Las dudas de Junts ante Orriols

Para el partido de Carles Puigdemont es difícil distinguir que es lo malo y qué lo peor, pero de momento la indefinición mantiene a Orriols

La alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols (Aliança Catalana), durante una atención a la prensa, el pasado martes.Siu Wu (EFE)

Cómo hacer frente a la ultraderecha local y cortarle las expectativas de avance electoral y político se ha convertido en una de las principales preocupaciones de las derechas, también en Cataluña. Aquí eso es relativamente nuevo, pues con la desaparición del franquismo parecía que también se había ido la ultraderecha. Ha resultado que no. ...

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Cómo hacer frente a la ultraderecha local y cortarle las expectativas de avance electoral y político se ha convertido en una de las principales preocupaciones de las derechas, también en Cataluña. Aquí eso es relativamente nuevo, pues con la desaparición del franquismo parecía que también se había ido la ultraderecha. Ha resultado que no. Tenemos a Vox con el 12% de los votos en las últimas elecciones legislativas, el 11% en las del Parlament, y los sondeos sobre intención de voto señalan una sostenida tendencia al alza. En las últimas elecciones municipales, Sílvia Orriols, la líder de un partido de ultraderecha independentista creado en 2020, Aliança Catalana, logró la alcaldía de Ripoll. En las elecciones al Parlament obtuvo el 3,8% y dos escaños.

La recomposición de la ultraderecha que había imperado en numerosos países europeos en las décadas de 1930 y 1940 hasta el fin de la II Guerra Mundial y hasta 1977 en España, empezó antes en Francia, por poner el ejemplo más destacado: Jean Marie Le Pen fundó el Frente Nacional en 1972, en 2002 obtuvo el 16% de los votos en las elecciones a la presidencia de la República y su hija, Marine, alcanzó el 41% en las celebradas en 2022. Pero en España, la emergencia de Vox se produjo en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014. En Italia, el postfascismo ha tenido un agitado ir y venir hasta que en 2022 una de sus ramificaciones ha logrado formar gobierno bajo el liderazgo de Giorgia Meloni. Para el próximo domingo se augura un salto adelante electoral de la ultraderecha en Alemania.

Se trata en todos los casos de partidos nacionalistas, que cultivan el populismo conservador, simpatizan con el trumpismo y promueven el rechazo a la inmigración de trabajadores extranjeros, muy particularmente a los de religión musulmana. La explotación a fondo del filón xenófobo amenaza con dejar cojos a sus rivales. El caso de Ripoll ha adquirido especial relevancia en Cataluña por ser la primera ciudad en la que Aliança Catalana alcanza la alcaldía. Al PP le costó décadas lograr alguna alcaldía de relieve en Cataluña. Y solo está en dos, Badalona y Castelldefels. Pero Orriols ganó en Ripoll a los dos años de fundar su partido. En las elecciones al Parlament, Aliança Catalana alcanzó en 9% y el 7% de los votos en las provincias de Girona y Lleida, respectivamente. O sea, es un serio competidor por el flanco catalán para el PP, por el flanco derecho para Junts y por el flanco ultra para Vox.

La amenaza es particularmente inquietante para Junts, pero no solo para el partido independentista. Abundan los municipios como Ripoll, con porcentajes de población extranjera en torno al 15%. El promedio en toda Cataluña está en el 17% pero en la ciudad de Barcelona es del 23%, en la de Girona del 20%, en Lleida del 21% y en Tarragona del 19%. Las idas y venidas de Junts acerca de si secundar una moción de censura de la izquierda para sustituir a Orriols en la alcaldía de Ripoll indican las dudas en que se debate. ¿Cordón sanitario con las izquierdas para aislar a la ultraderecha? ¿Enfrentamiento con la ultraderecha o colaboración con ella para combatir a las izquierdas? Para Junts, es difícil distinguir que es lo malo y qué lo peor, pero de momento la indefinición mantiene a Orriols.

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