Reconectar con las raíces
Frente a la homogeneidad que impone la globalización, la arquitectura y el interiorismo vernáculos reivindican los materiales locales, la identidad autóctona y los modelos constructivos clásicos, que tienen en cuenta la cultura y el clima de los lugares donde surgen
La arquitectura vernácula se manifiesta en cada territorio de una manera, en función del clima y de los materiales disponibles en el lugar. Un modo de construir perfeccionado durante siglos que, “si ha llegado hasta nuestros días, es precisamente porque encierra una gran sabiduría y sentido común constructivo”, explica Paco Oria, cuyo estudio acaba de ser galardonado por el Colegio de Arquitectos de Valencia por su proyecto Casa Chari. Poner en valor este legado, preservando sus cualidades y mejorando sus carencias desde una perspectiva contemporánea, es el objetivo de esta tendencia.
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La arquitectura vernácula se manifiesta en cada territorio de una manera, en función del clima y de los materiales disponibles en el lugar. Un modo de construir perfeccionado durante siglos que, “si ha llegado hasta nuestros días, es precisamente porque encierra una gran sabiduría y sentido común constructivo”, explica Paco Oria, cuyo estudio acaba de ser galardonado por el Colegio de Arquitectos de Valencia por su proyecto Casa Chari. Poner en valor este legado, preservando sus cualidades y mejorando sus carencias desde una perspectiva contemporánea, es el objetivo de esta tendencia.
A estos principios se suma una mayor sensibilidad hacia el lenguaje constructivo propio de un lugar frente a las tendencias globales. Por eso, algunas propuestas son prácticamente un manifiesto sobre cómo intervenir en un contexto determinado, respetando la identidad de la zona al tiempo que se formulan espacios que satisfacen los estilos de vida modernos. Proyectos que ponen de relieve la capacidad transformadora de una arquitectura honesta y comprometida.
Las motivaciones medioambientales y sostenibles también están presentes. Cosas tan básicas como una estudiada orientación y ventilación, que permitan una mejor protección o aprovechamiento del clima, eran planteamientos capitales de la arquitectura vernácula a los que urge volver hoy para minimizar el consumo energético. Y en lugar de optar por materiales que vienen de la otra punta del mundo, se explora los que da el entorno. Más cercanos y abundantes y, en consecuencia, más baratos.
Dejando a un lado su carácter romántico, resulta, además, que este tipo de proyectos suelen ser más económicos. La razón: se interviene sobre una construcción ya existente, pero degradada, o bien en una población pequeña o área rural, lo que hace que los precios de partida suelan ser más accesibles. También la cercanía y abundancia de ciertos materiales locales favorece trabajar con constructores de la zona, combinación que reduce costes.
Una alfombra de espigas. Ikigai. Lorna de Santos
La tendencia vernácula se resistía a traspasar los muros del contenedor al contenido, es decir, de la arquitectura a los interiores, dominados por la fiebre del estilo escandinavo, en las antípodas de la identidad española. Quizá como reacción a la globalización, pero también por la austeridad y reconexión con el entorno a la que nos ha forzado la pandemia, la tendencia más relevante en interiorismo este año ha sido precisamente el giro hacia lo vernáculo: a interiores más sobrios, con más materiales y fibras naturales, y a acabados constructivos artesanales, menos perfectos y más humanos. Difícilmente puede ser casualidad que en la edición de este año de la feria Casa Decor hubiera al menos ocho propuestas que de una forma u otra homenajeaban al modo de construir tradicional.
El espacio de la arquitecta Lorna de Santos fue uno de los que mejor transmitían este espíritu, con sus redondeadas superficies acabadas a mano, sutilmente irregulares en el color, con materiales naturales como protagonistas del mobiliario y de su atrezo, a base de madera y espigas. Bautizó a su propuesta con el nombre de Ikigai, un término japonés que invita a encontrar la razón por la que vivimos. Según este concepto, conocer la motivación y el propósito en la vida lleva a poder disfrutar de esta de un modo pleno. Un viaje hacia el interior que conecta con las raíces y el entorno, y ayuda a reflexionar sobre nuestra forma de vivir, que, en definitiva, es la aspiración de la arquitectura y los espacios contemporáneos de inspiración vernácula.
Casa Calixto. Granada. GRX Arquitectos
Esta vivienda contemporánea está situada en el ensanche de Puebla de Don Fadrique (Granada). Su ubicación es clave para entender qué tiene de especial, pues no se encuentra en un casco urbano o terreno rústico donde suelen darse construcciones de este tipo, sino rodeada de chalets adosados de construcción reciente. “La idea era utilizar un modelo que activara la sensibilidad local por la construcción vernácula. Tenía, casi podríamos decir, un valor didáctico, para que la gente del pueblo reflexionara un poco sobre el entorno urbanístico y que se iniciara un debate”, cuenta Carlos Gor, uno de los tres hermanos que integran el estudio de arquitectura granadino GRX.
La estructura de la casa se realizó en hormigón y fue revestida, incluido el tejado, con una segunda piel a base de mampostería de piedra caliza local procedente de una cantera cercana, que no sirve para un uso estructural. La inspiración parte de los muros de piedra que organizan el territorio agrícola de la zona. La propia naturaleza del material obligó a una construcción manual, una técnica que también se trasladó al interior de la vivienda buscando un resultado orgánico, imperfecto y artesanal, y llevado a cabo con constructores de la zona.
Casa Chari. Alicante. Diseño de Paco Oria Estudio
Hasta su rehabilitación, esta vivienda había sido una construcción agrícola. Constaba de vivienda y cobertizo, que funcionaba como carpintería donde antiguamente se elaboraban toneles para la uva moscatel de la zona, en Gata de Gorgos (Alicante). La vieja maquinaria lo delataba, y la propietaria y el arquitecto Paco Oria decidieron ponerse en contacto con el arqueólogo municipal de Dénia, Josep Antoni Gisbert, para donarla al Museo Etnográfico de la ciudad. Descubrieron que la casa conservaba vestigios de las construcciones autóctonos de 1880, con sus bancales, corrales y un singular aljibe. Teniendo en cuenta el legado arquitectónico que encerraba, así como su entorno rústico, el estudio Paco Oria planteó una rehabilitación que restituyera y pusiera en valor esa herencia.
La rehabilitación trató de llevarse a cabo con la máxima sencillez y mesura, a pesar de que hubo que rehacer casi todo, excepto los muros de piedra, que se encontraban en relativo buen estado. Se fue completando su altura (hasta una más ajustada a los estándares actuales) y dotando de una nueva cubierta a ambas construcciones.
La casa principal mantuvo sus funciones originales, mientras que el cobertizo pasó a ser un espacio de uso polivalente. Se utilizaron materiales y recursos propios de la arquitectura vernácula: teja en cubiertas, madera en carpinterías, revestimientos de cal y cerámica y acabados a mano. El proyecto acaba de ser reconocido con un premio a la mejor intervención en edificios existentes por el Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunidad Valenciana.
Las Tres Marías. Tarragona. Bajet Giramé + Burckhardt
El punto de partida de este proyecto riza el rizo. No se trata ni de una rehabilitación ni de una vivienda de nueva construcción que busca conectar con un entorno, sino la reforma de una segunda residencia de vacaciones en una urbanización de Mont-roig del Camp (Tarragona), construida para los extranjeros que en los años sesenta llegaban a España en busca del sol. “Era como una caricatura de nuestra arquitectura vernácula mediterránea. Por fuera toda blanca y con un porche, pero por dentro como un piso superfuncional de ciudad, que, además, carecía totalmente de conexión con el exterior”, recuerdan los arquitectos Pau Bajet y Maria Giramé.
El primer fallo que debían resolver era la ausencia de luz y ventilación, por lo que eliminaron los ventanucos y abrieron grandes vanos en múltiples zonas de la casa. Así, el área de la cocina y el salón que conecta con el porche ahora es acristalada, y el resto de estancias han pasado a tener grandes aberturas con forma de arco que, además, permiten salir a las zonas ajardinadas traseras y laterales. Sus celosías metálicas en color arena funcionan no solo como filtros solares, sino también como porticón, para dormir con las ventanas abiertas con seguridad. La posición de las nuevas aberturas se hizo meticulosamente también para establecer deliberadas conexiones visuales entre las diferentes áreas, tocando sutilmente para ello las particiones interiores.
También se sustituyeron ciertos materiales por pavimentos y revestimientos de terracota y elementos en terrazo.
¿Y quiénes son Las Tres Marías? Son tres jóvenes hermanas suizas cuya familia veranea desde siempre en esta urbanización. Entre las tres compraron esta vivienda, que comparten como casa de vacaciones.