El PP quiere olvidar cuanto antes los pactos con Vox
Tras el acuerdo de Extremadura, Feijóo abomina de los “bloques de partidos”. “Quiero unir a los españoles, más que ser presidente del Gobierno”, asegura
¿Ha pactado alguna vez el PP con la extrema derecha? Escuchando a su líder este domingo en Toledo, un observador desavisado difícilmente llegaría a tal conclusión. “¡A continuación, intervendrá el hombre que acabará con el sanchismo!”, anunció con entusiasmo la megafonía del acto que había llenado hasta la bandera el auditorio de un hotel. Pero esta vez Alberto Núñez Feijóo no llegaba con la intención de extenderse en denunciar los desmanes que atribuye al Gobierno de Pedro Sánchez. Dos días después de haber hecho a su candidata en Extremadura, María Guardiola, ...
¿Ha pactado alguna vez el PP con la extrema derecha? Escuchando a su líder este domingo en Toledo, un observador desavisado difícilmente llegaría a tal conclusión. “¡A continuación, intervendrá el hombre que acabará con el sanchismo!”, anunció con entusiasmo la megafonía del acto que había llenado hasta la bandera el auditorio de un hotel. Pero esta vez Alberto Núñez Feijóo no llegaba con la intención de extenderse en denunciar los desmanes que atribuye al Gobierno de Pedro Sánchez. Dos días después de haber hecho a su candidata en Extremadura, María Guardiola, tragar el ricino de un pacto con Vox del que ella había abjurado solemnemente, Feijóo venía para presentarse como el hombre que pretende unir a los españoles por encima de las trincheras ideológicas.
Todo fueron palabras conciliadoras en el idílico discurso de Feijóo. El líder popular aseguró que su propósito no es ni mucho menos “liderar un bloque de partidos contra otro”, sino congregar a todos aquellos que “están entre unos y otros”, a ese pueblo llano que cree “en el entendimiento y no en el enfrentamiento que ve en el Congreso y el Senado”. Él se presenta como un hombre que busca “unir a los españoles más que ser presidente del Gobierno”; que promete “trabajar para la nación, no para ningún partido político” y sin “ningún ánimo de revancha”; que en sus años en Galicia lograba concitar el apoyo de gentes que en otras elecciones votaban al PSOE e incluso al nacionalismo, y que, en definitiva, viene con la misión de fomentar el “respeto entre las lenguas y culturas” de España y “reconstruir su unidad económica, social e institucional”. Un líder que no desea alcanzar el poder “de cualquier manera” sino a través de una “mayoría suficiente” —no llegó a decir absoluta, aunque parecía deducirse— que le permitiría gobernar en solitario sin depender de pactos con nadie. Y así por fin el país podría disfrutar de un presidente que, a diferencia de Sánchez, diría “la verdad a los españoles”.
Los populares han vivido su peor semana desde la convocatoria de las elecciones, culminada con la clamorosa claudicación de Guardiola tras prometer que nunca gobernaría con quienes “niegan la violencia de género y deshumanizan a los inmigrantes”. La dirección nacional del partido apremió a la líder extremeña a tragarse sus palabras y cerrar de una vez el acuerdo, en un intento de enterrar la discusión sobre los pactos con Vox —definidos por Sánchez este domingo en El Periódico con una tétrica metáfora: “Son el tráiler de una película tenebrosa”— y regresar a la salmodia que los ha encaramado como favoritos indiscutibles: la “derogación del sanchismo”.
Esa pretensión de pasar página contra viento y marea quedó patente en el acto de Toledo, que reunía a los “alcaldes del cambio”, los grandes triunfadores del 28-M. Y la presentación de la cita se le asignó al anfitrión, el nuevo regidor de la capital castellanomanchega, Carlos Velázquez, quien resulta que ha conquistado el cargo tras sellar una coalición con Vox. Pero el PP, según expresó con mucha vehemencia su presidente regional, Paco Núñez, nunca hará como Sánchez y no se pondrá en manos “ni de Bildu, ni del separatismo, ni del populismo”. Como tampoco, aseveró Feijóo, disfrazará las “mentiras” de “cambios de opinión”. Desde la mañana dominical de Toledo, Extremadura parecía en el otro extremo del planeta.
El acto sirvió además para estrenar el vídeo que presenta el perfil humano de Feijóo e incide en una idea que el propio candidato repite desde hace días: que puede ser el primer presidente del Gobierno “nacido en la España rural”. En el anuncio, con fotografías de la infancia del líder, él mismo se presenta así: “Soy Alberto Núñez Feijóo, servidor público, y quiero presidir el Gobierno de España”. Luego pasa a describir su aldea natal de Os Peares, entre los ríos Miño y Sil y las montañas que separan Ourense de Lugo. Feijóo va repasando su trayectoria y se deja caer una idea, con la que ha coqueteado a lo largo de toda su carrera: que él no es un político al uso, sino un “político que no quería serlo”. Un pretendido distanciamiento de la política que remachó en su discurso en el acto con los alcaldes al afirmar: “Este país es mucho mejor de lo que somos sus políticos”.
“¿Qué pueden esperar de mí los españoles?”, se preguntaba Feijóo en la mañana toledana, para contestarse de inmediato con insistencia: “Que les diga la verdad”. A la misma hora, en otro punto de la ciudad, el palacio de congresos, frente un auditorio más reducido, aunque igualmente abarrotado, alguien presumía de “conocer muy bien” al candidato popular. Y apelando a la autoridad de tal conocimiento, concluía exactamente lo contrario: “No es votable porque falta a la verdad”.
Quien hablaba así era Yolanda Díaz, antagonista de Feijóo en los años gallegos de ambos, cuando él presidía la Xunta y ella era una combativa diputada de la oposición. “Los españoles tienen derecho a saber por qué esconde que Abascal será su vicepresidente”, atacó la candidata de Sumar. “Queremos que explique por qué su aportación a la política española es meter en sus gobiernos a los ultras reaccionarios de Vox, que pisotean los derechos de las mujeres, del colectivo LGTBI, del diálogo social y de los trabajadores”. Y esa no es, según Díaz, la única cosa que su paisano oculta. También esconde, asegura ella, un programa de recortes para poner el Gobierno “al servicio de las eléctricas, la banca y las grandes cadenas de distribución”.
Reforma laboral
La negativa de Feijóo a celebrar un debate a cuatro con Sánchez, Díaz y Abascal privará a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo de la oportunidad de medirse directamente a él. La candidata de Sumar lo retó este domingo a una discusión pública sobre la reforma laboral después de que el presidente del PP hubiese dicho que es “sustancialmente buena”, pese a que su partido votó contra ella en febrero de 2022. La vicepresidenta cree que estas palabras son otra “mentira” del líder popular e invitó a desmentirlo con un gesto: “Si es verdad, que vaya mañana mismo y retire el recurso de inconstitucionalidad que su partido presentó contra la reforma”. Díaz había anunciado una propuesta este domingo, en una entrevista en El Mundo: una “herencia universal” para entregar 20.000 euros a todos los que cumplan 18 años y pretendan “emprender y formarse”. Su coste para el Estado sería de 8.000 millones.
Si los candidatos del PP y de Sumar aprovecharon el último domingo antes del comienzo oficial de la campaña, el próximo viernes, para mitinear, Sánchez estuvo ocupado con su agenda institucional de la presidencia de la UE. De la pura campaña socialista se encargó la vicesecretaria general del partido, María Jesús Montero, que también se dedicó en Sevilla a zurrarle a Feijóo. La ministra de Hacienda coincidió en criticarlo por rehuir algunos de los debates que le han propuesto y sostuvo que su política se caracteriza por “el ruido, las noticias falsas y la difamación”. La bandera de la verdad y la acusación de la mentira no cesarán de flamear hasta el 23-J.
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