La lucha de poder en el Gobierno se agudiza por las leyes de igualdad
Se eleva al máximo la tensión tras la negativa de Unidas Podemos a apoyar la ‘ley Zerolo’
Las tensiones internas en la coalición de Gobierno se recrudecen y ya no tienen siquiera la excusa de la campaña electoral de las catalanas. Esta vez no son las pensiones, ni los alquileres, ni el salario mínimo, que siguen provocando diferencias, sino las leyes clave del Ministerio de Igualdad, un asunto muy sensible, que han provocado ...
Las tensiones internas en la coalición de Gobierno se recrudecen y ya no tienen siquiera la excusa de la campaña electoral de las catalanas. Esta vez no son las pensiones, ni los alquileres, ni el salario mínimo, que siguen provocando diferencias, sino las leyes clave del Ministerio de Igualdad, un asunto muy sensible, que han provocado la primera gran votación dividida de los socios y una herida profunda que no deja de sangrar. Unidas Podemos exige al PSOE que le deje dirigir la política de Igualdad y los socialistas consideran que el grupo de Pablo Iglesias ha cruzado todas las líneas al moverse con otros, como ERC, para intentar tumbar la ley Zerolo.
Igualdad puede parecer un ministerio menor, porque históricamente no tuvo mucha relevancia. En el último Gobierno de Pedro Sánchez antes de la coalición estaba dentro de la vicepresidencia de Carmen Calvo. Pero en la historia de las negociaciones PSOE-Unidas Podemos tiene una importancia decisiva. El último mensaje que se enviaron Carmen Calvo y Pablo Echenique en la negociación fallida de julio de 2019, que derivó en la repetición electoral, fue de la vicepresidenta al negociador de Podemos: “Pablo, ¿con Igualdad tampoco os vale?”. No tuvo respuesta porque lo mandó por WhatsApp y Echenique, más pendiente del Telegram, tardó en verlo. Y cuando lo hizo ya estaba todo roto. Pero es la prueba de que el PSOE se resistió hasta el final antes de entregarlo.
Finalmente, Pedro Sánchez cedió Igualdad, e Irene Montero se convirtió en ministra. Y precisamente la primera gran pelea de la coalición llegó en febrero del año pasado, a cuenta de la ley de libertad sexual, la llamada del “solo sí es sí”. Un año después, y con esa norma bloqueada desde entonces entre informes del Poder Judicial y discusiones internas, la primera ruptura entre el PSOE y Unidas Podemos en una votación importante en el Congreso, al margen de sus discrepancias habituales en asuntos relacionados con la Monarquía, ha llegado con otra ley de igualdad, la llamada ley Zerolo, presentada por el PSOE sin acuerdo con Unidas Podemos, que intenta hacer valer su control sobre esa área de gestión.
En el grupo de Iglesias señalan que los socialistas, que tienen prácticamente todos los departamentos relevantes del Gobierno, deberían al menos dejarles dirigir la política en los cinco que gestionan ellos. Los socialistas, por el contrario, consideran una auténtica traición que Unidas Podemos mantuviera el martes contactos con casi todos los grupos, incluido el PP, para sondearles e incluso presionarles, según la versión del PSOE, a fin de que votaran contra la admisión a trámite de la ley Zerolo y así poder tumbarla. Unidas Podemos se abstuvo, pero la ley pasó con comodidad porque también el PP lo hizo. ERC, que se vio en medio de un fuego cruzado entre el PSOE y Unidas Podemos, decidió apoyar a los socialistas y votar sí.
En Unidas Podemos señalan que solo hablaron con los portavoces de otros grupos como se hace habitualmente para sondear, pero no para tumbar la ley. Lo cierto es que esta votación, sumada a los problemas que está teniendo la ley trans, otra medida estrella del ministerio de Irene Montero, cuestionada por una parte de los socialistas, ha provocado una enorme tensión interna. Y, pese a todo, las fuentes consultadas insisten en que la ruptura de la coalición sigue sin estar ni de lejos encima de la mesa, porque no le interesa a nadie. Y menos ahora que la oposición ha quedado muy debilitada tras las elecciones catalanas y al Gobierno confía en una tregua de hasta dos años sin elecciones en los que puede diseñar con calma una estrategia a largo plazo para ejecutar el Presupuesto recién aprobado y sobre todo gastar el descomunal fondo europeo de hasta 72.000 millones.
Pero, al mismo tiempo, nada indica que la tensión vaya a bajar. Al contrario. Cada vez que ha habido cuestiones sensibles y se ha llegado al bloqueo, se ha resuelto con una reunión entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Fuentes del Gobierno señalan que esta vez, probablemente la próxima semana, ya pasada la resaca de las catalanas, los líderes se verán o hablarán con calma para intentar reconducir la coalición. Pero las cuestiones de Igualdad las tratan entre la vicepresidenta, Carmen Calvo, e Irene Montero, y ahí no parece que la negociación fluya.
Este jueves habrá una nueva votación delicada: una proposición no de ley que ha promovido Unidas Podemos para instar al Gobierno a reformar la ley del aborto vigente, del PSOE, “para que recoja la violencia obstétrica, la explotación reproductiva, la esterilización forzosa y el aborto forzado como formas de violencia contra las mujeres; así como la eliminación del periodo de reflexión”.
A los socialistas no les gusta esta iniciativa y han presentado una enmienda. Unidas Podemos no la acepta. El PSOE podría vengarse de la votación del martes rechazando la iniciativa de Unidas Podemos, pero todo indica que la pelea no llegará tan lejos y la iniciativa logrará pasar. La diferencia es que con sus 35 escaños, una abstención de Unidas Podemos puede no ser definitiva, como se vio el martes, mientras que una de los 120 del PSOE sí puede tumbar iniciativas de los morados.
No será esta vez, pero los socialistas creen que se ha “abierto la veda” de votar contra los socios de coalición con la decisión de Unidas Podemos del martes, y es probable que se repita la tensión. Mientras en Unidas Podemos insisten en que la ley trans es básica para ellos y alegan que además es uno de los compromisos del programa de coalición, por lo que anuncian que, si el PSOE se resiste a aprobarlas, habrá serias consecuencias en el funcionamiento del Ejecutivo.
El PSOE se siente muy reforzado después de las elecciones catalanas, y ha decidido que no va a dejar pasar sin más las tensiones con Unidas Podemos. Pero Iglesias también ha visto, según el análisis instalado en su grupo, que el PSC no le ha quitado votos, porque prácticamente todo lo que ha crecido ha sido a costa de Ciudadanos. Y ese resultado anima al socio pequeño a seguir peleando por su espacio para no ser devorado por el grande. Y al grande a no dejar pasar ni una.
Todo indica que la tensión crecerá ahora que vienen grandes cuestiones económicas: alquileres, pensiones, reforma laboral, ayudas directas o reparto de los fondos europeo. Una convivencia cada más difícil, aunque nadie esté dispuesto a romper.