El furor antiimpuestos y la tolerancia ante el fraude calan entre los chicos jóvenes
Los varones de 18 a 44 años muestran una visión de Hacienda más negativa que el resto de la sociedad. El grupo hasta los 24 es el más indulgente ante las trampas fiscales
Mensaje 1. “¡Eh, tú, ven, que te están robando! Da igual cuánto te esfuerces si el sistema está diseñado para que pierdas. La mejor opción que tienes para vivir mejor es cambiar el lugar en el que resides”, afirma el “consultor de negocios” Carlos Adams, extremeño residente en Andorra, dirigiéndose al espectador, al que luego tienta con un “plan de escape” de la Hacienda española. Mensaje 2. Tan cabreado que ha decidido tomarse el día libre, Pedro Buerbaum, el empresario que ...
Mensaje 1. “¡Eh, tú, ven, que te están robando! Da igual cuánto te esfuerces si el sistema está diseñado para que pierdas. La mejor opción que tienes para vivir mejor es cambiar el lugar en el que resides”, afirma el “consultor de negocios” Carlos Adams, extremeño residente en Andorra, dirigiéndose al espectador, al que luego tienta con un “plan de escape” de la Hacienda española. Mensaje 2. Tan cabreado que ha decidido tomarse el día libre, Pedro Buerbaum, el empresario que ganó fama con sus gofres de forma fálica, clama contra su “socio parásito”, el fisco, después de que su asesor fiscal le haya contado lo que le toca pagar a ese “ente externo que —dice— no me aporta nada”. Mensaje 3. Tras desvelarse que cobró 100.000 euros en negro, Alvise Pérez, lejos de avergonzarse, anima a los suyos a imitarlo: “Hacienda es una mafia. Todo impuesto que podáis evitar, no lo paguéis”.
Los anteriores son tres mensajes vertidos entre abril de 2024 y septiembre de 2025 en distintos canales de difusión con cientos de miles de seguidores y dirigidos sobre todo a chicos jóvenes. Lo que sigue ahora son otros tantos datos de la encuesta Opinión Pública y Política Fiscal del CIS, elaborada en julio y cuyos microdatos se han publicado el mes pasado.
Dato 1. El 45,5% de los varones entre 25 y 34 años, casi 15 puntos más que el total de los encuestados, se muestran próximos a esta frase sobre los impuestos: “Son algo que el Estado nos obliga a pagar sin saber muy bien a cambio de qué”. Dato 2. Rozando el 45% de los hombres de 18 a 24 creen que la principal razón del engaño a Hacienda es que los impuestos son “excesivos”, frente a un 19,5% en el conjunto de la sociedad. Dato 3. Algo menos de un tercio de los chicos de esa misma franja ven tolerable que una pequeña empresa eluda el impuesto de sociedades, más del triple del porcentaje de quienes opinan así en toda la muestra.
Es difícil delimitar hasta qué punto estas estadísticas se deben a mensajes como los citados —que son solo tres ejemplos entre muchos con el mismo furor antiimpuestos que circulan por cuentas de alcance masivo en las redes sociales— y hasta qué punto quienes los emiten están atendiendo la demanda ya existente de un sector permeable a estas ideas por su experiencia directa y sus condiciones materiales. “Probablemente sea un círculo vicioso, una dinámica de ida y vuelta”, apunta Oriol Bartomeus, director del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Lo seguro —añade el autor de El peso del tiempo. Relato del relevo generacional en España (Debate, 2023)— es que se dan los dos fenómenos a la vez”.
¿A qué fenómenos se refiere? Por una parte, desarrolla Bartomeus, “abundan los jóvenes, especialmente hombres, que parecen haber perdido la confianza en el Estado y temen un futuro negro si no buscan una solución por su cuenta”. “Lo que viven les empieza a mostrar que el contrato social se ha roto, que lo tendrán difícil para encontrar un buen trabajo y una vivienda. En el caso de los chicos, con la inquietud añadida de no poder cumplir el papel de sostén familiar que históricamente se les ha asignado”, señala.
Por otra parte, continúa, “hay una explosión de un discurso antiimpuestos que fomenta la desconfianza en cualquier forma de solidaridad”, dirigido sobre todo a esta población joven masculina que además pertenece a “las primeras generaciones criadas en el paradigma de la revolución conservadora, con todo lo que ello implica de penetración de valores individualistas y anti-Estado”.
El investigador recalca que, aunque se suele subrayar que el discurso que presenta el pago a Hacienda como “un acto inútil o que beneficia a ladrones y corruptos” se difunde sobre todo través de “canales digitales”, también “lleva varios años avanzando” en el PP, que lo vincula al pago de prostitutas, y en Vox, que difunde la idea de que el Gobierno exprime a los españoles para subsidiar a inmigrantes criminales.
Al margen de a qué se deba que los varones jóvenes tengan visiones más negativas sobre los impuestos que el resto de la población, lo que los datos demoscópicos acreditan es que esa brecha existe. Y se observa no solo en un mayor escepticismo sobre su utilidad, sino también en una actitud más tolerante ante el fraude.
Cuantía y utilidad
Los hombres de entre 18 y 24 años, de 25 a 34 y de 35 a 44 años forman los grupos que en mayor medida creen que en España se pagan “muchos“ impuestos (62,6% de porcentaje promedio de los tres grupos, frente al 48,4% del total de la población), que son “más” que los que se abonan en “otros países” europeos (53% frente a 39,5%) y que la sociedad se beneficia “poco” o incluso “nada” de ellos (63,7% frente a 58%). De las tres frases que ofrece el CIS para definir los impuestos, los tres grupos de hombres más jóvenes son los que más se inclinan por la que arrastra mayor carga negativa: que son algo que “el Estado fuerza a pagar “sin saber muy bien a cambio de qué”.
Aunque no tanto como entre los varones, los porcentajes de mujeres jóvenes con este tipo de visiones sobre los impuestos —son altos, son poco útiles— están también por encima de la media. Es decir, la brecha de género mitiga, pero no diluye del todo la brecha generacional. La fantasía de Javier Milei.
Especialmente impactante es un dato de la encuesta publicada en agosto por el Instituto de Estudios Fiscales, dependiente del Ministerio de Hacienda: más del 30% de ellos y ellas entre 18 y 39 años están de acuerdo con que “si no se pagara ningún impuesto todos viviríamos mejor”, frente a un promedio del 16,2% a partir de 40. Los microdatos por género y edad de la encuesta muestran que el porcentaje alcanza un 39,6% en el caso de los hombres de 18 a 24 años. Es decir, casi cuatro de cada 10 hombres adultos menores de 25 años están “muy” o “bastante” de acuerdo con que la sociedad sería mejor sin impuestos.
Demasiado gasto
En el envés de la moneda, la percepción de un exceso de gasto en el Estado del bienestar también es mayor entre las generaciones jóvenes. Se observa cuando el CIS pregunta por la opinión sobre la cuantía de los recursos públicos destinados a un total de 17 servicios públicos: de sanidad a educación, de transporte a dependencia, de cobertura por desempleo a investigación científica.
Esta brecha generacional se debe a una brecha de género. En más del 82% de los resultados arrojados por sus respuestas, los varones menores de 45 años ven exceso de gasto en mayor proporción que el conjunto de la población. Entre las mujeres, incluso antes de los 45, este porcentaje se queda en torno al 50%.
Un “cóctel explosivo”
Enrique Moris, inversor y divulgador sobre economía de 32 años que va camino de los 500.000 seguidores en Instagram, ve la percepción negativa de los jóvenes determinada por un “cóctel explosivo”. Uno de sus componentes es que “son la generación más jodida”, tanto en vivienda como en empleo, y no ven solución en la Administración, lo que abona el terreno —dice— para un mayor desacuerdo con cuánto recauda el Estado y cómo lo gasta.
Al segundo compuesto del “cóctel” contribuye el propio Moris, sevillano residente en Andorra que ante su masiva audiencia se ha referido a Hacienda como una “organización criminal”. La gran mayoría de influencers con gran impacto en la juventud —afirma desde dentro de ese grupo— lideran “negocios de éxito” que ganan mucho dinero, pagan muchos impuestos y, por tanto, difunden ideas antiimpuestos, que son las que calan en sus audiencias. Si hay un influencer al que “admiras” y ves que “se va a Andorra”, tu “aspiración” es que “te vaya lo suficientemente bien” como para ir allí también, razona.
Comprensión ante la trampa
Los datos más crudos son los que muestran hasta dónde llega la tolerancia ante las trampas a Hacienda entre la juventud. Ante las 14 preguntas del CIS para sondear el compromiso fiscal, hasta en 11 ocasiones los tres grupos que muestran visiones más indulgentes ante el fraude son los tres entre 18 y 44 años. El mismo número de veces, 11, el grupo más tolerante es el más joven, de 18 a 24, que es punto y aparte en eso de mostrar más manga ancha que el resto ante el engaño a la Agencia Tributaria.
De nuevo, no son lo mismo ellas que ellos. Si bien en más de la mitad de los resultados recabados entre las mujeres de los tres grupos más jóvenes, estas también muestran una actitud más tolerante ante el fraude que el total de los encuestados, son los varones los que marcan la diferencia. Un dato: hay brecha de género, con ellos mostrando actitudes menos exigentes, en todos y cada uno de los 42 resultados arrojados por los jóvenes de las generaciones hasta 45 años al responder sobre fraude fiscal. Y también en todos los resultados obtenidos, los varones de esas edades muestran una actitud más laxa ante el engaño fiscal que el conjunto de la población.
La brecha hombre-mujer llega a ser tan marcada que hay casos en que la misma generación, mientras ellos son el grupo más tolerante ante el fraude del conjunto de los encuestados, ellas quedan por debajo de la media. Así ocurre al mirar cuántos, entre 18 y 24 años, juzgan aceptable no declarar todos los ingresos en el IRPF. El pico más alto de la encuesta lo marcan los chicos de este grupo, con un 28,7% mostrándose “muy” o “bastante” tolerantes ante esta práctica. Pero no van acompañados de sus coetáneas, cuyo 8,6% se queda incluso por debajo del porcentaje en el total de encuestados, 11,3%.
La burbuja algorítmica
Autor de Polarización, sociedad y algoritmos. Una radiografía de las nuevas generaciones (Siglo XXI, 2025), el consultor político Antoni Gutiérrez-Rubí contextualiza la visión de los jóvenes sobre los impuestos y el Estado del bienestar en un humor generacional marcado la “desconfianza” hacia los gobernantes, la “frustración” por su “incapacidad de independizarse“ y el “pesimismo”. Al igual que Bartomeus, ve más expuestos al desánimo a los chicos, “habituados al relato tradicional de la figura masculina que sostiene a la familia”. Y detecta en las redes, con sus “algoritmos hiperindividualizados”, el vehículo óptimo para encerrarlos en una ”burbuja" que “exacerba” los puntos de vista sombríos. Ahí es donde reciben los mensajes de Adams, Buerbaum o Alvise.
¿Cómo combatir este fenómeno desde la política? Hay que aportar “soluciones” y “saber comunicarlas” en los canales “donde se informan y pasan su tiempo los jóvenes”, responde Gutiérrez-Rubí. Y hacerlo “con autenticidad y voluntad de escuchar”, recalca. Bartomeus se concentra en un idea: “Evitar a toda costa el paternalismo y la culpabilización. Eso los empuja aún más hacia el populismo”.