Narcís Rebollo, el señor de la música
El presidente de Universal Music para España y Portugal, maneja las carreras de Alejandro Sanz o David Bisbal. Antes fue fundador de Vale Music y figura clave en el éxito de ‘Operación Triunfo’. Entramos en su universo, a medio camino entre el coleccionista musical y el gurú de las listas de éxitos.
En una nave de un polígono industrial del norte de Madrid hay guardados objetos que forman parte de la historia de la música. Guitarras de Eric Clapton, Prince, Kurt Cobain o Paul McCartney se alinean junto a otras de Alejandro Sanz y Manuel Carrasco. Una esquina la preside un piano de Pablo López, pero lo que más destaca en la estancia son dos coches: un Rolls personalizado que fue de Gilbert Bécaud y un Ferrari idéntico al que utilizó Madonna para grabar el vídeo de Material Girl. Son algunas de las piezas de culto que atesora ...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
En una nave de un polígono industrial del norte de Madrid hay guardados objetos que forman parte de la historia de la música. Guitarras de Eric Clapton, Prince, Kurt Cobain o Paul McCartney se alinean junto a otras de Alejandro Sanz y Manuel Carrasco. Una esquina la preside un piano de Pablo López, pero lo que más destaca en la estancia son dos coches: un Rolls personalizado que fue de Gilbert Bécaud y un Ferrari idéntico al que utilizó Madonna para grabar el vídeo de Material Girl. Son algunas de las piezas de culto que atesora Narcís Rebollo tras una larga y exitosa carrera en la industria de la música que le ha colocado desde hace casi una década como presidente de Universal Music para España y Portugal, aunque también se ocupa de muchos artistas en Latinoamérica. Hasta hace unos años, cuando su carrera todavía no había despegado, J Balvin dormía en su casa.
También fue Rebollo quien junto a Juanes lanzó al estrellato a Rosalía. La descubrieron una noche en Madrid en la que la catalana se arrancó a cantar el Aleluya en una reunión de amigos. “Estuvimos año y medio con ella, luego voló a EE UU, aunque tenemos sus derechos autorales. Aquí no podíamos darle lo que quería”, recuerda. A este santuario del gurú de Universal pocos tienen acceso. Teme que alguien le pueda tachar de vanidoso. Admite, eso sí, que son los caprichos de un coleccionista que sigue trabajando aunque podría bien vivir de las rentas, ya que la venta de Vale Music —la compañía discográfica que estuvo detrás del éxito de Operación Triunfo— se lo permite. De ese espacio casi secreto, oculto tras una impersonal puerta de hierro pintada en color naranja, disfrutan con asiduidad Alejandro Sanz, Antonio Orozco, Pablo López, David Bisbal o Manuel Carrasco, que celebran allí interminables noches de música solo para ellos.
En la estancia, Rebollo recibe con un tema de fondo: se trata de unas maquetas que acaban de llegar del que será el nuevo disco de Amaia. “Queremos que salga en septiembre. Es una artista-artista. Compone, toca varios instrumentos y prefiere ser fiel a sí misma que hacer concesiones para triunfar”, cuenta.
La historia de Rebollo comenzó con otra colección: una de vinilos que inició siendo un chaval mientras vivía en Figueres (Girona) y que ahora suma más de 16.000 piezas. A punto de cumplir los 50 años, es un hombre poderoso que no responde al arquetipo. Difícilmente se desprende de los vaqueros y las zapatillas de deporte, y en el trato se muestra tímido y afable. Solo hace falta pasar unas horas a su lado para comprobar su poder. Rehúye la fama, aunque hubo un tiempo en el que esta le acompañó. Fue cuando participó en la creación del programa de televisión Operación Triunfo, un formato que cambió su vida y también supuso un punto de inflexión en el panorama musical español. Ni su relación sentimental con Eugenia Martínez de Irujo, la hija pequeña de la desaparecida duquesa de Alba, le ha hecho cambiar de hábitos. Ella entra en los actos por la puerta principal, él discretamente poco después.
No sabe tocar la guitarra ni el piano. Hubo un tiempo en el que probó como batería en un grupo que se movía entre el punk y el heavy. No triunfó como músico a pesar de ser famoso por convertir en oro todo lo que toca. Esa primera experiencia le sirvió para tener un programa musical en una radio modesta junto su hermano e iniciar la sucesión de pasos que han ido conformando su historia. El siguiente le llegó a través de una novia que le ofreció trabajar en Divucsa, una compañía que se encargaba de la promoción de los artistas de la época. “Acompañaba a Luis Aguilé, Salomé, Betty Missiego, Karina…”, recuerda con una amplia sonrisa. De ahí saltó a la discográfica BMG, donde trabajó con Antonio Flores, Kiko Veneno y Nirvana, uno de sus grupos favoritos. Luego pasó a Max Music, fundada por Miguel Degá y Ricardo Campoy. Juntos crearon marcas como Ibiza Mix, Caribe Mix o Máquina Total que convirtieron su discográfica en una de las más potentes de Europa.
Fue en 1997 cuando Rebollo y Campoy lanzaron su propio sello, Vale Music, que tiempo después estableció una relación con la productora Gestmusic de los hermanos Mainat y Toni Cruz, miembros de La Trinca. “Era la época de Crónicas marcianas y comenzamos a colaborar con ellos difundiendo en el programa temas musicales que se convertían rápidamente en éxitos”, recuerda Josep Maria Mainat. “Cuando pensamos en Operación Triunfo nos decidimos por ellos. Entonces Narcís estaba asociado a Ricardo Campoy. Muchos nos advirtieron de que tenían una compañía pequeña, pero lo que queríamos era gente que se dejara la piel y lo hicieron. Al final las compañías grandes terminaron trabajando para ellos”. Han pasado 20 años. “El secreto de Narcís está en que es decidido y audaz. Tiene una gran visión comercial. Siempre piensa más allá”, añade Mainat.
Rebollo, cuando ejerce de presidente de Universal, lo hace desde un despacho en el que ocupa un lugar destacado una guitarra dedicada por Paco de Lucía. También hay muchos cuadros, porque colecciona arte. Tiene obras de Banksy, Obey, Keith Haring y Basquiat. En la estancia hay otras de artistas inesperados. Apoyada en el suelo reposa una que firman Alejandro Sanz y Domingo Zapata, y colgando de la pared, una enorme de David Bisbal. “Está hecho con acrílico y resina, que es una técnica que me gusta”, desvela el cantante. “Con Narcís estamos pensando en un futuro hacer una exposición con carácter benéfico o algo así”. Conoce a Rebollo desde OT. “Siempre apostó por mí y siempre he confiado en él. Lo hice cuando al acabar el programa me fui a Latinoamérica por consejo suyo a iniciar una carrera en paralelo a la de aquí. También lo hice otras muchas veces, como cuando me animó a dar un concierto en Londres, en el Royal Albert Hall. Fue un éxito”, recuerda Bisbal.
Rebollo conoce a sus artistas en la intimidad y establece con ellos relaciones más allá de lo puramente profesional. Se conecta todos los miércoles por videollamada con Bisbal. “Su secreto es que nos da calma a todos, jamás se alarma y es un gran negociante. En una época fue también mi manager. En esas llamadas hablamos del futuro. Siempre piensa a largo plazo”. En esas rondas de contactos, se interesa por María Jiménez, habla con Pablo López de sus conciertos en Madrid y también de la reciente visita que ha hecho a un médico para que le marque pautas para lograr un óptimo estado. Estar sobre un escenario exige buena forma. “Bueno, otra cosa es que le haga caso en todo”, dice López, a quien le gusta la vida bohemia. Rebollo le visita en el camerino del Teatro Rialto de Madrid mientras calienta la voz y se acompaña al piano. La estancia está en penumbra, ambientada por unas velas olorosas.
Viendo trabajar a Rebollo, todo parece sencillo. Habla lo justo de sus artistas. Guarda sus secretos más íntimos. “Pablo López”, cuenta, “ha renunciado a parte de su caché para poder actuar pese a la pandemia. Es el único artista que no pide un adelanto cuando firma un contrato”. “Es que no quiero deber favores”, responde el cantante al oír a su jefe, en quien ve a un “cómplice” para manejar su carrera como quiere. Tanto es así que le dedica el primero de los cinco conciertos de Madrid.
El jefe está pendiente estos días también de David Bustamante y su última aventura en MasterChef, donde busca el éxito que la música parece estar negándole últimamente. Por la noche firma un contrato con Antonio José y se ha comprometido a asistir a una sesión de flamenco. Pero antes almorzará con Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, con el que prepara varios proyectos. “Es un visionario que va a hacer cosas muy grandes para el club”. A pesar de esta relación, Rebollo reconoce que lo suyo es el ajedrez.
Estudió Psicología, aunque no acabó la carrera, que abandonó en el tercer curso, pero lo que aprendió le ha servido para manejarse en un mundo de egos como es el de los artistas. “Siempre piensa en grande y tiene la capacidad de ver negocio en cualquier sitio”, dice de él Toni Sánchez, director de Los 40 Principales. “Mantiene una gran proximidad con los artistas, les entiende. Él es un poco artista en eso. Sabe las necesidades que tienen. También es un gran hombre de negocios. Vio, por ejemplo, la necesidad de reinventarse cuando comenzó a descender la venta de discos y convirtió su compañía en una empresa 360 que maneja la carrera completa de muchos artistas para así compensar los ingresos que se han perdido. También posee una gran capacidad para sacar el máximo de algunos cantantes. Es el caso, por ejemplo, de Aitana y Lola Índigo. Pero quizá lo más sorprendente es lo que hizo con Pablo López, que pasó por Operación Triunfo sin éxito y ahora es uno de los grandes”.
Rebollo divide a los cantantes de éxito en dos categorías: los que lanzan uno o dos temas cada poco tiempo y arrasan en el número de descargas, y los que trabajan de forma más pausada. Y pone dos ejemplos contrapuestos: J Balvin y Alejandro Sanz. “En la generación Z, el consumo es más rápido. Ganan más dinero con los ingresos digitales y la moda. Es el caso de J Balvin, número uno del mundo latino y quinto en el consumo de música”, explica. En el extremo opuesto está Alejandro Sanz: “Él arrasa en los conciertos. Somos socios de su gira”. Universal apuesta por ser una compañía diferente que puede llevar a sus representados de manera global. “Moda, deporte y música son las tres patas sobre las que gira el entretenimiento. Lo que nos diferencia es que hemos creado la oficina de management, donde llevamos a 35 artistas, y también tenemos una división que hace moda, que luego vendemos, por ejemplo, a Inditex o a Mango. Los artistas hoy son canales de comunicación, y más en el mundo de la música urbana, donde generan su propio estilo”. Esta multinacional maneja la carrera de unos 200 artistas directamente y a nivel internacional de unos 50.000, desde Paul McCartney hasta Taylor Swift. En el mundo del flamenco lo controlan todo.
Alejandro Sanz comparte con Rebollo su olfato para descubrir talentos, aunque ahora está más concentrado en el próximo disco que graba estas semanas con Alfonso Pérez y Javier Limón. Cuando estalló la pandemia, tuvo que aplazar su gira, que entonces pospuso para el verano de 2021. Este año tampoco va a poder ser en España, aunque sí en EE UU. Los miles de espectadores que mueve en cada concierto hacen imposible cumplir con los requisitos sanitarios. “La decisión de un nuevo retraso se tomó después de que Alejandro se reuniera con la ministra de Sanidad y miembros de la presidencia del Gobierno”, explica Rebollo. En este tiempo, Sanz también se ha convertido, por su capacidad de convocatoria, en el portavoz del sector y ha mantenido reuniones con varios ministerios para solicitar ayudas por la pandemia. “Se reclamó una ayuda de 50 millones, pero al final nada”, desvela de Rebollo.
Por la casa que Sanz tiene en la lujosa urbanización de La Finca, en Madrid, pasan con frecuencia políticos de todos los partidos y colegas de profesión que le consideran un referente. Vive allí con la pintora Rachel Valdés desde que regresó a Madrid tras su separación de Raquel Perera, madre de sus dos hijos menores. Rebollo se casó en Las Vegas con Eugenia Martínez de Irujo, la hija menor de la duquesa de Alba, ahora inmersa también en la pintura y el diseño.
Todos son como una gran familia que ya tiene herederos. Tana, la hija de Eugenia, trabaja como becaria en Universal, y el hijo de Rebollo produce el primer disco del hijo de Javier Limón. “Son mucho mejores que nosotros. No tienen ni 20 años y hacen cosas increíbles”, cuenta Limón, que visita el despacho del presidente de Universal para hablarle del último talento que ha descubierto. “Es un fenómeno”, afirma a media voz sobre Rebollo mientras el ejecutivo atiende una llamada. “Está en esto porque le apasiona. Los artistas se sienten comprendidos. No es el típico ejecutivo siempre presionando. Ese es su secreto”.
Limón vive entre Boston (EE UU), donde da clases en Berklee, la universidad privada de música más grande del mundo, y Madrid. Ahora se pasa las tardes encerrado en el estudio con Alejandro Sanz grabando su disco.
—¿Cuándo estará listo?
—Para 2040 más o menos —bromea sobre lo minucioso que es el cantante con su trabajo surgido durante la pandemia y envuelto en ritmos flamencos.
Rebollo escucha el vaticinio, pero ni se inmuta sobre los plazos. Sabe que será otro éxito.