Cataluña quiere ampliar el aborto farmacológico hasta las 14 semanas
Los expertos avisan de que las interrupciones del embarazo con medicamentos más allá de la novena semana de gestación pueden ser más dolorosas y traumáticas. El Departamento de Salud defiende que se priorizará la decisión de la mujer
Las interrupciones voluntarias del embarazo por el método farmacológico pueden ganar terreno en breve en Cataluña. El Departamento de Salud estudia la puesta en marcha de un nuevo protocolo que permitirá la aplicación de este sistema hasta la semana 14 de embarazo, según han confirmado fuentes de esta consellería a EL PAÍS. Hasta ahora, esta técnica,...
Las interrupciones voluntarias del embarazo por el método farmacológico pueden ganar terreno en breve en Cataluña. El Departamento de Salud estudia la puesta en marcha de un nuevo protocolo que permitirá la aplicación de este sistema hasta la semana 14 de embarazo, según han confirmado fuentes de esta consellería a EL PAÍS. Hasta ahora, esta técnica, que ya supone la mitad de todos los abortos en Cataluña, se podía utilizar de forma ambulatoria (en el domicilio de la mujer) hasta la novena semana de gestación; y más allá de ese plazo, las interrupciones del embarazo se solían realizar por un médico en el quirófano.
Los expertos consultados advierten de los riesgos de ir más allá de las nueve semanas: puede ser más doloroso y traumático para las mujeres, apuntan. Tanto Salud como los ginecólogos señalan que, lo más importante, en cualquier caso, es que sean las mujeres las que decidan libremente cómo abortar.
En España, la interrupción voluntaria del embarazo está permitida hasta la semana 14 a petición de la mujer, y se amplía a la semana 22 siempre y cuando concurran también causas médicas, como riesgo de graves anomalías fetales o para la vida de la madre. La inmensa mayoría de los 19.800 abortos registrados en 2020 en Cataluña se efectuaron antes de la novena semana de gestación (el 76%), y las técnicas más empleadas fueron la farmacológica (49,8%) y la instrumental (42,9%), que consiste en una dilatación del cuello uterino y la posterior aspiración del embrión o feto que hay en el útero.
En Cataluña, como en el resto de España, siguen existiendo problemas de accesibilidad a esta prestación dentro del sistema público. De hecho, el otoño pasado y tras 11 años de carencias territoriales, el Departamento de Salud empezó a poner coto a esas trabas geográficas y habilitó un centro en Lleida para realizar abortos quirúrgicos sin motivo médico. En esta línea, el consejero de Salud, Josep Maria Argimon, anunció la semana pasada en el Parlamento catalán, que ampliaría la red de centros y también incrementaría la opción farmacológica.
La interrupción del embarazo con este método ha ido creciendo desde que se empezó a usar en 1999. Un portavoz del Ministerio de Sanidad señala que, al principio, esta técnica se restringía a menos de siete semanas de gestación y luego pasó a limitarse hasta las nueve “según se fue observando su eficacia y efectos secundarios y beneficios de su uso”. “La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2019 en su Tratamiento médico del aborto lo aprueba como útil en las 14 semanas de gestación o 98 días de embarazo. Y diversos autores han publicado su uso en esta línea”, agrega. Por ello, asegura, “no existe un límite normativo para su empleo y es la evidencia clínica la que va marcando su utilización y eficacia”. El ministerio, agregan fuentes de Sanidad, está “en constante estudio y evaluación” sobre las posibilidades de esta técnica.
Los expertos consultados coinciden en que tanto la técnica farmacológica como la instrumental son eficaces y más o menos adecuadas según la semana de gestación y las preferencias de la mujer. Ezequiel Pérez Campos, portavoz de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia y miembro también de la Sociedad Española de Contracepción, apunta que una ampliación de la técnica farmacológica más allá de la novena semana “puede tener más fracasos, pero respuesta hay”. Es decir, que el método funciona, pero el riesgo de fallos en el aborto puede aumentar. Según Francisca García, presidenta de ACAI (Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo), “ puede tener efectos secundarios, como náuseas, diarrea y sangrados”.
El método farmacológico consiste en la administración de mifepristona, que acaba con la evolución de la gestación y, posteriormente, otro fármaco, el misoprostol, que dilata el cuello del útero para que expulse el contenido del útero. Toni Payà, jefe de Ginecología del Hospital del Mar de Barcelona, señala que a más semanas de gestación, más dificultades puede tener la técnica farmacológica: “Hasta las nueve semanas sabemos que es seguro porque hay poco material intrauterino. Pero si subimos de ahí, podremos tener más problemas y efectos secundarios porque hay más material a expulsar, pueden quedar restos y luego tener que hacer un legrado, y el sangrado es mayor”. Y añade: “La expulsión en casa de un feto de más de 12 semanas puede ser psicológicamente más traumática para las mujeres”.