Dos meses y tres días preparándose para el debate de investidura

Los partidos han invertido el tiempo transcurrido desde el 23-J en diseñar estrategias y taponar crisis internas

Alberto Núñez Feijóo y Félix Bolaños, el pasado 19 de septiembre en el Congreso.Samuel Sánchez

Los dos meses y tres días transcurridos desde las elecciones generales no han sido inútiles, a pesar del enorme ruido, los intentos vanos del partido más votado el pasado 23 de julio de conseguir apoyos para investir a su candidato y el broche de este domingo con militantes y simpatizantes del PP abarrotando la avenida Felipe II de Madrid. Estos 63 días previos al debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo han servido para marcar l...

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Los dos meses y tres días transcurridos desde las elecciones generales no han sido inútiles, a pesar del enorme ruido, los intentos vanos del partido más votado el pasado 23 de julio de conseguir apoyos para investir a su candidato y el broche de este domingo con militantes y simpatizantes del PP abarrotando la avenida Felipe II de Madrid. Estos 63 días previos al debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo han servido para marcar la actuación del PP en la oposición y para encauzar muy decididamente la negociación del PSOE con Junts y ERC.

El afán del PP por repetir elecciones si, como parece inevitable, su candidato no logra ser presidente del Gobierno, choca con la determinación de Pedro Sánchez y su equipo de que eso no ocurra. El devenir del PP, del PSOE, de Sumar y de los partidos nacionalistas se ha trazado en estas semanas: desde sus estrategias hasta posibles crisis internas.

“Haré lo que tenga que hacer. Cueste lo que cueste; me cueste lo que me cueste”. Quien dijo eso fue José Luis Rodríguez Zapatero, en julio de 2010. Este domingo, en Madrid, Alberto Núñez Feijóo utilizó la misma expresión para señalar que él no se doblegará ante los nacionalistas como da por hecho que sucederá con Sánchez si concede la amnistía, o la fórmula jurídica que pudiera acordarse, a condenados, imputados o fugados por el procés.

No solo será la amnistía —”Puigdemont a prisión”, fue el grito más coreado en la concentración madrileña—, sino que Feijóo desde hace semanas considera sellada la demanda del líder de Junts per Catalunya (JuntsxCat) de convocar un referéndum de autodeterminación.

La discreción de las negociaciones es absoluta. “Nos hemos conjurado para guardar el secreto”, reconocía en Vitoria el secretario general de Junts, Jordi Turull, invitado del PNV en el Alderdi Eguna. No hay datos. Solo las peticiones de los independentistas y los juicios de valor del PP de que Sánchez aceptará todo lo que le pidan. Nada dice el Gobierno salvo que la Constitución es su libro de cabecera en esta negociación.

El presidente del PNV Andoni Ortuzar (a la izquierda) conversa con el secretario general de Junts, Jordi Turrull (en el centro), y el diputado de Junts Eduard Pujol, durante el acto celebrado con motivo del día del PNV, este domingo en las campas del pueblo de Foronda cerca de Vitoria. Adrián Ruiz Hierro (EFE)

“Aunque me cueste la Presidencia del Gobierno, yo defenderé a España y a todos los ciudadanos, libres e iguales”, reiteró este domingo el líder popular, anticipándose a su derrota. De ahí no ha salido Feijóo a la espera de que este martes, en cumplimiento de la ortodoxia del acto, el candidato a La Moncloa exponga un proyecto completo para el país, con su vínculo completo a la UE. No hay duda de que la diatriba contra Sánchez constituirá la parte más sonora de su intervención, sobe todo, en las réplicas.

Solo esta semana de la investidura de Feijóo dejará de negociarse la investidura de Sánchez en esta realidad paralela en la que han discurrido los dos últimos meses de vida política. Mientras que los juristas del Gobierno y de Sumar, por separado, estudian los márgenes legales y constitucionales de medidas de gracia para los implicados del procés al margen de los ya indultados, cada fuerza política mira para sí misma.

Pase lo que pase, los partidos nacionales y nacionalistas tienen activado el resorte de la supervivencia. Sumar, empeñada en propiciar que vuelva a repetirse un gobierno de coalición con el PSOE, trabaja para no ser flor de un día, que su tronco resista todos los envites que puedan venir y se consolide como fuerza política relevante. La marca capitaneada por Yolanda Díaz ha celebrado este fin de semana unas jornadas de debate sobre Bienestar y derechos con el objetivo de mantener a la organización en funcionamiento con propuestas de reformas, al margen del debate sobre Cataluña. Junto la acción política, este movimiento no puede obviar las críticas de Podemos, y, ahora también, Izquierda Unida, por la escasa o nula participación que Sumar abre a ambos partidos.

En el PSOE, su larga historia les hace poseedores de un inmenso acervo en el Gobierno, en la oposición, con unidad interna y con profundas fracturas. Ahora la inmensa mayoría está con Sánchez, según reiteran, no solo en la cúpula del partido, sino en la mayoría de las federaciones. Nadie puede esperar una llamada del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ni del secretario general de Aragón, Javier Lambán, para que los diputados de sus respectivas federaciones voten no ya por Feijóo, por supuesto, sino contra la investidura de Sánchez.

No todos los veteranos se alinean con Felipe González y Alfonso Guerra, como muestran en artículos y redes sociales otros socialistas de la Transición y de los años posteriores. Son muchos, los que piden apoyo para el secretario general. En el gobierno o en la oposición, con o sin nuevas elecciones, “el PSOE seguirá en la historia de España”. Esta sentencia de un veterano dirigente territorial sintetiza los testimonios de otros muchos. Eso no quiere decir que la paz interna esté garantizada. Si hay gobierno socialista, se verá si la nave zozobra cuando empiecen a materializarse los acuerdos con los independentistas.


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