Barcelona entra en campaña cuando faltan 600 días para las elecciones municipales
Colau presume de gestión y anuncia inversiones, Artadi se postula como candidata y se presenta una plataforma crítica con la alcaldesa
Nadie diría que faltan 600 días para las elecciones municipales, visto el frenesí de actos, anuncios y presentaciones de la última semana por parte del gobierno municipal y la oposición en Barcelona. Movimientos preelectorales y de una intensidad que augura que en la ciudad vienen curvas en los próximos casi 20 meses, hasta mayo de 2023.
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Nadie diría que faltan 600 días para las elecciones municipales, visto el frenesí de actos, anuncios y presentaciones de la última semana por parte del gobierno municipal y la oposición en Barcelona. Movimientos preelectorales y de una intensidad que augura que en la ciudad vienen curvas en los próximos casi 20 meses, hasta mayo de 2023.
De nuevo es un todos contra Ada Colau, en unas elecciones en las que, entre las incógnitas, figuran los candidatos: son varios los que se postulan, pero no hay ninguno proclamado ni primarias a la vista. Incluso la alcaldesa y líder de los comunes, que hace un año dijo que repetiría, últimamente no lo aclara. Entre las certezas, que también el PSC, dentro del ejecutivo municipal, buscará presumir de gestión y ganar; y que previsiblemente el eje nacional tendrá un protagonismo menor que en los comicios de 2019.
Durante esta semana, el Gobierno de la alcaldesa Ada Colau ha hecho anuncios de calado que evocan escenarios de campaña. El lunes, 70 millones de euros en dos años para que la ciudad esté más limpia. El miércoles, un mapa para presumir de proyectos urbanísticos de este mandato y el anterior. El viernes, la marcha atrás en la recogida de basura puerta a puerta. Este sábado, 33 nuevos kilómetros de carriles bici.
El relato de los comunes pasa en buena parte por presumir de “la transformación más importante de la ciudad desde 1992″ o “la actualización del pla Cerdà del siglo XXI”, en palabras de la teniente de alcalde Janet Sanz. Otro discurso que gana peso es el rechazo al crecimiento intensivo frente a un “crecimiento sostenible social y ambientalmente”, como ha defendido el teniente de alcalde Jordi Martí en los debates sobre la ampliación del aeropuerto. La estrategia se focaliza también en aplacar focos de cabreo ciudadano. La limpieza o el puerta a puerta son ejemplos. La decisión de no restringir más la circulación de vehículos por la ciudad, pese a la emergencia climática declarada oficialmente, también.
Si alguien teme el enfado vecinal es el PSC, cuya opinión ha pesado mucho en el freno al nuevo sistema de recogida de basura. Los socialistas han estrenado estrategia: aseguran que no romperán la coalición, pero avisan de que se desmarcarán públicamente de lo que no compartan con los comunes. Lo hizo el martes su líder en el gobierno, Jaume Collboni cuando cuestionó implantarlo en el distrito de Horta, donde gobiernan.
La portavoz del grupo municipal, Rosa Alarcón, señala la importancia que para los socialistas tiene “resolver problemas básicos en materia de limpieza, seguridad y convivencia en el espacio público, porque para recuperar el optimismo es fundamental que los servicios funcionen”. “Es más importante la ciudadanía que la estabilidad del Gobierno y si tenemos alguna discrepancia, lo diremos”, asegura y mantiene que Collboni será el candidato, aunque algunas voces creen que habría que relevarle porque haber compartido gobierno con Colau, dicen, le penaliza.
La primera en salir
Mientras, Elsa Artadi ha sido la primera en presentar su candidatura para copar el voto contra lo que llama “la Barcelona del no”, en un acto de puesta en escena electoral pero con las siglas de Junts en un plano llamativamente discreto. En su discurso también tuvo poco peso la reivindicación independentista. Esto, y el acto en sí mismo alejan la posibilidad de un pacto con el PDeCAT. Artadi tachó el Gobierno “de Colau y Collboni” como “el del antiproyecto: ni desarrolla un proyecto propio para la ciudad ni permite que otros lo hagan”. La ciudad no puede avanzar, todo es táctico y efímero”, dijo.
Apelando también a un cambio de modelo en la ciudad se ha presentado el manifiesto y la plataforma Barcelona es imparable, que reúne a comerciantes, hoteleros, movimientos como Tsunami Veïnal y un heterogéneo entramado de entidades. El movimiento nace convocando una concentración el próximo día 21 contra la gestión en una ciudad que ven “con desánimo, gris y paralizada”. En el manifiesto no hay referencias políticas.
En su gestación han tenido algún papel la patronal Foment y la Unió de Federacions Esportives de Catalunya (UFEC) y su presidente, Gerard Esteva. Esteva preside además del think tank Barcelona Futur, implicado por otra parte en el lanzamiento de una alianza del catalanismo conservador de cara a las municipales de 2023. Fuentes próximas a Esteva niegan rotundamente que el movimiento tenga como objetivo ser una candidatura política ni que él tenga intención de encabezarla.
Maragall quiere repetir con ERC, que ganó las últimas elecciones en votos (aunque empató con los comunes en 10 concejales), y ha apoyado a Colau en grandes votaciones, como los presupuestos. Este curso lo arrancó enseñando los dientes y asegurando que se disponía a ejercer la oposición. Está por ver si tumba votaciones importantes. “Me siento con la misma pasión y energía que el primer día. En mejores condiciones incluso, por el conocimiento y conexión con el latido de la ciudad”, afirma, convencido de que Esquerra “debe liderar la transformación de la ciudad”. Maragall se postula pese a sus 78 años, edad que no es habitual en la cultura política local.
El “constitucionalismo” municipal
Ciutadans fue en 2019 la cuarta fuerza al presentarse con la formación del ex primer ministro francés Manuel Valls, Barcelona pel canvi. De los seis concejales, cuatro siguen con las siglas naranjas tras romper con Valls por investir a Colau. Eva Parera se ha quedado tras la marcha de Valls y Marilén Barceló es concejal no adscrita. La jefa de filas de Ciutadans, Luz Guilarte quiere encabezar la candidatura “para pasar página a los años de colauismo y pese a los malos resultados de la formación en las últimas elecciones al Congreso y al Parlament, rechaza alianzas. “C’s volverá a ser el voto útil del constitucionalismo en la ciudad que aspiramos a gobernar”, dice.
Parera, que también es diputada en el Parlament, pero por el PP, afirma que tiene “voluntad de que el trabajo hecho tenga continuidad” en la ciudad y Cataluña “para plantar cara a nacionalistas y populistas”. El empresario Josep Bou también quiere repetir, pese a las fricciones que ha tenido con el PP.