos y gimnasios o con hospitales públicos que sin tener UCI fueron capaces de improvisar camas de cuidados intensivos sin apenas recursos materiales y humanos”, añade. “Ahí nadie ha ido a hacerse fotos”.
“Ifema ha sido un lugar donde se han curado muchos madrileños, pero el hecho de tener que construirlo pone de manifiesto que la sanidad madrileña no tenía recursos suficientes para enfrentarse a la crisis”, amplía Jacinto Morano, de Unidas Podemos IU Madrid en Pie.
“Ha sido un gran esfuerzo organizativo colectivo a costa de desarticular la Atención Primaria y los servicios de urgencia de atención primaria”, contextualiza Ángel Gabilondo, del PSOE.
“Ifema es el ejemplo de que el acuerdo entre Administraciones y la colaboración entre lo público y lo privado es la única vía para responder con éxito a los retos que se nos plantean, por grandes que sean”, dice César Zafra, de Cs.
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