Los nuevos hoteles de Ibiza no parecen de Ibiza
Visitamos varios establecimientos que se salen de las ideas tradicionalmente asociadas a la isla. Espacios que rememoran moteles californianos, fantasías art déco al estilo Ocean Drive o recuerdos de la costa Amalfitana y la ‘dolce vita’.
Diego Calvo (Ibiza, 44 años) se encarga personalmente de recoger al equipo de este reportaje. A bordo de su Mustang clásico descapotable, su tupé, gafas de sol, camisa hawaiana y sonrisa desarmante le hacen destacar de manera instantánea. Esa capacidad de seducción, esa atención al detalle y esa personalidad son rasgos que ayudan a entender el que es el proyecto de su vida, Concept Hotel Group.
La empresa hotelera de la que es CEO y rostro visible arrancó en 2012 con el hotel Santos en la playa d’en Bossa junto a su amigo Tally...
Diego Calvo (Ibiza, 44 años) se encarga personalmente de recoger al equipo de este reportaje. A bordo de su Mustang clásico descapotable, su tupé, gafas de sol, camisa hawaiana y sonrisa desarmante le hacen destacar de manera instantánea. Esa capacidad de seducción, esa atención al detalle y esa personalidad son rasgos que ayudan a entender el que es el proyecto de su vida, Concept Hotel Group.
La empresa hotelera de la que es CEO y rostro visible arrancó en 2012 con el hotel Santos en la playa d’en Bossa junto a su amigo Tallyn Planells, exgerente de la discoteca Privilege. Tras 12 años y 8 hoteles, ha asentado una manera de entender el negocio hoy absolutamente asentada en la isla.
Calvo, con una larga trayectoria en el sector, ya sabía lo que era triunfar nadando a contracorriente cuando empezó a organizar las fiestas Rock Nights en 2005 en la isla de la música electrónica. “El mundo hotelero en Ibiza es similar, todo muy estándar”, cuenta. “Yo me considero un chico del Mediterráneo, pero al final queremos diferenciarnos, generar espacios que sean distintos”.
Para conseguirlo, ha apostado por crear un universo alrededor de sus pasiones: la música, el diseño, la moda y el cine, con sentidos homenajes estéticos y conceptuales a lo mejor de los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado en esos ámbitos. Calvo ha creado, para ello, sus propios códigos. No quiere, por ejemplo, oír hablar de hoteles tematizados, ya que el concepto de cada uno de sus establecimientos no recrea, sino que vive una propuesta estética y experiencial (“se trata de que el cliente entre dentro de una película de la que también se sienta protagonista”, apunta), con el Chateau Marmont de Los Ángeles o La Mamounia de Marraquech como referentes. Tampoco le gusta especialmente hablar de lujo, y sí de confort. “Que te puedas sentar en una buena butaca, en un buen taburete… trabajamos mucho el detalle y las referencias y rediseñamos las piezas a nuestra manera para que sean auténticas”, subraya.
Así, en una bahía de San Antonio tradicionalmente poblada por establecimientos hosteleros al gusto del turismo británico, Romeo’s evoca a un love hotel de la Ruta 66 a partir de un arsenal de detalles. En la propia entrada espera aparcada la limusina que utilizaba Sylvester Stallone en sus estancias en España. Cruzando la puerta aguardan una zona común con mesas y sillones estilo diner, una piscina exterior coronada por un jacuzzi en forma de corazón, una capilla estilo Las Vegas en la que ya se han oficiado más de 40 bodas o un speakeasy oculto con su propia barra para pole dance. Las habitaciones, dedicadas a diferentes paradas de la Ruta 66, cuentan con neones, espejo en el techo de la cama o teléfonos analógicos, además de los altavoces Marshall y las neveras Smeg con que se equipa a todos los hoteles del grupo.
A pocos metros, Paradiso es un homenaje art déco al Ocean Drive de Miami que incluye una galería de arte y una habitación con paredes de metacrilato situada al lado de la recepción que, previa reserva, cualquiera puede disfrutar durante una noche de manera gratuita. El triángulo lo cierra Grand Paradiso, con habitaciones dedicadas a David Lynch o Pedro Almodóvar, una coqueta minisala de cine que programa películas todas las noches y un Cadillac transformado en jacuzzi al lado de la piscina en un hotel en el que se respira a Wes Anderson.
Al otro lado de la bahía, Cubanito recibe al visitante con ecos de La Habana de los años cincuenta y un Cadillac que perteneció a Roy Orbison aparcado en la puerta. En la playa d’en Bossa, Dorado y Tropicana convierten en hoteles boutique la pasión por el rock y el espíritu del Miami más playero y colorista. Sube la apuesta —por el momento— Mongibello, primera marca escalable del grupo, que ha transformado el vetusto Palladium Don Carlos de Santa Eulalia en una fantasía italiana. Con un Alfa Romeo Spider en la entrada, al lado de una fuente coronada por una enorme testa di moro siciliana, el hotel homenajea al mismo tiempo a la costa amalfitana, a la dolce vita y a los principales iconos socioculturales de lo que es Ibiza hoy en día. Los próximos pasos son la inauguración de Los Felices este verano, la reubicación del Santos y la llegada del Acapulco en 2026.
En los brazos de Calvo conviven tatuajes con los nombres de sus hoteles y referencias a Loquillo o la película Amor a quemarropa. En una pared de las oficinas del grupo, vivo reflejo de su comandante, da la bienvenida una barra de coctelería de aspecto vintage que hace las veces de recepción. Su despacho está atiborrado de vinilos, libros y fotos, y en una sala de reuniones cuelgan discos de platino conmemorando cada una de las aperturas de un hotel del grupo. Todo es pasión y rock and roll.
En el recorrido por sus dominios, revisa hasta el más mínimo detalle de los establecimientos en cada visita al tiempo que saluda a personal, clientes y amigos, y explica profusamente la decisión detrás de cada elemento. No puede evitar esbozar una sonrisa cuando enseña las habitaciones, habla del mobiliario que han encargado producir en exclusiva o se enorgullece que cada hotel tenga un diseño exclusivo de parasoles y donut flotador en su piscina.
Para Calvo sus hoteles y su vida se entremezclan en un universo en el que son tan rockstars los Rolling Stones y Quentin Tarantino como el exfundador de Studio 54 y creador del concepto de hotel boutique Ian Schrager, o Tony Pike, alma del legendario hotel Pikes, un santuario ibicenco de 26 habitaciones y refugio durante los años ochenta y noventa de estrellas como Freddie Mercury, George Michael o Kylie Minogue.
Sobre el Pikes, que frecuentó de niño con su familia, recuerda: “Me gustaba mucho que fuera un hotel donde el objetivo era que la gente se lo pasara bien, no simplemente para dormir. El ocio y el socializar me ha atraído. Me gusta que los hoteles sean puntos de encuentro donde ocurran cosas”. Es por ello por lo que se esfuerza por que en sus establecimientos siempre pase algo: clases de salsa o de pole dance, conciertos, exposiciones, charlas o proyecciones de películas. Su visión de esa otra Ibiza posible la persigue a través de un pasaporte que permite a los clientes de un hotel del grupo disfrutar de las instalaciones y actividades de cualquiera de los otros, o de entregar a los recién llegados un mapa con una guía que incluye recomendaciones fuera de sus establecimientos.
El CEO de Concept Hotel Group destaca que su primer hotel se llamó Santos “porque en Ibiza los pueblos tienen nombres del santoral. Generamos una historia en la que las habitaciones llevaban nombres de personajes de la música que hubiesen tenido relación con Ibiza como Nico, de The Velvet Underground, y dar a conocer esas historias que no todo el mundo conoce”. Ese afán por buscar historias y crear otras nuevas se ha convertido en seña de identidad del grupo a lo largo de todas y cada una de sus inauguraciones, tanto a través de campañas audiovisuales o Stories, revista de estilo de vida que edita la cadena, como de los propios hoteles y sus instalaciones. Para ello, ha resultado imprescindible que Calvo cuente con un equipo de colaboradores que va más allá de lo estrictamente profesional.
“La idea de origen la meto yo en el horno, el ‘qué vamos a hacer’, a través de un briefing book con conceptos, ideas y referencias que cocino yo en solitario”, cuenta. Luego, añade, se sienta con distintas partes de lo que él define como “el equipo”: los interioristas, que son Andrea Spada y Michele Corbani de Ilmiodesign; el artista y diseñador Marcos Torres, que genera todo lo que es el manual de identidad corporativa, el logo y los soportes necesarios; la periodista Laura Martínez, que pone sobre papel todo el storytelling “de una manera ordenada, con sentido e investigando, haciendo un trabajo periodístico sobre lo que estamos haciendo para darle un sentido al concepto”, y Socis Club, la agencia de comunicación de Carlos Tolsa y Gerard Elías, que genera toda la parte de comunicación digital.
Esta obsesión por el carisma en lo estético y lo narrativo ha atraído tanto a marcas de moda (Loewe, Armani, Versace con Dua Lipa), revistas de tendencias y formatos audiovisuales de todo tipo (incluido el videoclip de The Rolling Stones para su canción Criss Cross) para utilizar espacios de alguno de los hoteles en sus producciones. Más allá de ser carburante de primera calidad para Instagram, la plasticidad de Romeo’s o Cubanito han hecho que el grupo hotelero cuente con una persona encargada únicamente de gestionar sesiones de fotos y rodajes, que suponen un activo más que interesante en su resumen anual de cuentas.
“De lo que más orgulloso estoy es de poder disfrutar de un negocio rentable que me apasiona, de poder haber construido lugares de los que no cambiaría prácticamente nada y de poder disfrutar de ello”, se sincera Diego Calvo, mientras desglosa por qué ha elegido cada una de las fotos que decoran uno de sus hoteles, y confiesa que en su propia casa, Villa Carmelita, llamada así como homenaje a la residencia que tenían Sonny y Cher en Palm Springs, tiene un poco de cada hotel. Algo que tiene todo el sentido cuando cada uno de sus ocho hoteles es también un poco su hogar.