Tranvía de Jaén: un parking caótico en las vías abandonadas tras una inversión pública de 120 millones
El sistema tranviario de esta ciudad andaluza, en punto muerto desde 2011, se ha convertido en un refugio diario para centenares de vehículos que aparcan impunemente entre la inacción municipal
Nunca antes una inversión pública de 120 millones de euros había tenido un destino más inesperado como el que están teniendo en Jaén las vías del tranvía, finalizado en 2011 y desde entonces en punto muerto por la eterna pelea política entre los distintos gobiernos municipales y la Junta de Andalucía. Los más de 4,5 kilómetros del abandonado trazado tranviario...
Nunca antes una inversión pública de 120 millones de euros había tenido un destino más inesperado como el que están teniendo en Jaén las vías del tranvía, finalizado en 2011 y desde entonces en punto muerto por la eterna pelea política entre los distintos gobiernos municipales y la Junta de Andalucía. Los más de 4,5 kilómetros del abandonado trazado tranviario se convierten a diario en refugio para centenares de vehículos que aparcan de manera indiscriminada y con total impunidad ante la inacción de las autoridades locales, que asisten impasibles al caos circulatorio que provoca a diario la congestión de las vías.
“Es una práctica que quizás nunca se debió permitir”, ha reconocido el alcalde de Jaén, Agustín González (PP), sobre el abandono de una infraestructura que está especialmente saturada y descontrolada desde que él accedió a la alcaldía, en junio pasado, merced a un pacto de gobierno de los populares con Jaén Merece Más.
La Junta de Andalucía invirtió 120 millones de euros en el sistema tranviario de Jaén, algo que hizo en tiempo récord en 2011. El tranvía sólo funcionó en periodo de pruebas unos días porque se topó con la llegada de un alcalde, José Enrique Fernández de Moya (PP), que había prometido en la campaña electoral que nunca se subiría a este medio de transporte. Esa promesa se convirtió en una especie de maldición para la infraestructura, cuyos vagones permanecen desde entonces impolutos en las cocheras por la refriega política permanente entre el Ayuntamiento de Jaén y el Gobierno andaluz.
“La del tranvía es una de las muestras más vergonzosas de la dejadez y el ninguneo con Jaén, una década sin soluciones han terminado por aburrir a la ciudadanía. No es admisible que pase un solo año más con esta infraestructura parada, pedimos a los políticos el fin de este esperpento”, exclamaba en 2021 Juan Manuel Camacho, portavoz de la plataforma ciudadana Jaén Merece Más. Ahora Camacho, que es el presidente de esa plataforma convertida en partido político que sustenta al gobierno del PP, calla pese a que cada vez resulta más surrealista la situación. La congestión que provocan esos aparcamientos en pleno centro de la capital jiennense es algo que no pasa desapercibido para los visitantes y, sobre todo, indigna a los residentes locales, que ven cómo cada día se pierde más espacio para el peatón.
Y es ahora cuando el alcalde de Jaén, Agustín González, ha anunciado que el gobierno municipal trabaja en un estudio de movilidad “para intentar que los ciudadanos abandonen esta práctica”. El regidor jiennense avanza el “inminente” inicio de las obras de puesta a punto del obsoleto y dañado trazado tranviario, trabajos que la Junta de Andalucía sacó a licitación y que se han adjudicado por 3,6 millones de euros.
Estas obras, que tendrán un plazo de ejecución de seis meses, permitirán acometer la señalización ferroviaria, la revisión de energía, catenaria e instalaciones no tranviarias, así como el chequeo de la gestión técnica centralizada y de los sistemas de comunicaciones, elementos todos ellos deteriorados por el paso del tiempo. Desde la Junta de Andalucía se destaca el “giro radical” dado a este culebrón tras la llegada a la presidencia de Juanma Moreno, que “tomó la firme decisión de culminar este proyecto”. Fruto de esa sintonía política entre Ayuntamiento y Gobierno andaluz, se liquidó el convenio original y la Junta aceptó asumir las obligaciones del Consistorio acordando adelantar la financiación, la tramitación de los expedientes de puesta a punto del material móvil y la infraestructura.
De este modo, en junio de 2021, se firmó el nuevo convenio en el que la Junta de Andalucía, utilizando fondos europeos Next Generation, exime al Ayuntamiento del pago del material móvil, asumiendo la titularidad del mismo, y exime temporalmente a su vez a la Administración local de la explotación y mantenimiento del sistema tranviario y de su puesta en marcha y explotación comercial. Además, se libra a las arcas municipales de afrontar el coste total del sistema, asumiendo la Junta el 75% de la financiación y el 25% el Ayuntamiento.
Sin embargo, ya han pasado más de dos años desde ese compromiso del gobierno andaluz (Moreno Bonilla llegó a prometer su puesta en marcha en 2021 y más tarde en 2022) y el tranvía de Jaén sigue mostrando la surrealista estampa diaria, convertido en aparcamiento caótico para unos conductores sabedores de que no van a ser multados por la inacción de las autoridades locales y autonómicas.
Eso sí, consciente del bochorno que esta imagen provoca entre los que visitan Jaén, el alcalde ha apelado a la “concienciación y sensibilización” de los ciudadanos, a los que ha invitado a utilizar el transporte público. “Las ciudades están para el peatón, esa es la tendencia en todos sitios”, ha clamado González, aludiendo al autobús urbano, cuyos empleados acaban de desconvocar una huelga indefinida que habían anunciado en plenas fiestas de la ciudad por la falta de aplicación del convenio colectivo del sector.
Casi a la par del tranvía de Jaén, se pusieron en marcha los de Zaragoza o el de Málaga, que sí funcionan desde entonces sin problemas. “Quise que Jaén no fuera la última ciudad en disfrutar de un transporte ecológico y popular, dentro de un proyecto de ciudad que contemplaba peatonalizaciones, movilidad moderna y eficiente y conexiones metropolitanas. Claro que volvería a construirlo”, subraya, convencida, Carmen Peñalver, alcaldesa socialista entre 2007 y 2011 e impulsora de un proyecto que sigue en vía muerta.