María Green, una Rosalía en el Paral·lel de hace un siglo
Xavi Barroso ha creado en ‘La avenida de las ilusiones’ a un personaje poderoso que lucha, da la cara y canta al desamor en una Barcelona convulsa entre 1909 y 1919
En el verano de 1909, Francisca Romero abandona su Solsona natal y aparece en Barcelona entre disparos, carreras y bombas, en plena Semana Trágica, para servir, junto con su hermana, en casa de los Puig, familia de empresarios de la alta burguesía catalana. La chica, inquieta, luchadora y valiente, lo dará todo por hacer realidad su sueño de ser actriz y cantante. Serán 10 años, hasta ...
En el verano de 1909, Francisca Romero abandona su Solsona natal y aparece en Barcelona entre disparos, carreras y bombas, en plena Semana Trágica, para servir, junto con su hermana, en casa de los Puig, familia de empresarios de la alta burguesía catalana. La chica, inquieta, luchadora y valiente, lo dará todo por hacer realidad su sueño de ser actriz y cantante. Serán 10 años, hasta la huelga de la Canadiense, en 1919, decisivos en la vida de Francisca y en la de Barcelona, Cataluña y España. La historia de esta mujer, protagonista de La avenida de las ilusiones (Grijalbo; Rosa dels vents, en catalán), primera novela del guionista Xavi Barroso, es una excepción en aquella Barcelona de aires revolucionarios pero profundamente machista, clasista e injusta. Después de arrastrarse hasta lo más indigno, conseguirá que el Paral·lel, auténtico espacio de una riquísima cultura popular catalana, le abra sus puertas y convertirse en la vedet y cupletista María Green, una musa de aquella avenida, con compañía propia (como Margarita Xirgu) y amiga de Elena Jordi -que también fue empresaria-, Josep Santpere o Raquel Meller, mitos del Paral·lel que tienen cameos importantes en la novela.
“Meller era como María Green. Y viene a ser como la Rosalía del momento, salvando las distancias. Porque Rosalía también se lo ha currado mucho”, dice Xavi Barroso. Es lícito pensar que si Francisca hubiese vivido a principios del siglo XXI y no del XX, en lugar de haber llegado a Barcelona desde Solsona, habría llegado desde el África subsahariana; en lugar de haber sido una criada habría sido una Kelly; en lugar de haber sido explotada en la fábrica de Can Batlló habría sido explotada en un hotel de lujo; en lugar de haberse convertido en una Raquel Meller se habría convertido en una… Rosalía.
La idea de sumergirse en el Paral·lel de aquella época le rondaba por la cabeza a Xavi Barroso (Granollers, 1984), que lleva 11 años viviendo en el barrio, desde siempre, como quien dice: “Allí vivían mis abuelos, originarios de Cádiz, y siempre que íbamos a comer a su casa, mi abuelo me contaba historias de aquella avenida”, explica. Pero el empujón para meterse en harina se lo dio la exposición que comisariaron Xavier Albertí y Eduard Molner en el CCCB a finales de 2012 El Paral·lel 1894-1939. Barcelona i l’espectacle de la modernitat. Aquella muestra le abrió los ojos sobre lo que llegó a ser esa explosión escénica, de la que muy poco se sabía.
La novela teje una red de personajes que permiten al autor detenerse en hechos concretos, desde las huelgas obreras a través de Joan, el amor de la vida de Francisca, hasta reuniones de la alta sociedad barcelonesa al más puro estilo de Arriba y abajo, pasando por abusos de los señoritos como el del primogénito de los Puig, contactos en el mundo del teatro a través de verdaderos empresarios de la época… Y, por supuesto, a través de ellos nos conduce por esa avenida de los cafés que fue (más aún, durante la Gran Guerra), referencia del ocio a nivel mundial. Entramos en el Cafè Espanyol, donde, leemos, “se podía ver a lerrouxistas, anarquistas y monárquicos soportándose los unos a los otros gracias a las copas y el buen ambiente que había. Y es que el propietario, Josep Carabén, era un mago de las relaciones sociales”. Merendamos un chocolate en la Granja Viader, nos tomamos una copa en el casi recién abierto London, en Conde del Asalto; acompañamos a dos mujeres desacomplejadas al bar que era el feudo del anarquismo, La tranquil·litat; pasamos una noche de fin de año con la flor y nata de la cultura en el hotel España; asistimos al estreno de L’auca del senyor Esteve, de Rusiñol, en el Victòria; o chafardeamos entre toallas y telas en los almacenes El indio.
Profesor de escritura, Barroso considera que una novela debe ser un espejo de la realidad. “En aquella Barcelona, cuando se logró la jornada laboral de ocho horas, encontramos uno de los gérmenes de la Guerra Civil, sin embargo en los libros de texto, a menudo, esos años se liquidan en pocas páginas, incluso en unos párrafos”, comenta el escritor, que ve muchos paralelismos con la actualidad, “lo que evidencia que aún queda tanto por hacer”.
A lo largo de las páginas, la protagonista va adquiriendo conciencia social. Se rebela con pequeños gestos y con grandes decisiones. “Tampoco se ha hablado demasiado de la huelga de mujeres de 1918, la primera en clave feminista”, recuerda Barroso, en la que María Green juega un papel destacado: “No habrá revolución sin mujeres”, le advierte a Joan, durante aquellas jornadas, al tiempo que le critica abiertamente: “¿Qué hacían los sindicatos por las mujeres que se veían obligadas a prostituirse?”
Y si el pasado es el espejo del presente, no hace falta más que leer los capítulos en que aparece con toda su crueldad la “gripe española”, la epidemia que entre 1918 y 1920 mató a más de 50 millones de personas en todo el mundo. “Cuando empezó la pandemia del coronavirus y vi las recomendaciones del Gobierno aluciné”, explica Xavi Barroso. “La novela ya estaba escrita desde hacía meses y comprobé que las recomendaciones eran las mismas: distancia social, mascarillas, confinamiento, cierre de tiendas, miedo a un rebrote”. Es como si el narrador -que es la propia protagonista- se convirtiera de repente en… ¡Fernando Simón!
Mil referencias literarias y un ‘spin-off'
El autor -gajes de su oficio de guionista- tiene escritos cinco capítulos de los 12 que tendría la versión serie televisiva de la novela, por lo que pudiera pasar, y en 2021 (si la covid lo permite) aparecerá un spin-off, “en el mismo ecosistema”, entre los años 1917 y 1923. Documentación no le falta: ha bebido de La Vanguardia o Solidaridad Obrera, de libros e informaciones valiosísimas de que dispone la biblioteca del barrio, del rigurosísimo estudio Carrer i escena. El Paral·lel de Molner y Albertí, de infinidad de blogs (“que hay que contrastar, claro…”)… No tanto de novelas de la época: “No quería que otras ficciones me ‘contaminaran’”, explica, en tono de broma, puesto que cualquiera se quita la influencia de haber leído La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza, o La felicitat, de Lluís-Anton Baulenas, ambientada en la construcción de la Via Laietana, en aquellos años. El aroma de su novela, original, es el mismo que respira Onofre Bouvila, por ejemplo, o los tres amigos que protagonizan Cabaret Pompeya, o los hermanos Estrada, de Barcelona trágica, ambas de Andreu Martín.