El giro sobre el Sáhara desequilibra la relación comercial de España con el Magreb
Las exportaciones a Marruecos superan los 10.000 millones, mientras las ventas a Argelia se desploman más del 90%
El Gobierno de Pedro Sánchez tomó en marzo del año pasado su decisión más arriesgada en política exterior: puso fin a 46 años de neutralidad en el conflicto del Sáhara y se alineó con Rabat al calificar su oferta de autonomía como la opción “más seria, realista y creíble” para poner fin al contencioso. El giro español respecto a su excolonia tuvo consecuencias diplomáticas fulminantes: Marruecos devolvió a Madrid ...
El Gobierno de Pedro Sánchez tomó en marzo del año pasado su decisión más arriesgada en política exterior: puso fin a 46 años de neutralidad en el conflicto del Sáhara y se alineó con Rabat al calificar su oferta de autonomía como la opción “más seria, realista y creíble” para poner fin al contencioso. El giro español respecto a su excolonia tuvo consecuencias diplomáticas fulminantes: Marruecos devolvió a Madrid a su embajadora, retirada diez meses antes, mientras que Argelia llamó a consultas a su embajador, que aún no ha regresado.
La decisión también tuvo consecuencias económicas, aunque su alcance no se pudo apreciar de manera tan inmediata. Transcurridos diez meses desde entonces, y con los datos oficiales de comercio exterior correspondientes a 2022, ya es posible evaluar hasta qué punto el cambio de posición sobre el Sáhara fue, o no, un buen negocio para España. Lo cierto, anticipando conclusiones, es que el balance presenta luces y sombras.
España y Marruecos afrontan, este miércoles y jueves en Rabat, su XII Reunión de Alto Nivel (RAN) en un momento dulce de sus relaciones y no solo políticas sino, también, económicas. España se consolida como el primer socio comercial del reino alauí, con unos intercambios comerciales de casi 19.000 millones de euros. Por vez primera, en 2022, las exportaciones españolas a Rabat han superado los 10.000 millones (10.839), lo que representa un aumento del 12,72% respecto al año anterior y del 28,2% (2.385 millones) en comparación con 2019, último año antes de la pandemia. También las importaciones procedentes de Marruecos han crecido con fuerza: de 6.962 millones en 2019 han pasado a 8.096 millones en 2022, lo que representa un incremento del 16%.
En definitiva, las exportaciones españolas a Marruecos crecieron en 2.385 millones de euros en los últimos dos años, mientras que las importaciones lo hicieron en 1.134 millones. La balanza comercial, que ya era favorable a España, se ha desequilibrado aún más: si en 2019 España exportaba un 21,4% más de los que importaba del país vecino, ahora le vende un 33,8% más.
Con Argelia se ha producido la situación inversa. El principal patrocinador del Frente Polisario, que alberga en su territorio los campamentos de refugiados saharauis, ha reducido al mínimo las importaciones procedentes de España. Si en 2019 España exportó bienes a Argelia por valor de 2.906 millones, en 2022 dicha cifra se redujo a poco más de un tercio: 1.010 millones. La caída de las exportaciones españolas al país magrebí ha sido del 65,2% en los dos últimos años. Si a los 2.385 millones que España ha vendido de más a Marruecos se le restan los 1.896 millones que ha vendido de menos a Argelia, queda todavía un saldo de 489 millones favorable para España.
La ecuación se altera si se consideran también las importaciones de productos argelinos a España, que han pasado de 3.851 millones en 2019 a 7.105 millones en 2022, lo que supone un aumento del 84,4%. A pesar de la crisis diplomática, el flujo de gas y combustible argelino a España no se ha interrumpido, pero su precio se ha disparado, de tal forma que la factura de los hidrocarburos argelinos ha pasado de 3.639 millones en 2019 a 6.694 el año pasado, un aumento de casi el 80%. Este capítulo representa, tanto entonces como ahora, más del 94% de las compras de España a Argelia.
Como resultado de la caída de las exportaciones en un 65,2% y del aumento de las importaciones en un 84%, el déficit comercial de España con Argelia se ha multiplicado: de 945 millones en 2019 ha pasado a 6.095 en 2022. Si hace dos años las exportaciones españolas a Argelia representaban el 75,4% de las importaciones, ahora solo suponen el 14,2%.
Un análisis mes a mes de las ventas españolas a Marruecos y Argelia revela hasta qué punto la situación política ha incidido en el flujo comercial. En el caso de Marruecos, las exportaciones han seguido un ritmo ascendente, con aumentos que van de un máximo del 41,6% en abril a un mínimo del 12,1% en marzo. En ese sentido, no parece que la carta que Pedro Sánchez envió a Mohamed VI el 14 de marzo supusiera un cambio de tendencia; más bien se mantuvo sin trabas el impulso al crecimiento que ya tenían las exportaciones, con los altibajos propios de las distintas épocas del año.
Muy distinta ha sido la evolución de las ventas españolas a Argelia. El año comenzó con un fuerte aumento del 51,1% en enero, que se mantuvo con oscilaciones hasta abril, cuando crecieron un 33%, para frenarse en mayo (aumento del 11,2%) y derrumbarse a partir de junio, con caídas a lo largo del segundo semestre del año de entre el 79,8% en agosto y el 93,2% en diciembre.
La evolución mes a mes de las exportaciones españolas a Argelia deja pocas dudas de que estas han sido víctimas de una represalia política. El 8 de junio, después de que Sánchez ratificara en el Congreso el cambio de posición sobre el Sáhara, Argelia suspendió su tratado de amistad con España y la Asociación de Banca y Establecimientos Financieros (Abef), un organismo del Estado, distribuyó una circular que congelaba las domiciliaciones bancarias de los pagos de operaciones con España.
Aunque Argelia dijo luego que la circular se había retirado, quizá para evitar represalias de la UE, los datos oficiales confirman que se mantiene el cerrojazo a los productos españoles. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, viajó entonces a Bruselas para reunirse el comisario de Comercio, Valdis Dombrovskis, y la Comisión Europea amenazó con denunciar a Argelia por violar el tratado de asociación con la UE. Hasta ahora no lo ha hecho.