La relación entre ERC y Junts: Descargando lo reprimido

No hay insultos en el Parlament de Catalunya porque no es Twitter, pero los enfrentamientos mutuos son incesantes

El líder de Junts en el Parlament, Albert Batet, interviene durante la sesión de control del Govern, este martes 9 de noviembre.David Zorrakino (Europa Press)

Podría ser que el president de la Generalitat ya supiera, antes de entrar al hemiciclo, que la última encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió le da a Esquerra un resultado relativamente bueno, y que Junts per Catalunya, en cambio, se lleva un batacazo de susto, quedándose en una horquilla de entre 19 y 24 diputados. A este paso, no serán los de Junts los más interesados en negar su relación con Convergència,...

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Podría ser que el president de la Generalitat ya supiera, antes de entrar al hemiciclo, que la última encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió le da a Esquerra un resultado relativamente bueno, y que Junts per Catalunya, en cambio, se lleva un batacazo de susto, quedándose en una horquilla de entre 19 y 24 diputados. A este paso, no serán los de Junts los más interesados en negar su relación con Convergència, sino los convergentes de la vieja escuela los que cavarán una honda zanja entre ellos y el partido de Carles Puigdemont (¿qué opinará Xavier Trías de esto?). Digo que Pere Aragonès podría haber tenido ya referencias de esa encuesta, porque en la sesión de control ha desplegado una contundencia especial contra sus antiguos socios. “Señor Batet, ¿puedo hablar? Pues déjeme hablar y no hable usted. Yo he respetado su turno”. Nunca antes se habría atrevido Aragonès a reñir al portavoz juntista, Albert Batet. Bueno, ni éste habría osado interrumpir al president. Es otro tiempo, y unos y otros están descargando con alivio todo lo que llevaban reprimido. No hay insultos en el hemiciclo porque no es Twitter, pero los enfrentamientos mutuos son incesantes. Y no hay mucha diferencia entre el tono que usa un independentismo contra otro y el que destilan las réplicas entre el Govern y, por ejemplo, el PP.

Hay que decir, en realidad, que Batet no ha variado exactamente el contenido de sus intervenciones, sigue fijado contra la mesa de diálogo, pero ha subido varios grados la intensidad del discurso, y este miércoles ya ha arremetido incluso contra Oriol Junqueras, que presumió hace unos días de supuestos buenos resultados de las negociaciones con Madrid.

El carlismo-puigdemontismo se siente guardián de las esencias indepes, y por eso ha puesto la proa contra los nuevos consejeros venidos de las fronteras exteriores de ERC. A Joaquim Nadal le achacan el pecado de defender el Estatuto del 2006 como fue votado por la ciudadanía, y Carles Campuzano, al parecer, les ofendió cuando, parafraseando a Lenin, afirmó que la “retórica vacía” es la “enfermedad infantil del independentismo”. Ambos políticos, por cierto, han demostrado en la sesión de control que, en efecto, ya estaban en la arena cuando nació Pere Aragonès. Nadal, incluso, cuando nació Batet.

El panorama de la implosión independentista no estaría completo sin recordar que, sesión tras sesión, la CUP arremete contra el Govern con una verbosidad que no desentonaría en un mítin de la CNT-FAI de 1929. La diputada Montserrat Vinyets también ha echado mano de una entrevista reciente, la del exministro José Barrionuevo justificando la guerra sucia contra ETA, y la ha vinculado con el reciente espionaje a independentistas. No se puede negociar con quien nos espía, afirma. La respuesta del president –”no habría imaginado nunca que ustedes utilizarían mi condición de víctima de espionaje para criticar mi estrategia política”- ha generado animadas reacciones en los escaños cupaires : “¡va, hombre, va!”, “¡huy, sí!”. Aragonès se ha defendido con uno de los principios básicos de la teoría de la negociación: se negocia con el rival o el enemigo, no con el amigo. Le faltó añadir una segunda ley: la mejor negociación es aquella en la que ninguna de las partes queda completamente satisfecha.

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