El vuelo rasante de las mil gaviotas de Barcelona
Estas aves defienden entre mayo y junio sus nidos y realizan maniobras que pueden incomodar a los vecinos
Visitar los cementerios barceloneses de Montjuïc y Poblenou en estas semanas puede ser intimidatorio. Entre mayo y junio las gaviotas se encuentran en proceso de nidificación y los camposantos son uno de los lugares tranquilos elegidos por estas aves, que en cuanto sospechan que sus crías pueden encontrarse en peligro, no dudan en realizar vuelos rasantes para atemorizar a personas o animales y ...
Visitar los cementerios barceloneses de Montjuïc y Poblenou en estas semanas puede ser intimidatorio. Entre mayo y junio las gaviotas se encuentran en proceso de nidificación y los camposantos son uno de los lugares tranquilos elegidos por estas aves, que en cuanto sospechan que sus crías pueden encontrarse en peligro, no dudan en realizar vuelos rasantes para atemorizar a personas o animales y no se acerquen en exceso. La empresa municipal Cementerios de Barcelona es consciente de esta problemática, pero desmiente haber realizado recomendaciones como protegerse con paraguas dentro de los cementerios barceloneses y, por supuesto, no reparten ningún tipo de sombrilla para guarecerse del ataque de estos pájaros. El ataque de las gaviotas cesará en unas semanas cuando sus polluelos se encuentren a salvo. Según Joan Navarro, uno de los investigadores del Instituto de Ciencias del Mar, sin embargo, los barceloneses no corren peligro por la actitud de estas aves.
La gaviota patiamarilla es una especie autóctona que vivía en el litoral y se alimentaba de pescado. Desde hace unos años todo ha cambiado. “Es una especie que no es migratoria y no solía asentarse en las ciudades, hasta que se detectó en 1978 el primer nido en Barcelona. Solía pescar en el mar pero es un animal oportunista que ha aprendido a comer en los vertederos. Su alimentación se basa ahora en la caza de palomas y cotorras argentinas”, destaca Navarro.
En Barcelona, la gaviota patiamarilla se puede observar en los acantilados de Montjuïc y una parte importante de la población nidifica en azoteas y tejados de casi todos los barrios de la ciudad con excepción de Pedralbes, La Trinitat y Torre Baró. Tampoco hay rastro de la gaviota ni en Collserola ni en los Tres Turons. La mayoría de nidos localizados en las azoteas suelen localizarse solitarios, pero se han llegado a encontrar hasta cinco juntos en el mismo tejado. “La población que se reproduce oscila entre las 200 y las 250 parejas reproductoras. La población total debe oscilar sobre unas 1.000 gaviotas. Es una población que lleva años estable”, mantiene el investigador.
Intimidación
“No es peligrosa y con sus vuelos rasantes es muy complicado que puedan hacer daño a algún ser humano. El problema es que es un ave que intimida y ese es el inconveniente con el que se encuentran los vecinos”, advierte Navarro, que mantiene que la patiamarilla es un ejemplar de ave que se ha extendido también por otras ciudades. “No tienen depredador, pero cuando no tienen alimento dejan de reproducirse. No está protegida y en algún momento podría catalogarse como plaga en el sur de Europa”, mantiene el investigador.
Joan Navarro sostiene que la gran novedad desde 1978 en la actitud de las patiamarillas es que ahora basa su alimentación en palomas y cotorras argentinas. “Hay tantas que les es muy fácil capturarlas”, resume el investigador. Navarro cree que el confinamiento tras decretarse el estado de alarma ha provocado que los barceloneses se hayan fijado más en la presencia de estas gaviotas que es la especie más mayoritaria pero no la única. “En una parte de la Zona Franca hay también gaviotas audoin. Que sí que están en peligro por culpa precisamente de la patiamarilla”, lamenta. “En invierno sí que hay un tipo de gaviota, la reidora, que es migratoria y proviene del norte de Europa. Es muy curioso porque hay un ejemplar anilllado que cada año viene de Polonia a Barcelona”, señala.